Decidí buscar trabajo en una biblioteca para poder ayudar en los gastos del aparta estudio, aunque no fuera necesario igual no me gustaba vivir bajo la dependencia de mi mejor amigo. Al inicio fue difícil que me aceptaran por ser menor de edad, pero lo logre volviéndose mi lugar favorito. Llevo dos años como empleada de la biblioteca más grande y antigua de la ciudad, siendo mi lugar de tranquilidad y paz a mis 17 años. No era una chica que le gustara o al menos le interesara la literatura, pero poco a poco se volvió mi pasión donde no puedo pasar ni un día sin leer al menos un fragmento de algún libro. Al principio, leía sobre el boom debido a que era lo que hacía como pasatiempo, pero me fue interesando más temas históricos, romance y literatura juvenil de personas que tenían su final feliz, aunque no fuera mi caso.
Hoy cursaba la mitad de semestre de mi último año de instituto después de un mes de vacaciones, Tomas seguía dedicado a su trabajo donde consistía en fotografía y diseño de modelos, que envidia algún día quisiera tener el cuerpo de esas mujeres, aunque él diga que soy perfecta. Fue un día clásico de clases donde la pase la mayor tiempo aburrida, aguantando bullyng o comentarios de compañeros como Sara quien menciona que es la verdadera zorra del instituto porque no conozco ningún hombre que no se la haya comido y cuando digo ninguno es ninguno, hasta mi mejor amigo había sentido esa piel. Era detestable, pero se sentía lo mejor del mundo, a veces había que callar y dejar que pensaran sus locuras, aunque fuera una completa estupidez.
Cuando finalizamos las clases, Tomas vino a recogerme en su moto. Era otra de mis más grandes pasiones porque amaba la adrenalina y el peligro que generaban, lo cual no sentía en un carro. Si me preguntaran mi muerte ideal, pensaría con una moto. _ cállate, deja de decir bobadas _ me gritaba mi inconsciente mientras íbamos llegando a un lugar muy especial pero nostálgico a la vez para mí, porque era el sitio donde se encontraba mi padre hace 7 años.
— ¿Espérame, ¿sí? — Susurré hacia Tomas mientras me quitaba el casco.
— ¿Segura no quieres que te acompañe? — Me pregunto con preocupación, si ustedes vieran la cara de él pensarías en esos gestos que hacen los gatos con ternura que uno muere por dentro.
— Segura, es un momento íntimo entre él y yo — Respondí sinceramente mientras le brindaba una sonrisa.
— Solo no demores mucho o llegaremos tarde — Contesto serio mientras se quitaba su casco de la moto.
— Vale — Respondí dándome la media vuelta para ir hacia la entrada del cementerio.
Entre como siempre llena de nostalgia y escalofríos porque era una situación incómoda a pesar de los años, todavía no me acostumbraba a la ausencia de mi superhéroe, mi padre, mi todo literal. Camine unos 10 minutos hacia el fondo hasta que llegue donde se encontraba la tumba de mi padre, decidí agacharse y sentarse al lado de ella recordando todos los momentos hermosos e inolvidables al lado de él.
*Flash Back*
— Papi, ¿Qué tan importante soy para ti? — Pregunte llena de inocencia mientras mi padre me cargaba a tuta con 6 años.
— Bastante princesa, ¿Por qué la pregunta? — Contestó con intriga mientras me brindaba una sonrisa.
— Si soy importante para ti, entonces no permitirás que esta princesa entre a ese sitio tan horrible — Dije con miedo y señalando hacia el jardín infantil.
— Jaja, eres un cuento — Contesto y me bajo de su regazo — Esta princesa debe ir a ese sitio a conocer gente y te darás cuenta que no es tan horrible — Ánimo mientras me acaricia la frente.
— Si le pasa algo a tu princesa en ese horrible sitio, va a ser tu culpa — Sentencié mientras lo señalaba, antes de que me diera mi beso de despedida y me obligara a entrar a ese sitio horrible llamado jardín.
*Fin del Flash Back *
Recordar esos momentos solo traían lágrimas en mis ojos, mi padre tenía razón ese sitio tan horrible se iba a volver mi preferido porque sentía que podía ser amada por alguien diferente a él. No se imaginan la falta que me hace ese hombre, para salir delante de todo porque nunca podré acostumbrarme a su ausencia a diferencia de la de mi madre.
— Padre, no te imaginas la falta que me haces cada día, si en ese momento hubiera sabido que era grave lo que tenías hubiera hecho algo y tal vez estarías todavía acá conmigo... — Susurro hacia la tumba mientras me tapo la cara al caer lágrimas en mis mejillas — Hoy vengo a contarte lo que me ha pasado pero esta vez no traigo buenas noticias, otra vez otra desgracia a mi vida que acaba con mi felicidad. — Suspiro y prosigo — Resulta que el chico que te dije que era mi novio resultó ser un falso y mujeriego, no me quería de verdad solo me quería por una apuesta donde termine involucrando a mi mejor amigo... — Seguí contando la dichosa historia hasta que llegue al momento más duro de siempre — Debo decirte adiós padre, te amo y nunca podré pagarte por todo lo que has hecho por mí — Finaliza con mis ojos cristalizados al colocar las rosas rojas y negras sobre la maceta al lado de su tumba.
Después, decidí ir directamente hacia donde se encontraba Tomas, él me recibió con una sonrisa porque sabía que en esos momentos no quería hablar con nadie más. Al siguiente día, Tomas me llevó al instituto donde me encontré con Anderson, solo decidí ignorarlo como siempre, dicen que la indiferencia es la mejor arma porque es la más efectiva para lastimar al otro y esperaba que fuera verdad para devolver un poco lo que él causaba en mí. Entre a mi primera clase que era Biología siendo una de mis favoritas porque trataba todo lo relacionado a la salud, siendo una de mis grandes pasiones aparte de la lectura.
En la segunda hora nos tocó danzas donde la profesora armar los grupos para formar un baile en particular, para mi mala suerte me tocó con Anderson. Aunque ya habían pasado varios años desde la apuesta s****l igual siento repulsión y odio hacia él. Hicimos el baile, pero fuimos regañados, porque aproveché para hacerlo caer accidentalmente. Esperaba con ansias la hora de salida, cuando llegó corrí feliz hacia la salida con el fin de buscar a Tomas que me estaba esperando, pero fui alcanzada por el director del instituto ¿ahora que había hecho?
— ¿Si, dígame? — Pregunte volteando hacia él, esperando que fuera una situación rápida.
— Necesito que me espere un momento por favor... — Me respondió dejándome con intriga, mientras me dirigía hacia la salida a hacerle señas a Tomas para que me esperara.
Cuando el directo volvió a llamarme decidí dar la vuelta. Al hacerlo, mis ojos se agrandaron de la impresión porque había una mujer alta, con cabello rojizo, pecas y unos ojos negros que te penetraban, solo conocía a una persona que fuera así… mi mamá. ¿Qué hacía ella aquí después de tanto tiempo? ¿Qué querías conmigo?
*Flash Back*
— Papi , ¿Por qué me prefieres a mí que a mamá? — Pregunte mientras me realizaba una trenza, aunque le costaba intentaba hacerlas perfectas para mí.
— Porque eres mi vida, mamá no supo valorar lo que teníamos entre los tres… no supo el significado de familia — Respondió mientras me colocaba la moña para que no se soltara el peinado.
— ¿Mamá me odia? — Susurré en medio de lágrimas mientras me abrazaba a mí misma por miedo a su respuesta.
Papá me volteo para que nos viéramos, donde salieron mis lagrimas al conectar con la mirada de él. _ Mamá no te odia, solo que no era su momento de ejercer ese rol _ Contesto brindándome una sonrisa y un abrazo de oso.
— Papá , te amo — Confesé en su oído mientras me despedía para ir al colegio con mis amigos.
*Fin del Flash Back*
— Tu… ¿Qué haces aquí después de tanto tiempo? — Pregunte sorprendida mientras se caía mi maleta al suelo.
— ¿Quién es ella? — Gritó mientras se acercaba desde lejos Tomas con preocupación.
— Soy su madre — Confesó aquella mujer con frialdad en su voz.
— Mi madre murió cuando tenía 4 años _ Grite con dolor — Mi madre no existe desde el día que dejó a papá solo. — Confesé con lágrimas mientras sentía que todo mi mundo giraba.
— Sé que estás sorprendida, dolida y hasta me odias — Susurro mientras suspiraba _ Me entere de lo de tu padre, de tu abuela y de este muchacho — Dijo mirándolo mal.
— Mucho gusto, me llamo Tomas — Respondió formalmente mientras le brindaba la mano a aquella mujer.
— ¿Vienes a reclamar algo de la herencia de mi padre o que quieres? — Respondí sarcásticamente mientras levantaba mi maleta del suelo.
— No, vengo a otra cosa — Dijo mientras me cogía de mis manos, no sentía su calor desde que era una niña cuando realmente la necesitaba.
— No te importo abandonarme cuando más te necesitaba. Así que dime rápido, ¿Qué quieres? — Pregunte con el fin de llegar al grano y salir de esta situación vergonzosa que estaba siendo el momento de chisme para mis compañeros.
— Recuperar — Susurro mientras me agarraba con más fuerza de las manos _ Recuperarte a ti. _ Finalizó brindándome una mirada de nostalgia.
— No hay nada que recuperar señora — Confesé mientras me soltaba bruscamente de sus manos.
— Debes venir a vivir conmigo, no permitiré que sigas viviendo con aquel — Ordenó mientras lo miraba mal.
— ¿Si no quiero, que harás? — La rete mientras cogía a Tomas de la mano.
— Te obligo ante la ley, recuerda que todavía eres menor de edad — Respondió con satisfacción mientras cruzaba sus brazos.
— ¿Cuántos años tengo querida madre? — Pregunto con burla.
— Pero dentro… — Inicio a pelear Tomas, lo cual decidí darle un beso apasionado para callarlo porque ella debía pensar que tenía la razón.
— Te vienes a las buenas o a las malas, decide Lucero — Ordenó con frialdad mientras llegó el director del instituto.
— Será a las malas, nos vemos el día de la citación — Confesé mientras me llevaba a Tomas hacia la moto, no quería ver más a aquella mujer que decía llamarse mi madre.