Miré como el hombre detenía el auto frente a una casa lujosa, no era la mas grande, ni la mas pequeña de la zona, era de un promedio regular, tal vez para una familia con varios hijos, sin más bajé del auto para dirigirme a la propiedad; Ashton. Después de un largo tiempo estaba en el mismo lugar frío con árboles gigantes, ¿Que sería de mi y mis bikinis?— pensé al instante.
Recorrí el lugar, mujeres limpiaban cada centímetro de la casa con grandes ventanas. Mi vista fue interrumpida por una mujer mayor, está se acercó a mí con una gran sonrisa cálida haciéndome sonreír también.
—¿Supongo que usted es Mac?— preguntó mientras me miraba confundida, accedí sin mucha atención, ya que mi vista pasó de estar enfocada en ella a la propiedad de tonos blancos, era bellísima, la luz que se colaba perfecta para fotografías elegantes.
—Si supone bien— respondí, pase a la casa a su lado, era bellísima. Aún no podía creer que viviría en un lugar como ese.
—Soy Ester la encargada de la casa...— Se presento con un apretón de manos —¿Le enseño su habitación?— preguntó directa, accedí de inmediato, el lugar donde dormiría era más importante que todo.
Recorría el lugar, era una tonta si mentiría que estaba anonadada, cada vez me sorprendía más de aquella decoración costosa, pero elegante, era una locura, mis pasos seguían a la mujer torpemente.
Caminamos a unas gigantes escaleras, la casa era muy moderna... podría grabar un vídeo clip o incluso rentarla para una película; de eso estaba segura.
Después de cinco puertas y unos cuatro metros la mujer se detuvo en una; miré mi nombre en aquella puerta; MAC. Por Dios, no vivía en ese lugar... pero había una habitación con mi nombre, madre— pensé al recodar sus trucos baratos.
—Es está su habitación— explicó abriéndola. —Le diré a Mauro que suba sus maletas y llamaré a su mamá avisándole que usted a llegado— explicó dejándome sola en aquella habitación con decoraciones para una niña, ew.
Un armario gigantesco, un baño igual de grande, una cama enorme, un tocador lujoso... todo con dibujos de niños y color rosa.
"Cada vez me sorprendes más Madison"
Mi curiosidad ganó a si que salí de aquella habitación para recorrer la casa por mi misma; al bajar las escaleras me mantuve viendo todo el lugar de nuevo... No podía creer que solo Madison viviera aquí.
Me dirigí al su jardín, una hermosa piscina me deslumbró, vivía en una habitación de casi cuatro por cuatro, esto era estar en la gloria.
[...]
Los nervios me comían viva gracias al aviso de Ester; "ya está en casa señora"
Tuve que cancelar juntas, propuestas, entrevistas, todo absolutamente todo, para poder estar con ella de nuevo, mis manos temblaban de las ansias, no la había criado pero la conocía, me detestaba, sus cartas lo dictaban. “no debiste ser madre...” decían todas estas.
No era lo mismo ver una foto de ella cada festival que tenerla en mis brazos.
Bajé corriendo del auto al sentir que este se había detenido, mis pasos fueron a mi propiedad ignorando a cada trabajador, al estar dentro pude mirar su silueta, mi niña miraba los cuadros de la casa... mi Mac. Estaba mas grande de lo que me imaginaba, ya era una mujer, lista para su futuro.
Ella al sentir mi presencia giró, por un momento pensé que me abrazaría, pero no fue a su, su reacción fue un gesto confuso, parecía fastidiada.
—hija— pronuncié feliz al caminar para abrazarla, lo haría yo... por cada cumpleaños perdido o incluso navidad.
—¿hija?, ¿ahora soy tu hija?, ¿ya se te olvidó que me dejaste años en un internado?— sus preguntas tenían rabia, enojo, o tal vez tristeza. Negué a cada una de ellas.
—Mac, lo se... lo siento, soy la peor mamá del mundo, perdóname, lo hice por nuestro bien...— no pude terminar, ya que está soltó una risa dejándome humillada.
—Madison me dejaste encerrada años sin nadie que me apoyara, ¿tú crees que eso está bien?— preguntó.
—No me digas así, soy tu madre, dejemos todo en el pasado— propuse mientras la miraba, no podía odiarme, solo busque lo mejor para ella y su futuro.
—tu crees que lo puedo olvidar de la noche a la mañana... no... no puedo, estuve años pensando en todo lo que te iba a decir a la cara— Tenía razón, había fallado como madre... sabía que era la peor madre y solo por esa razón había elegido aquella decisión para su educación, sus lágrimas empezaron a salir llenándome de arrepentimiento.
—Perdóname mi amor— por fin tuve el valor para acercarme de nuevo a ella para tomar en brazos.
—Madison por que...— susurró mientras se separaba bruscamente, me lo merecía, completamente.
—Mac lo hice por tu bien... yo estaba mal, no iba a poder contigo— le confesé.
Los segundos pasaron y se convirtieron en una minutos, no habíamos llegado a una tregua, esto era tan difícil para ambas.
—Me iré a descansar— aviso para caminar a las escaleras con aquellas emociones maltrechas.
—Hoy vendrán personas importantes para cenar con nosotras— recordé mientras la miraba subir las escaleras, tenía que asegurar su futuro y su estabilidad.
[...]
No voy a llorar por ella, claro que no lo haré...— me suplique repetidas veces, cerré los ojos intentando descansar y así poder olvidarme de todo y de todos. Las reinas no lloran— me dije para fingir una sonrisa.