—La serpiente que se come la cabeza es el símbolo de un ciclo, pero ¿cómo saber si esta se come y se acaba? Apuesto que llega a la mitad y ya no puede tragar o vivir más.
—Viejo Richard, no sé a qué vienes con eso.
—Es que, Mike, ya dejaste la voluntariedad de irte a hacerte partir la espalda por los guardaespaldas del mafioso. Te diría que haces bien, aunque yo sé que ella te está esperando, pero espera a escuchar el desenlace de esta historia y a que se acaben estas botellas de licor o nuestras luces. Según recuerdo ocurrieron los siguientes hechos:
En un nuevo barrio fue trasteado ese pueblo, lejos de ese bosque sagrado y ahora cerca de la gran ciudad, en un terreno de pendientes, con un clima helado que parecía entristecer a sus moradores, hasta que lo reemplazaron con el calor del hogar y la costumbre. Además, tenían asequibles las comodidades que ofrecía la ciudad. El telón del futuro se abría para ellos, del progreso, donde podían empezar de nuevo, sin un vergonzoso pasado, con solo la vista de un futuro prometedor. El gran maestro de nuevo le dio permiso a Luisa para que ayudara a sus hermanos y a sus padrastros a que se trastearan al nuevo hogar, una hermosa casa de dos pisos, con un cuarto para cada uno, además de una terraza para tender ropa y de pronto tener un perro. Para su sorpresa, estaba totalmente pintada y enchapada; era la casa que siempre soñó con su madre; lamentable que ninguna de las dos viviría en ella. Pues Luisa solo vendría de visita, de vez en cuando.
«Por lo menos en este barrio estarían alejados de los monstruos» pensaba Luisa, no sabiendo que esa tarde comprobaría lo contrario.
Cuando llegaron al barrio, varios hombres en moto, con armas de fuego en las manos, vestidos con ropa de paseo, tenían cadenas de oro en sus cuellos, además de cruces y estampas de vírgenes en los brazos y pies… Anunciando que cada habitante tendría que irse de allí caminando o con los pies por delante, ya sería decisión de cada cual. Un vecino, don Pascual, los confrontó diciéndoles que no les tenía miedo, que llamaría a la policía, que él era un hombre del campo que había sido testigo de muchas cosas que a lo más valiente los harían enchilar. Entonces los hombres no le contestaron nada, tan solo dispararon sus fusiles contra él y le pasaron sus motocicletas por encima, aunque la policía llegó, pero unas horas después de que los malos se fueran con el rabo entre las patas.
Luis cogió a Luisa, evitando que se lanzara contra los criminales, diciéndole: —No es nuestro problema; no debemos de inmiscuirnos en líos humanos.
Ella lo forcejeaba tratando de liberarse, replicándole: —Acaso eres de piedra, mira lo que le hicieron a ese señor; no podemos dejar que nuestra gente sea aterrorizada; nosotros debemos luchar por el bien sin importar contra quién; eso implica que si el gran maestro o el elegido se tornaran malvados, tendríamos que luchar contra ellos.
Esos razonamientos provocaron que Luis la soltara. Luego ella corrió hacia donde esos hombres, que empezaron a decir cosas como: —huy, la niña nos va a dar unos besitos, —viene un domicilio de violación, —llegó la diversión—, y otras canalladas.
Luisa le dio una patada voladora al que estaba más cerca, y también golpeó a su copiloto girando, dándole con el otro pie, lanzándolos lejos de su moto. Su espada “Mery” asistió a su llamado, posándose en su mano; no faltó el bobo que comentó: —Esa muchachita cree que es Halloween o algo parecido; con ese cuchillo, el doble de ella, debe ser que le gusta lo grande.
Esas burlas duraron hasta que vieron cómo ella movía esa espada como un abanico; parecía una malabarista. Con un tajo partió una moto junto a los dos ocupantes; la impresión ocasionó que el resto de los malhechores vaciaran sus armas contra ella; ella esquivó las balas mientras decapitaba al resto.
—Es una bruja, —gritaron algunos maleantes junto a unas personas del barrio. Luisa miró hacia atrás y vio a Luis que se encogía de hombros; esto fue aprovechado por el restante de facinerosos para huir. Salió todo el pueblo gritando al unísono: —¡quemen a la bruja!—, en lugar de vivas para su heroína.
Le lanzaron piedras y basuras; Luis corrió en su ayuda, alzándola y llevándosela lejos, tanto que no vieron cuando llegó la policía a presenciar el crimen del año, según ellos, y a escuchar incrédulos los múltiples testimonios de que una bruja era la responsable.
Luis terminó de correr, llegando a un lindo centro comercial que queda al lado de un parque con el mismo nombre, de muchas luces que iluminaron el rostro de Luisa, donde se le veían las lágrimas lavando su rostro.
—No llores, mi Luisa, ya pasó todo—, le dijo Luis abrazándola, intentando consolarla, —tranquila, a veces pienso que estamos de lado equivocado.
—No digas eso, Luis, siempre será el bien el lugar correcto—, ella sollozó, mientras las luces se apagaban y la gente a su alrededor quedaba inmóvil, incluso los pájaros que volaban cerca quedaron como en una fotografía y una voz retumbo: —¿Y cómo saben si lo que ustedes creen que es el bien, es lo correcto? Sí, después de todo, es algo que les fue inculcado. ¿Cómo saben si sus maestros son inquisidores? ¿Cómo pueden saber cuál muerte es justa y cuál no lo es? Sí, después de todo, muerte es muerte. ¿Acaso el hecho de ser diferente a otros, de tener la fealdad en la cara según unos estándares de belleza impuestos, es suficiente razón para condenar a un ser a la muerte? ¿Díganme?—, Y de las tinieblas apareció un ser que parecía caminar lento, pero que se acercaba veloz. Con un hermoso rostro de humano y unos cachos de toro en la cabeza, que parecía envuelto en una capa, solo que en unos instantes antes de estar frente a ellos, la abrió mostrando dos enormes alas negras y una sonrisa fingida.
—Yo considero que porque uno siente que está bien—, contestó Luisa, reincorporándose para la pelea.
—Aguarden, chicos, no vengo a pelear, eso espero; permítanme presentarme, me llaman Lucifer, aunque ese no es mi verdadero nombre, ese es por el que me conocen ahora.
—No dejaremos que nos dañe—, dijo Luis en pose de pelea.
—A lo único que vine fue a proponerles un trato, que les puede servir; vine como amigo; les aseguro que no les serviría de otra manera.
—Di lo que quieras y márchate—, Luis gritó grosero.
—Chico, contigo, no quiero nada por el momento; es con ella, le tengo una propuesta, en caso de que tus protectores se quieran deshacer de ti, invoca mi nombre tres veces y gira tus pies chocando los talones, como en el mago de Oz. Te aseguro que serás mi Doroti y te llevaré a salvo lejos de Kansas.
—Eso sería indigno—, dijo Luis y se le abalanzó con un puño recubierto en rayos azules, que el ser lo recibió sin moverse y que ni lo inmutó. En cambio, a Luis se le rompió el brazo desde los dedos hasta el hombro; además, este ser con un suspiro suave generó un huracán que lo envió contra la puerta de un local. Luisa intervino amenazándolo con su espada, Mery.
—Les reitero que esto no es necesario, yo vine personalmente para darles un ofrecimiento, solo guárdenselo, ojalá no lo tenga que utilizar y escuchen bien esto; su gran maestro no dista mucho de mí, no es lo que ustedes idealizan, es más egoísta, como todos, que en lo único que piensan en sí mismos. Es como lo que llaman amor, no es sino una sensación que da algo o alguien al ego, o sea, tú no amas a alguien por lo que es esa persona, lo amas por lo que te da, es solo satisfacer el gusto o el orgullo; por eso lo quieres tener y poseer, que sea solo para ti y de ahí nacen los celos, por el miedo de que lo que quiere retener se marche y en la mayoría de casos este mal provoca lo que se teme. Bueno, mejor no les quito más tiempo, los dejo, nos veremos después de una manera u otra.