Primera advertencia… (Francisco Freites) —Damián, entre tu madre y yo no hay nada. ¡Por ahora! Esa mujer me parece atractiva y sé que en ella también causo sensación. Los dos la tenemos complicada, pero siempre existen formas de resolver los problemas del corazón. Perdone que sea tan directo, pero ella me gusta. —Jamás pensé que ser franco me saldría mal. Damián empuñó su mano y me dio un duro golpe en la cara. Lo recibí y afronté con valentía, estaba poniendo en juego la honradez de su madre. —¡Quise ser sincero y decirte lo que pienso! Tal vez ahora no lo aceptes, pero prefiero ser un hombre frentero. —dije y atinó un nuevo golpe en mi rostro. No me importaba, sabía que esos golpes algún día darían resultado. —Puedes meterte con quién se te pegue la gana Francisco, pero con ella no