Compromiso.
México 1987, Villa Maria.
—Anda mi amor, vamos a llegar tarde, luego no querrás quedarte en píe mientras escuchamos la misa —dice Carlos con una sonrisa que a Mónica la enternece —, recuerda que también estarán allí Rafael y su mujer, ya luego nos iremos por ahí en algún plan de parejas.
—Ya me lo has dicho, pero sabes que me gusta arreglarme un poco más —se voltea y lo abraza besando su mejilla —. No tardó mi amor, solo es ponerme esta hebilla.
—Tú te ves preciosa como sea —besa su nariz —pero no tardes, hoy tenemos muchas cosas que hacer además de salir con Rafael y con su mujer. Recuerda que después hay algo de lo que quiero que hablemos.
—Sabes que siempre tengo tiempo para ti mi vida —suspira. —Termine, ya nos podemos ir, solo no empieces con eso de que hay que unir a Lorenzo también, sabes que no está bien —Carlos la mira sorprendido —mi amor, tú sabes que de los tres él único que no tiene pareja es él y me parece de mal gusto llevarlo a nuestros planes para que nos vea y se sienta incómodo.
Mónica baja la voz de tal manera en que Carlos se limita a asentir, sabe que su novia en el fondo tiene toda la razón, pero es que él es tan noble que no le gusta hacer de lado a su amigo de toda la vida; con Rafael Santos es diferente pero es que él es el más maduro de los tres y con una una preciosa familia que les deja ver a todos lo estable que es su relación con Maria Ines. Aunque no deja de molestarlo lo mucho que en algunas veces él también hace a un lado a su amigo, claro está que en algunas ocasiones Lorenzo ha demostrado que Maria Ines le atrae y hasta a él le molestaría sí hiciera lo mismo con su mujer.
—Pues tienes razón, como siempre pero no vamos a seguir hablando de Lorenzo hoy —la besa con suma ternura haciendo que olvide por un momento lo que está sucediendo a su alrededor.
—Bueno, ahora quien tiene afán soy yo, y mira que siempre espero —bromea —vamos mi amor, te quiero.
En medio de dulces palabras de amor la pareja se encamina a la iglesia, allí se encuentran con su pareja de amigos, más bien amigos de Carlos pues él conoce de toda la vida a Rafael y por Rafael conoce a su esposa Maria Ines con quienes han desarrollado una bonita amistad, además de que en secreto Carlos no deja de pensar en el momento aquel en que pueda tener un hijo y formar una hermosa familia con la mujer que ama, así las cosas después de despedirse de sus amigos un poco nervioso se acerca a su novia y con la voz temblorosa y rodilla en tierra le hace la pregunta que lleva dándole vueltas desde hace un tiempo:
—Mónica mi amor, ¿te quieres casar conmigo? —ella sorprendida se lanza a sus brazos y acepta su propuesta de matrimonio.
—Sabes que sí mi amor, —besa su rostro emocionada —es un sueño mi amor, un sueño hecho realidad, no sabes lo feliz que me haces.
—Mi amor —ríe al ver su gesto —apártate un poco, es decir hay que ponerte tú anillo, ¿lo quieres verdad?.
—Sí, lo quiero —él suspira y le coloca el anillo, es un poco sencillo y se lo hace saber —es precioso, te prometo que nunca, nunca me lo voy a quitar.
Tres años después…
Es un día importante para Mónica, es el día en que su bebé cumple años, aunque no es como ella quería y como se lo imaginó en algún punto de su vida ser madre ha sido el mejor regalo de su vida aunque la concepción no haya sido como a ella le hubiera gustado, solo de recordar todo lo que ha pasado en los últimos años se estremece, todo su mundo se ha puesto patas arriba.
Intenta sonreír mientras despierta a su niño para bañarlo y mientras va poniéndolo muy guapo, lo deja recomendado con Vicenta una de las empleadas del rancho en que ahora trabaja, ella la conoce de hace años, una de sus obligaciones como niñera es despertar todos los días a las hijas del matrimonio para el que ahora trabaja, intenta tomar las cosas por el mejor de los lados pero le cuesta trabajo hacerlo, son las hijas nada más y nada menos que de su ex prometido y la viuda de Rafael Santos.
Narra Mónica:
Jugueteo un rato con las niñas cuando aparece María Inés sonriente del brazo de Carlos, trago saliva y decido ignorar el sentimiento que me embarga, no es adecuado sentirme así al ver a mi patrón y su mujer actuar como el matrimonio que son.
—Buenos días, señores Bayona —saludó con gesto cordial —; estaba por bañar a las niñas —María Inés se lleva la mano al vientre mientras abraza a su hija mayor, Catalina hace lo mismo con Carlos.
—No tienes que decirme así, aunque soy mayor que tú —asiento comprensiva —sabemos que es el cumpleaños de tu hijo así que no te preocupes por las niñas. Nosotros nos encargamos —intentó decir algo, pero ella no me deja —anda aprovecha a tu hijo, Carlos se muere por bañar a las niñas y yo por incluirme en el plan —eso me hiere pues me recuerda que yo debería de estar en su lugar y que esas niñas deberían ser mías, —pásala bien con tu hijo.
—Mónica —aparece Cande, otra empleada —Mónica su novio está aquí —sonrió confundida —el doctorcito —suspiro aliviada, noto la mirada de Carlos clavada en mí —perdón patrones —los mira avergonzada —, pero mi mamá me dijo que le avisara, le trajo unas flores muy bonitas...
—Ya voy Cande —respondo nerviosa, hace años no me trataban como Diego.
—Ve Mónica —dice María Inés, entiendo que quiere privacidad con su marido, pero me quema el imaginar lo que hacen juntos, muevo la cabeza y salgo silenciosamente. Me topo con la mirada del doctor y siento que me mira de manera diferente.
—Mónica —él tiene a Emiliano en sus brazos —estás preciosa —de nuevo la sensación de sentirme observada —Emiliano se ve muy guapo así... —nota que veo el juguete que mi hijo tiene me pongo nerviosa ¿y si es de alguna niña? —yo se lo regale, he visto que... —se contiende de decirme lo que piensa.
—No tiene juguetes —bajó la cabeza, Diego me toma de la mano.
—Tranquila, entiendo que hay cosas que pasan... pero vamos quiero que pasemos un día precioso —besa mi mano, levanto la mirada y ahí encuentro a mi patrón con gesto indescifrable.