KEMEROVO, RUSIA. Los días corrieron rápido y la primera tormenta de la temporada se esfumó. Alessandra se sentía mucho más contenta y confiada en ese mundo del que ahora era parte. Durante todos esos días había conversado con Valery y aprendió muchas cosas de él. Estaba muy emocionada de escucharlo hablar de su madre o de su infancia. Al menos de la parte que no tenía nublada por los malos recuerdos. —No tienes que mirarme así. —Siento que vas a caer. Intentó ayudarlo cuando se puso de pie luego de que los puntos fueran retirados. El costado le dolía menos, pero intentó ser lo menos débil posible y mostrar un rostro normal, sin sufrimiento, aunque por dentro todavía sintiera la punzada. Cuando sintió las manos de su esposa cerca de él, quiso morirse. ¡Estaba bien! ¡Mierda! —¡No