Cuando llegamos donde se encontraba la moto, Tomas me enfrento preguntándome porque no le decía que dentro de unos meses era mayor de edad, le mencione mi plan y cómo quería que ella se tomara las cosas con calma; con el fin de que cuando fuera la dichosa citación ya no podía hacer nada para recuperarme, ¿a quién se le ocurre aparecer casi 13 años en la vida de alguien?, solo a ella.
— No quiero que toquemos más el tema de ella, está muerta para mí — Confesé con lágrimas mientras me colocaba el caso para ir hacia nuestro hogar. Tomás me dio un beso en la mano derecha y se montó a la moto, en medio del camino solo pensaba en todo lo que había vivido y en lo afortunada que era al tener a Tomas en mi vida.
Cuando llegamos al apartamento decidimos cocinar arepas de huevo con queso, por ser mis favoritas con chocolate caliente para este frío. A la vez, colocamos una película en Netflix de acción para distraernos, había sido tanto por hoy que me quede dormida en medio de la película en los hombros de mi adorado mejor amigo, mi cómplice, mi dominante s****l y mi salvación de este mundo de mierda.
Pasó una semana desde aquel incidente con mi madre donde llegó al buzón de mensajes la citación al juzgado siendo el 10 de junio, es decir, el día de mi cumpleaños. Tome una decisión arriesgada la cual consistía en no ir y esperar a ver que sucedía, igual ante la ley era mayor de edad, aunque todavía no hubiera sacado mi cedula. Sentía impotencia y nervios a la vez, porque no sabía que quería aquella mujer después de tantos años en mi vida donde me imagino que en este momento debería ser una reconocida abogada cumpliendo todos los sueños que había dejado estancados por mi culpa.
En esa semana, asistí al instituto donde al inicio me molestaron porque había aparecido la madre ausente, tuve agarrones con Sara ocasionando que nos fuéramos a los golpes y terminando en la sala de castigo, después de clase. Cuando estábamos en esa sala, Anderson me lanzó un papel pidiéndome disculpas por su tontería, la cual preferí ignorar porque no quería volver a tener lazos con él. En la noche, sentía mucha angustia y Tomas se encontraba de viaje por negocios laborales así que decidí asistir a un club s****l donde se practicaba el boom para experimentar algo diferente, obviamente con una cédula falsa.
Cuando llegué al club sentí nervios al inicio porque iba a ser mi primera experiencia lejos de alguien conocido y de confianza. Entre colocándome un anti faz plateado y llevaba puesto un jean apretado claro con un body color n***o combinado con los tenis. Me había maquillado para la ocasión con unas sombras suaves y un labial rojo, me sentía diferente.
Pasó media hora aproximadamente, cuando se me acercó un chico intrigante; ya que era alto, con cabello gris y unos ojos miel recordando un poco a mi padre. Así que decidí, acercarme a él e iniciar una conversación donde me enteré que se llamaba Luis, tenía 28 años y era un abogado profesional. En medio de la conversación, hubo coqueteo llegando a besos intensos y llenos de lujuria ocasionando que fuéramos hacia una habitación especial para ir a practicar el boom.
En este caso, hicimos el trato que me iba a dejar ser dominante al inicio para experimentar y aprender siguiendo con ser una sumisa adecuada para él, haciendo caso en todo lo que me pidiera. Siendo sincera, la experiencia como dominante era sensacional porque sentía que podía mandar y hacer sufrir a la otra persona todo el daño que me habían hecho y como sumisa no niego que era un gran dominante. Sin embargo, nadie comparaba a mi Tomas.
Llegó el anhelado día, el día de mi cumpleaños donde me desperté feliz al saber que era mayor de edad. Además, Tomas llegó a mi habitación trayendo un desayuno sorpresa que constaba de un chocolate caliente, caldo de costilla, huevos rancheros y jugo de naranja. Era tan genial vivir con él, porque hacía mis días especiales pero lo más importante es que los dos sabíamos que, aunque pasábamos los límites, nunca iban a haber sentimientos entre nosotros más que la amistad o eso creía yo.
— Feliz cumpleaños Luce, eres mayor de edad y nos vamos a descontrolar — Gritó con mucha alegría mientras me entregaba el desayuno.
— Total, pero lo más importante de todo es que me libré de aquella mujer — Respondí con una sonrisa al recibir el desayuno.
— ¿Tu madre? — Preguntó con preocupación sentándose al lado mío, en el borde de la cama.
— Esa señora _ Susurré mientras le daba un sorbo al jugo de naranja.
— ¿Estás segura de no compartir con ella? Si te busco será por algo — Confesó con miedo a que lo regañara.
— Completamente segura, ella no hace parte de mi vida — Finalice mientras disfrutaba mi desayuno especial.
Después de desayunar, me fui al baño donde sentí que necesitaba hacerme un cambio radical. Así que decidí vestirme con un vestido azul con pepas blancas en combinación con unas baletas azules. Salí corriendo hacia la salida donde Tomas se quedó viendo, no entendía mi actitud así que tuve que explicarle.
— Necesito un cambio extremo — Respondí mientras encogía los hombros.
— ¿Qué quieres hacerte? — Pregunto mirándome mal por mi maravillosa idea.
— Una nueva Lucero — Confesé dándole un beso en la mejilla y saliendo hacia la peluquería.
Pasaron dos horas mientras Lili, mi peluquera de confianza me hacía de todo, me acuerdo el espejo donde al inicio sentir nervios, pero al verme quede sorprendida porque mi cabello había cambiado a color rojizo, ondulado y con un corte en v, donde resaltaba mi tez blanca y mis ojos miel/verdosos.
— Gracias Lili, me encanto —Grite de emoción mientras bajaba el espejo.
— Disfruta tu día pequeña, feliz cumpleaños — Contesto con alegría.
— Te quiero Lili — Susurré mientras le daba un abrazo, era de las pocas personas a las cual les demostraba cariño.
Cuando entre al apartamento lo primero que pensaba era que reacción tendría Tomas ante la nueva Lucero, donde al verme quedo en shock porque no podía pronunciar ninguna palabra. Al inicio me dio como risa, pero al ver que no decía nada me causó tristeza al pensar que podía haber quedado muy mal.
— Te ves… — Susurro mientras jugaba con sus manos.
— ¿Asquerosa? Puede ser, pero es la nueva Lucero — Confesé con seguridad.
— No — Suspiro y prosiguió — Te vez hermosa, eres la mujer más hermosa que he visto — Respondió causando un leve enrojecimiento en mis mejillas.
No pensé que me fuera a salir con eso, porque él me tenía catalogada como “perfecta” como era antes y sentía que me iba a discriminar el cambio que me había hecho, pero no era igual a siempre un hombre especial y espectacular. Decidimos salir en la moto de Tomas a dar una vuelta, donde inicialmente me llevó a un restaurante famoso para comer sushi, después vimos una película de comedia en el cine y finalizamos en la noche en una discoteca conocida por la 51 donde bailamos, comimos y tomamos hasta el amanecer literal; ya que nos quedamos hasta las cuatro de la madrugada cuando pasó la policía y debían cerrar el lugar.
Intentamos salir corriendo, pero se dieron cuenta de nuestra presencia donde Tomas monstro su cédula, pero en mi caso era mayor de edad, pero no había sacado ni la boleta para la cédula así que me tuvieron que llevar a una estación de policía hasta que alguno de los padres responsables apareciera por mí, intenté explicarles que mis padres habían fallecido así que solo tenía como responsable a Tomas. Paso dos horas mientras me encontraba en la celda, esperando que mi mejor amigo hiciera algo por mí, cuando vi esa silueta nuevamente de aquella mujer… mi madre.
— Lucero, ¿Qué estás haciendo acá y porque no fuiste a la citación? _ Grito con mal genio, no recordaba su faceta de regaño la verdad.
— Estoy acá porque estaba celebrando mi cumpleaños número 18 — Confesé con superioridad porque en este momento, me mandaba sola.
— ¿No disque su madre estaba muerta? — Pregunto el oficial mientras entrecerró los ojos y me observaba.
— No, sigo viva _ Respondió con sarcasmo mi madre.
— Esa señora dice llamarse mi madre después de trece años de ausencia _ Confesé con desagrado, mientras pensaba porque Tomas no se encontraba aquí rescatándome.
— Ya te pedí perdón, no entiendes las cosas. — Susurro con resignación.
— ¿No entiendo porque estaba pequeña? — Pregunto con burla — Entiendo perfectamente, más de lo que crees querida madre — Respondo con sarcasmo.
Aquella mujer decidió no decir nada más, fue a pagar mi sentencia y firmar unos papeles para que me dieran el boleto de salida donde agradecí porque no iba a pasar más tiempo en aquel lugar, aunque se venía algo peor… enfrentar a mi madre.
— No te vayas, yo te llevo — Manifestó mi madre al ver que me dirigía hacia la salida.
— No, gracias — Respondí con decencia.
— Déjame por esta vez — Respondió casi suplicándome donde termine aceptando. Me monte en su carro que era un spark gris, no podía negarlo era bonito y ella se seguía viendo igual de hermosa y joven. Pretendió hacerme conversación a lo cual rechace profundamente porque no podía pretender ser mi madre, si ella no se hubiera ido las cosas serían diferentes y tal vez mi padre seguiría vivo.
Cuando llegamos decidí bajarme del auto sin despedirme, pero ella me detuvo al decirme — Feliz cumpleaños Lucero, sabía que cumplías hoy, aunque no lo creas. La citación fue más para comprobar que tanto me odiabas, pero bueno, espero te guste mi regalo y estás hermosa con ese cambio de look — Me sonrió antes de iniciar a conducir hacia su casa.
Quedé en shock porque no me esperaba esa reacción por parte de ella. No sabía cuánto la amaba a pesar de todo, pero a la vez dentro de mi corazón se encontraba un resentimiento hacia ella. ¿Es que nunca se preguntó cuanta falta me había hecho y que tan importante era para mi vida y la de mi padre?