Un gusto de vez en cuando

928 Words
Un gusto de vez en cuando. (Francisco Freites) El diablo es puerco y antojado, los pies me llevaron a buscar su presencia sin medir algunas consecuencias, y si antes estaba confundido ahora estaba peor. Filomena me hace dudar de todo lo que tengo en mi vida, me parece la mujer más perfecta… Necesito vencer los miedos que me impiden llegar a ella para quitarle esas dudas que no sabe disimular. Caminé por el borde de la piscina viendo a Irina nadar, ella sonreía muy feliz y yo sonreí pensando en lo que había acabado de suceder. A un lado del patio estaba una palmera que había floreado y muchas de sus semillas ya estaban en el suelo, cogí un montón y empecé lanzando unas cuantas en dirección de su ventana. La vi corriendo un poco la cortina y le hice señales que prestará atención. Estoy loco y no puedo disimularlo, fui hasta donde estaba el chico que había sido contratado para animar la fiesta, solo habíamos escuchado hip hop, reggaetón y algo de rock, le pedí que me regalará la promesa de Melendi y le subiera todo el volumen. “Porque cuando un hombre ama a una mujer Lo sabe desde el momento en que la ve Y no importa si algo falla o de la mano de quien vaya Si se ríe o si se calla” Esa estrofa la canté a Capella porque estaba viendo su silueta en la ventana y uno de los muchachos mencionó. —¡Qué enamorado te lleva la rectora profesor! —Entonces decidí disimular porque donde Irina repasará la letra de la canción me hacía escena de celos de inmediato. Todo era causa de la mala fama que había recogido el semestre anterior. Braulio y yo cubríamos varias unidades de crédito de los estudiantes de idiomas modernos. Teníamos dos turnos, uno diurno y el otro era nocturno, iniciando desde las seis de la tarde hasta a las diez de la noche. Irina llegaba a las seis de la mañana a la universidad, así que se retiraba a las seis de la tarde y yo quedaba sin supervisión. Los grupos de la noche tenían un conjunto de vallenato y a eso de las ocho y cuarenta y cinco, durante los quince minutos de receso, organizaban el desorden en el hall de la universidad. Todos llegaban a cantar y a distraerse, en ocasiones pedían la última hora de clase libre, como solíamos ser organizados, entregábamos las guías y les dejábamos seguir en la parranda. Cerca de la universidad había un local que vendía bebidas alcohólicas y terminábamos allá. El tema es que había varias chicas hermosas que nos seguían el juego y nos coqueteaban. Pues con dos cervezas en la cabeza ya olvidábamos de donde éramos amigos y nos empezábamos a emocionar. Braulio había elegido a una morena que se había cambiado de carrera y debía ponerse al día con todas las evaluaciones y yo elegí a una rubia con cinturita de avispa que llevaba notas deficientes. ¡Si! Estábamos intercambiando favores sexuales por notas. Todos los profesores lo hacían, ¿Por qué no activar un poco de locura en nuestras vidas? Lo cierto es que se nos convirtió en un vicio, algunas cervezas, un lugar oscuro para un buen oral y una mágica calificación aparecía en los expedientes de nota de aquellas chicas. Alguien debió alertar a Irina porque una noche apareció justo cuando tenía la cremallera abajo y a esa chica de rodillas, pegada como sanguijuela chupando con esmero mi pene… La agarró del cabello y le arrancó un montón de extensiones que llevaba, la abofeteó y yo intentando evitar que la maltratara me terminó arañando el rostro. Esa noche se le salió el indio y agredió verbalmente a todos los que estaban allí, Braulio corrió con suerte porque había decidido irse del sitio con la chica y no apareció como cómplice. De lo contrario habría perdido su trabajo. Esa noche tuve que dormir en el garaje solo, porque prefirió llevarse al perro a que durmiera en la cama. Yo sabía que la había liado en grande y que no sería fácil aclarar la situación. Me sentía avergonzado, es muy horrible sentirse descubierto. La mirada de ella y sus indirectas de ahí en adelante en cada reunión de amigos, vecinos o familiares. Tardó quince días para dejarme regresar a la habitación, le juré que no volvería a pasar y que lo mejor era retirarme del turno nocturno y así lo hice. Ella solo me encadenó más a su falda, ahora debo llevarla a todos los eventos que esté invitado y mi vida social solo con amigos no existe. —¡Me secas la espalda, por favor mi amor! —dijo Irina ofreciéndome un paño seco. —Por supuesto. ¿Quieres tomar algo? Estuviste nadando largo rato. —Estaba nervioso porque sabía que unos ojos ocultos me estaban observando. —Si, algo caliente como un té, por favor. —Le expliqué que tendría que ir hasta la cocina de la mansión para pedirlo. —¡Te acompaño! Así veo si mi nueva amiga está disponible para charlar un rato. —No podía tolerar eso, así que le pedí el favor a Damián. —Mira, profesor. Yo te busco tu vaina, pero nosotros tenemos que hablar. No creo ni una sola palabra. Así que más te vale que analices lo que me vas a decir. —Sí que me va a cobrar caro el favor… Le diré la verdad, después de todo no se puede poner cómico conmigo. «Damián su mamá me gusta»
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD