TABULA RASA

1728 Words
De un cuarto salió un hombre muy elegante, vestido con un traje fino de esos con los que se casan, armado tan solo con una botella de champán y unas copas, saludando: —Bienvenidos, me disculpan su recepción; quería ver qué eran capaces de hacer, por favor tomen asiento para hablar de negocios. —No hemos venido a negociar—, Marco gritó materializando un martillo de guerra, —venimos por la espada, Dármela. —Por favor, Marco, no grites que arriba está mi nueva esposa, quien no se debe exaltar y ya debió de haber sufrido mucho por todo ese ruido de ahí afuera y quien por desgracia está embarazada. —Eres muy cruel, debería de partirte con mi espada, fulgor de fuego—, Angie intercedió mirándole el cuello. —No soy cruel, es que es bueno comprar una vaca y que salga preñada, lo que no lo es mi situación. —Si quieres la vaca, quieres el ternero—, Yaqui añadió. —¿Y si es como los lagartos que reemplazan los huevos de los nidos de los pájaros, con los propios, haciendo que esos padres incuben a las crías y sean su primer alimento? —el narco explicó, sirviendo a cada asistente una copa de vino —sinceramente no me fio de lo que conozco y menos de lo que no sé de donde viene. —Lo que considero es que tu única opción es devolvérsela al que la preño o adoptar al niño como tuyo—, propuso Luis degustando el dulce licor. —Igual es como se dice que “tabula rusa” es cuando estiman que un individuo nace con la mente en blanco, que nacemos para aprender y morir sabios. —Sí, y el innatismo dice lo contrario—, habló el narco sacudiendo la copa, explorando los matices del licor, —como yo que nací con predisposición para hacer dinero y poder. —Eres un mentiroso, tratas de evitar lo inevitable—, Angie le apuntaba con su espada. —Si está bien, no tengo por qué andar con mentiras con ustedes—, sonrió el narco, —es que soy una especie de demonio. —Eres un demonio que se alimenta de almas, con tus negocios, las cosechas—, explicó Yaqui, —las de los que sucumben a esos vicios y a todas las muertes que produce su fabricación y distribución. No te importa el dinero, si no, no lo enterrarías, o financiarías tantos grupos al margen de la ley. Le das combustible económico a las guerras civiles. Eres un monstruo insaciable. —Sí, apuesto que te sedujiste a esa mujer porque sabías que estaba embarazada y planeas sacrificar al bebé cuando nazca—, parecía un gruñido por parte de Marco. —No, no lo pensé, igual a ustedes, no les incumbe lo que pase—, apretó el puño muy fuerte que rompió la copa. —Miren, los necesito para algo, por eso hice que el detective Das se enterara lo de la espada, para que ustedes me buscaran. Ahora, por favor, dejen la grosería, no es muy cortes amenazar de muerte al anfitrión, al dueño de la casa que trata de brindarles una buena velada. —No es amenaza, es una realidad y vamos a hacerla. Después, buscaremos a esa espada, así tengamos que moler cada ladrillo de este castillo—. Y saltó con su espada, fulgor de fuego, a partir a ese narco. —Paciencia, no juzgaría que en este punto fueran tan ingenuos—, rugió o habló el asustado narcotraficante. —Si es verdad, me pueden matar, pero ustedes no se han dado de cuenta que en el momento en que entraron a esta casa, activaron una serie de conjuros que no los dejara salir de aquí y todo aquel que venga a rescatarlos compartirá su destino. —Si es eso cierto, encontraremos la forma de lograrlo—, formuló Marco, haciéndole una venía de autorización a Angie a que partiera a ese demonio. —Pues suerte con eso, puede que sí; se pueden tardar mil años—, manifestó muy asustado el capo, —y otros miles más buscando y desactivando los que aseguran la espada. —Espera, Angie, hija mía de mis entrañas, deja que nos diga que quiere de nosotros—. Yaqui observo la lujosa casa buscando objetos de valor. —Bien, me encantan que no se anden con rodeos—, repuso el narcotraficante ya tranquilo, aunque había mojado su pantalón de vino o de orina. —Resulta que yo nací normal, pobre; poco a poco me fui incursionando en el crimen, robé bancos, luego en el contrabando, finalmente en el narcotráfico. Empecé comercializando, desesperado debido a que la demanda era mucho mayor a la oferta; también me puse a producir y después me faltó mercado; abrí comercio. En ese proceso conseguí enemigos. Igual me sentía el amo del mundo con tanto poder que me daba el dinero; de pronto estaba agarrado hasta con varios gobiernos; era el enemigo público número uno en todo el mundo. Ya no fue divertido; no podía ni salir a la ventana, y tampoco mi familia; no podía confiar ni en mi sombra. Un día, en un escondite en una selva, vi a un perro n***o que inhalaba llamas por la boca. Del susto perdí el conocimiento; siempre había imaginado que cuando viera un espanto le vaciaría unas pistolas, y no alcancé a ello. Cuando desperté, estaba en un cuarto gris con unos señores vestidos en trajes de paño n***o como el perro. Eran extranjeros, me propusieron un trato de que, a cambio de mi colaboración y algunas propiedades, me darían otra identidad. Imagínense, ese sería el trato de mi vida, quedaría libre de toda culpa y además me dejarían quedarme con parte de mi fortuna. Les dije cada detalle de mi actividad, cada nombre de socio; cante como un tenor, escupí toda la sopa, hable más que un perdido, y ellos no parecían escucharme. Al final les firmé un poco de papeles, uno muy raro, hecho como de cuero, al que me tocó firmar con todas las huellas y con unas gotas de sangre; eso me pareció extraño. Aunque no le eche mucha cabeza, pues estaba deslumbrado por la oportunidad de volver a empezar, de ser libre, no tendría que pisar una cárcel, era un excelente trato, comenzaría una nueva vida y sería millonario. El día del teatro de la operación, estuve muy nervioso e indeciso de hacerlo; ellos planearon que fuera descubierto porque cometí un error, la información se filtró y varios grupos armados, se lanzaron a mi cacería. Me entró una duda de la eficacia del plan; me desesperé escapando por los techos donde estaban los extranjeros del pacto; ellos me dispararon varias veces, y no eran balas de mentira, pude sentir cada esfera entrando y quemándome la piel, pude ver la cara de placer de esos apretando los gatillos. Sentí como brotaban de mí los líquidos vitales, como se me salía la vida por esos agujeros; al final me desplomé, humillado, traicionado, aquel que vivió como un jefe de jefes moría ahora traicionado y como una rata que la sacan de su escondrijo para cazarla a palos. Rodé por el tejado ya sin vida; traté de agarrarme de algo. Fue muy inútil, ya que ni siquiera podía cerrar los ojos, hasta que me fueron cerrados por un extranjero de esos, que parecían felices con su hipócrita risa. Desperté a los pocos días; me encontraba con uno de ellos. Me enseñó mi funeral y eso me hizo llorar a cántaros mientras ellos se reían al ver a mi esposa e hijos lloriquear amargamente. Cuando termine de lamentarme, me dijeron que siguiera con mi vida. Les dije que era lo que querían de mí y ellos se fueron solo contestando, ya conseguimos lo que queríamos o algo por el estilo, pero que el jefe quiere que sigas en lo tuyo; por lo demás ya te darás de cuenta. Intente buscar a mi familia, sin éxito, algo siempre se interpone. Me fui a gastar dinero, a beber licores, a comer exóticas comidas, a estar con muchas mujeres, las más lindas, las más famosas, como lo hacía antes y nada me llenaba. Notaba un vacío como de hambre, me podía reír, pero solo era una risa hueca, hipócrita. La tristeza nunca se me quita y el hambre solo se me quita cuando produzco muertes, como hace un momento. En resumen, para no dar más vueltas, lo que necesito es ese pergamino, sé que si lo tengo lo puedo modificar o anular; solo eso les pido y a cambio les daré la espada. Dármela y mucho dinero. —También quiero a su esposa y al bebe a salvo—, Luis propuso. —Es injusto, ella no tiene que ver nada contigo—. Bufo el capo. —Ni siquiera conoces a Yuri, tampoco tu apellido es Pérez, ¿o sí? —Nunca la he visto, pero no dejaré que le hagas daño a unos inocentes—, y Luis se colocó en pose de pelea. —Inocente el nonato, porque la madre ha sido una casquivana—, alego el demonio. —Yo no me la robe, no la engañe. Ella simplemente se enamoró de mí o de todo lo que represento, de todo lo que le di y le puedo dar. Es verdad que dejó a su novio, él que la embarazó, y esa fue su mejor decisión, porque ese chico era un pobre muerto de hambre, y recuerden que el amor con hambre no dura, por eso dicen «barriga llena, corazón contento»; ella es mi mujer y no va incluida en el trato. —Eso ya lo veremos—, Luis lo amenazó. —Pues vayan y me traen el contrato y ya lo comprobaremos. Salieron del lugar. Las damas se veían muy felices, dejando salir murmullos de risitas, a lo que Luis molesto les preguntó: —¿Qué es lo gracioso? ¿Tengo micos en la cara? —No, lo que pasa es que mientras ustedes peleaban, le robamos esto al bicho ese—. Yaqui explicó mostrando unas botellas de licor que se veían muy costosas, a la vez que Angie también enseñó otras y expuso: —Aquí tenemos guapos para que mojemos la palabra.
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