14. LO INESPERADO

1165 Words
MAXIMILIANO Wow, estoy literal viendo el reloj mientras espero el regreso de Helena, no tengo idea de por qué me interesa tanto, quizás es por el tiempo que llevamos sin vernos, sí, debe ser eso. El amanecer llega y con el mi chica loca, luce agotada. - Bonjour (buenos días), huele bien. - Imaginé no desayunaste así que… chan, chan, channnnnn – hago efectos de misterio resuelto - te hice un omelet con champiñones, compré pan por aquí cerca y preparé café – sus ojos brillan. - ¡Gracias! Muero de hambre. - No pensé el trabajo que conseguiste era tan agotador – le sirvo su plato y el café, mientras ella devora un pan. - No había más, ya sabes cómo se ha comportado mi madre. - Injusto lo que hizo, a tu hermana le paga todos sus caprichos y sus notas dan mucho que desear. - Ya sabes, el favoritismo, pero mi trabajo como recepcionista se acaba, hoy fue mi último día. - Creí solo pediste vacaciones, no quería que renuncies por mi culpa. - Tranquilo, no es por ti – bebe un sorbo de café – estaba esperando a que llegaras para contarte. Me aprobaron las pasantías pagadas. Al regreso de nuestro viaje inicio. Estira los brazos para que la abrace y por supuesto que lo hago, me sujeta con fuerza y la alzo para abrazarla bien, coloca sus piernas alrededor de mi cintura, agarro su trasero para evitar se caiga y nos quedamos viendo, felices, sonrientes, con la respiración agitada. Mierda, está sucediendo, empezamos a acercarnos, nuestras narices se rozan cuando suena su teléfono interrumpiendo el momento. Se baja de un brinco a contestar, quiero detenerla, pero ¿para qué? Habla en francés, es tan sexi cuando habla en francés. Sacudo esa idea de mi cabeza y bebo un poco de agua, mi amigo amenaza con estar despertando y no puedo dejarlo. No ahora, no así. > me repito. Ella no puede ser parte de mi lista de conquistas, tuvimos un trato para prepararla antes, terminó bien, no dañamos la amistad, no puedo ahora hacerlo. - Era de la exposición, querían que pases antes para verificar todo se montó como debía. Conozco el lugar donde es el evento, te va a encantar. - Seguro que sí. Termina de comer, voy a ducharme para salir a correr, mientras tú descansas un poco. - ¿Vas a ducharte antes de correr? - Sí, es muy bueno para la circulación, deberías intentarlo – doy una excusa absurda, pero excusa, no puedo decirle que mi amigo se despertó por ella. - ¿Yo? ¿correr? ¿A las 7 de la mañana? Solo si alguien me persigue para robarme – ríe. Me ducho esperando calmarme un poco, me pongo ropa deportiva y salgo a sacar toda mi energía, necesito quitarme esa idea de Helena, su cama y yo. Al regreso la encuentro profundamente dormida, se la ve en calma, quien la conoce así creería es un ángel. Vuelvo a ducharme, luego retiro la mesa, lavo los platos, limpio un poco y la observo de nuevo, parece tener una pesadilla. Me recuesto a su lado, la abrazo y me quedo profundamente dormido disfrutando su olor, extrañaba tanto esto. HELENA Despertamos más por hambre que por la alarma, comemos algo rápido para ir a conseguirle algo de ropa a Max, como imaginaba nada de lo que trajo sirve para hoy. Lo que amo de los eventos aquí es cómo la gente se viste, así que quiero dé una buena impresión, porque los contactos que logre hoy pueden ser la clave para su futuro. A él no te interesa esta parte del trabajo, así que debería agradecer que a mí sí, soy su relacionista pública. Vamos a una tienda de descuentos, siempre he amado las ofertas y los lugares de segunda mano, mi interés en esta tienda me ha llevado a encontrar lugares geniales como este. Mi amigo se queja de los looks que elijo, al final ambos cedemos un poco y termina con un jean oscuro, una camisa blanca sobre la cual se coloca un sueter n***o, gabardina marrón y unos deportivos blancos, él ama los zapatos deportivos. Llegamos con el tiempo justo para alistarnos. Me pongo una falda corta negra, botas muslera a juego, camisa blanca, una gabardina estilo capa de color marrón, del mismo tono de la de él y una hermosa boina. Dejo mi cabello suelto, maquillo mis ojos oscuros y mis labios rojos, este tono de labial es mi nueva tradición desde que estoy aquí, mi maquillaje para ir a una batalla como yo le llamo a los días importantes. Cuando me ve se queda sorprendido, me arreglo rara vez, así que luzco muy distinta a lo usual. - ¿Tan linda me veo que te quedas así? - camino hasta estar a su lado, sostengo su brazo y nos veo al espejo - parecemos pareja de anuncio – digo orgullosa. - Parecemos un cliché de este país, de los que aparecen en caricaturas. Solo falta que te pongas un pañuelo rojo al cuello, lleves un baguette en la mano y yo te cargue en bicicleta después de dejarme el bigote y peinarmelo en punta hacia arriba – descarto en mi mente la idea de mi pañuelo rojo. - Haz todos los chistes que quieras, pero debes admitir nos vemos fabulosos. Además, hoy es un día importante, el inicio de tu carrera profesional, necesitamos salir de ahí con buenos contactos. - Sabes que no soy bueno socializando. - Para tu buena suerte tienes una experta en publicidad y relaciones públicas, la cual no va a cobrarte un centavo por esta noche, pero venderá tu historia a la prensa cuando seas rico. - O puedes cobrarme con mi cuerpo – se acerca coqueto, logrando que me sonroje. - Ok, ya vámonos – digo y emprendo mi huída. El evento fue excelente, un lleno total. Las fotos de Max fueron muy solicitadas, se realizaron varias ventas y hubo interesados en conocer más de su trabajo, de su vida y el por qué decidió ser fotógrafo. Al principio lució algo tímido, en parte por el idioma que no lo maneja tan bien como yo, en parte porque le incomodan los sitios llenos de gente, teniendo yo que contestar por él, hasta que tocaron el tema de por qué le apasionaba la fotografía, junto a algunos vinos (definitivamente el alcohol te la capacitad de hablar otros idiomas), y se le soltó la lengua. ¡Un éxito total! No puedo estar más orgullosa de él, se lo digo y me da una de las sonrisas más enormes que he visto en su rostro. Regresamos caminando, disfrutando de las calles casi vacías, de la luna. Tomados de la mano, hasta que pasó a abrazarme cuando pasamos junto a un grupo de hombres que me intimidaban, un gesto que me conmovió. Con el cansancio al llegar solo avanzamos a cambiarnos de ropa y dormir abrazados como era nuestra costumbre.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD