CAPÍTULO 5

1294 Words
Sus ojos nunca parecían apartarse de los de ella. Siguió caminando hacia Johnathan y Evelina con Anton de pie a su lado todo el tiempo. Evelina nunca habría podido adivinar que era multimillonario. Parecía más un modelo que otra cosa. —Señor Dimitrov, esta es la cuidadora de la que le hablé. Se llama Evelina Santos. Va a estar con usted los próximos tres meses mientras esté en casa —habló Johnathan. Evelina solía ser buena presentándose, pero por alguna razón, bajo su acalorada mirada, no podía moverse ni hablar. A pesar de que no podía verle los ojos por completo, percibía sus orbes plateados brillando en los suyos. —El Sr. Dimitrov le da la bienvenida. Estaré encantado de mostrarle dónde se alojará —comenzó Anton antes de acercarse a Evelina. De repente, la mano de Adrián lo detuvo y le impidió avanzar más hacia la muchacha. Adrián apartó por fin la mirada de ella. Finalmente, Evelina sintió que podía respirar mientras miraba a Johnathan. Johnathan no sabía muy bien qué pensar de toda la situación. —¿Ona brazil'skaya? —había preguntado Adrián. Evelina captó el rico sonido de su voz. Era grave y parecía insinuar todas las travesuras que quería hacer con ella. [Es brasileña] —Preguntó si eras brasileña —dijo Anton. Ella lo miró una vez más para ver sus ojos en ella de nuevo. Se sintió nerviosa, pero alejó el miedo. Si quería ser su cuidadora, tenía que dejar de comportarse como una gatita asustada. —Sí, soy de Brasil —le dijo a Anton, esbozando una pequeña sonrisa. —¿Skol'ko yey let? —preguntó Adrián. Evelina dejó escapar un suspiro antes de girarse para mirar a Johnathan. [¿Qué edad tiene?] —Pensé que sabría español —susurró Evelina. Johnathan enarcó una ceja en respuesta. —Sabe español. Ya te he dicho que no habla con gente que no conoce. Me sorprende que te hable con tanta sinceridad —le susurró Johnathan. Miró una vez más a Adrián, que se llevó la mano a las monturas negras de la cara y se las quitó. Si antes Evelina pensaba que era guapo, ahora lo era especialmente. Sus ojos plateados la miraron fijamente mientras se acercaba. Evelina se quedó clavada en su sitio y ya no podía hacer ni decir nada. Creía que podría soportarlo, pero ahora se lo estaba cuestionando. —Ha preguntado por tu edad —tradujo Anton. Evelina se aclaró la garganta y miró sus zapatos. Todo era tan intenso cuando él la miraba fijamente. —Tengo veintitrés años —murmuró. Adrián estaba tan cerca de ella que si levantaba la cabeza de los zapatos, sus labios se tocarían. Johnathan retrocedió lentamente alejándose de los dos, dejando que su corazón latiera fuertemente en su pecho. Evelina no estaba segura de lo que él estaba haciendo, pero su cuerpo se sentía arder. —¿Ona devstvennitsa? —preguntó. Evelina no estaba segura de lo que había preguntado, pero fuera lo que fuese, Anton abrió los ojos antes de mover la cabeza de un lado a otro. Evelina dio un paso atrás para alejarse de aquel hombre embriagadoramente sexy, pero él la agarró del brazo antes de tirar de ella para que volviera a donde estaba. Johnathan solo se rió dejando a Evelina frunciendo el ceño. [¿Es virgen?] —S... —empezó Anton. —¡Sprosit'! —dijo Adrián con tanta autoridad que la hizo retroceder un poco asustada. Sus cejas se fruncieron cuando se dio cuenta de que él no sonaba molesto o enfadado en absoluto. Si no fuera por lo grave que era su voz, probablemente no la habría asustado tanto. —Preguntó si eras virgen —dijo Anton. Los ojos de Johnathan se abrieron de par en par y miró a la muchacha disculpándose. Evelina finalmente levantó la vista hacia Adrián para captar sus ojos. Puede que su rostro fuera inexpresivo, pero sus ojos mostraban todas sus emociones. Cuando miró los ojos grises, pudo ver su curiosidad. —Oh —susurró suavemente. Sus mejillas se tiñeron de un profundo color rosado antes de volver a colocarse un mechón de pelo detrás de la oreja y mirarse a los pies. Sus ojos eran demasiado intimidantes, especialmente desde que estaba tan cerca. —¿Oh? —repitió antes de llevarle la mano al cuello. Evelina pudo sentir cómo le apretaba suavemente la garganta dejando tras de sí la más mínima cantidad de miedo. Sus ojos nunca parecían dejar los de él, incluso cuando sus dedos se movieron para tratar de apartar su mano de ella. No importaba qué, su monstruoso agarre nunca aflojó. —Adrián, está asustada —habló Johnathan, dando un paso más hacia ellos, pero Adrián se apresuró a levantar la otra mano hacia el hombre que intentaba desafiarle. Por miedo, Johnathan se congeló en su lugar mientras miraba a Evelina. —¿Tienes miedo? —preguntó con su acento ruso sobresaliendo bastante. Evelina asintió rápidamente con la cabeza mientras sentía que las lágrimas amenazaban con caer de sus ojos. Su agarre comenzó a aflojarse lentamente. —Bien —dijo Adrián justo antes de soltarle el cuello por completo y marcharse con Anton siguiéndole de cerca. En cuanto se fue, ella dejó escapar un suspiro tembloroso. Johnathan se acercó rápidamente a Evelina, que se tocó el cuello al darse cuenta de que nunca nadie había llegado tan lejos como para agarrarla de aquella manera. No sabía si le gustaba o lo odiaba. —No te cortes en decirle cuando se pase de la raya. Él no lo sabe —dijo Johnathan. Evelina negó con la cabeza, con la cara todavía llena de asombro por lo que acababa de ocurrir. —No estoy segura de que este trabajo sea el adecuado para mí —habló, girando finalmente la cabeza para mirar a Johnathan. Él dejó escapar un suspiro antes de agarrarla suavemente del brazo y llevarla hacia el gran sofá que había en el centro del salón. Ella lo observó mientras esperaba su respuesta. —Mira, él no puede evitarlo. Muchas veces me ha dicho que me quedan feos los trajes azules o que he empezado a engordar. Todo es parte del Asperger. Sí, te preguntó si eras virgen estrictamente por curiosidad. Le gusta saber todo de todos y lo que no sabe, lo pregunta. Su cerebro no detecta el hecho de que fue grosero —explicó Johnathan. Ella dejó escapar un suspiro antes de pasarse la mano por el pelo y echárselo a un lado. Johnathan apartó rápidamente la mirada al ver que la acción era bastante sexy. —Lo entendí. Anoche investigué a fondo el Asperger. Decía que tienden a decir lo que piensan sin preocuparse de cómo puede hacer sentir a los demás. Cuando me preguntó si era virgen, ¿me pilló por sorpresa? Sí, pero no me molestó —suspiró Evelina. Mirándose los dedos, volvió a jugar con ellos en su regazo. —Sé que cuando me agarró del cuello no fue por su Asperger. Lo hizo simplemente porque quería. Lo siento, pero no es algo a lo que me haya apuntado. —Es muy manejable. Solo hay que acostumbrarse. Por favor, dale una oportunidad —suplicó Johnathan. Su abuela solía decirle todo el tiempo que no debía renunciar a algo sin darle la oportunidad adecuada. Era algo a lo que quería atenerse. —De acuerdo —suspiró Evelina. Él sonrió alegremente ante sus palabras antes de levantarse del sofá. —Te enseñaré la casa —dijo. Evelina asintió con la cabeza mientras se levantaba del sofá y lo seguía escaleras arriba. Miró hacia el lugar por donde Adrián acababa de salir y dejó escapar un suspiro. Iba a ser difícil cuidar de él, y ella lo sabía.
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