Voy caminando con Diego quien lleva en sus brazos a Emiliano, como me hubiera gustado que él padre de mi hijo, de este fuera Carlos, pero el destino fue cruel, hoy con mis 25 años sigo sin entender muchas cosas, como por ejemplo ¿por qué la maldad del ser humano es tanta que por no poseer lo deseado es capaz de dañar a otros?; intento no llorar. Lo que menos quiero es que mi hijo o Diego me vean mal.
María Inés hace unos años era la esposa de Rafael Santos, pero no entiendo en qué momento la relación de Carlos y ella se volvió tan romántica como para dejarla embarazada mientras, trago saliva, mientras estaba casada y él comprometido conmigo. Levanto la mirada y Diego me mira encantado mientras le sirve a Emiliano de carretera pues el niño juguetea con el carro que le dio él, sonrió me gusta que mi hijo sea tan abierto, aunque solo ocurre con él o conmigo nada más. Cuando ve a Carlos se oculta detrás mis piernas.
Diego me espera y pone su mano libre suavemente en mi cintura, ese contacto es íntimo, no hago nada, él no ha demostrado querer lastimarme, aunque sigo sin confiar en los hombres en general después de años de abusos sexualmente hablando. Abusos que me han hecho desconfiar hasta de mi misma en algún punto de mi vida.
Me siento como si fuera la sirenita, pero no la del cuento con final feliz y adornado sino la sirenita de verdad, aquella que prefirió sentir las estacas en sus piernas al caminar cuando salió del mar solo para ver a su amor acompañado de otra. Así me siento al caminar por ese rancho.
Sin poder evitarlo recuerdo con amargura aquella noche donde después de haber estado en brazos de Carlos, de haberme convertido en su mujer y con una felicidad enorme iba a mi casa con planes de tener una familia con él. Hasta que el villano en esta historia, Lorenzo Parra el padre de mi bebé abusó de mí.
Flash Back:
Caminaba sonriente y sintiendo que hice algo por amor, pero que en esos momentos en un pueblo como este era castigado como si se tratara del peor de los delitos, acomodó mi saco mientras la mirada de Lorenzo me seguía; sin darme cuenta esa mirada me llevo al lugar donde pagaría la peor de las condenas por no corresponder al “amor” de ese hombre.
Con miedo llegó hasta una caballeriza del rancho Villa María que en ese entonces pertenecía a los Santos; allí indefensa y con el corazón acelerado me volteé y vi a mi verdugo, él se acerca como un león a su presa. Mira mi cuerpo con deseo, a medida que intentó esquivarlo me sigue con más rapidez, levanto un instante la mirada y sin poder evitarlo Lorenzo se acerca, me besa y yo intento empujarlo. Hago todo lo que puedo para huir, pero no sirve de nada. Quise apartarlo de mí, pero eso parece gustarle.
Con asco recibí ese beso hasta que decidí morderlo para ver si se alejaba de mí y de nuevo no funciona, así que termina por arrinconarme a la pared, lo empujo y no sirve de nada.
Él sube la mano por mis piernas en un terrible manoseo, debo confesar que mis fuerzas se van desvaneciendo, sollozo desesperada cuando me arranca las bragas, me siento expuesta y grito de dolor cuando me muerde el cuello. No dejó de pensar en mi amor, y en lo diferente que fue mi primera vez. Allí es cuando me derrumbo y empiezo a llorar; él me arranca el saco y lo golpeo en el pecho, pero es fuerte y me aprisiona con fuerza entre sus brazos hasta lograr quitarme el vestido, pasa sus asquerosas manos por mis pechos.
Vuelvo a pensar en mi amor, siento que sí lo hago él va a aparecer y me va a salvar de esta terrible pesadilla que estoy viviendo. Lorenzo me habla, pero ya no le prestó atención a nada que no sean mis lamentos, lo hace hasta que me doy por vencida comprendiendo que Carlos no va a aparecer y que Lorenzo va a seguir lastimándome.
Es entonces que grito cuando Lorenzo me muerde uno de mis pechos, él me tira sobre la paja y me abre de piernas con las rodillas, hago un último intento para separarlo de mí, pero es inútil ya que se introduce en mi interior desgarrándome pues soy prácticamente virgen.
Mi Carlos fue tan cuidadoso que no comprendo como un hombre puede ser tan violento; Lorenzo se mueve como un animal. Al principio apreté las piernas para espantarlo, pero eso le gustaba así que dejé de hacerlo. Él me seguía embistiendo lo hizo tantas veces que cada penetrada me arrancaba el alma.
No supe en qué momento mis ruegos fueron respondidos cuando Lorenzo dejo de hacerlo, él se hecho a un lado incontables y eternos momentos hasta que se levanta acomoda su pantalón y se va, no sin antes hacerme una amenaza clara: "Deja a Carlos o lo mato, más te vale estar disponible la próxima vez".
Al quedarme sola intentó con mis manos temblorosas acomodarme la poca tela del vestido que quedaba, miro mis piernas con cierta vergüenza y ahí estaba la prueba de su maltrato: sangre, me desgarro hasta el punto de no poder ni moverme, las piernas no me funcionaban y tenía la sangre mezclada con su asqueroso semen trago saliva y la pregunta que me ronda es: ¿qué le digo a Carlos?, sabía que si le decía tal vez me creería o no, pues solo recordé que Lorenzo no paraba de decirme que yo era una prostituta.
Temía por mi amor, me dolían los senos extremadamente, estuve toda la noche en aquella caballeriza meditando: todo me llevo a irme, lo primero que pensé fue pedirle a Carlos irnos muy lejos no decirle nada, pero él se daría cuenta. Solo atino a decidir dejar a mi Carlos no soportaría si Lorenzo cumple sus amenazas.
Fin Flash Back.
Vuelvo al presente, en donde Diego nos guía hasta su carro, me siento en la parte de atrás llevando en mis piernas a Emiliano, desde aquella espantosa noche no volví a usar faldas o vestidos, solo lo hice hasta que nació mi Emiliano. Le pido a Diego ir al cementerio pues necesito desahogarme, hablar de mi primer hijo, él encantado lo hace y no deja de contarme sus cosas queriendo hacerme participe de su vida.
Al llegar al cementerio lo guio a la tumba de mi bebé, sin poder más mi fortaleza se va al ver esa tumba. No recuerdo a mi hijo, lo tuve en parto natural pues se adelantó luego de una caída que tuve en aquella época, no sé porque me sedaron los médicos, lo único que recuerdo o quiero creer que recuerdo es que oí su llanto, me dijeron que nació muerto, pero no lo sé a ciencia cierta. Le cuento a Diego que Lorenzo me pidió estar con él a cambio de decirme donde estaba mi hijo, lo hice con asco, lo único bueno es que di con esta tumba.