Isabella se quedó sola en la habitación, con esa extraña sensación en el corazón, de no ser porque los empleados llegaron en la habitación, ¿qué habría ocurrido entre ellos? Sintió las mejillas calientes de solo imaginarlo y se tapó el rostro con ambas manos, avergonzada. Eso de… Estar con él… Era algo que pasaría, lógicamente, él era su esposo, después de todo; pero no era fácil estar con un hombre por obligación a entregarse enamorada, como se suponía que debía ser. Prefirió no seguir pensando en eso, ni darle más vueltas al asunto, así que apenas los empleados salieron del closet, ella entró dispuesta a buscar algo de ropa cómoda para ducharse. Ella no lo podía creer, Isabella casi se quedaba sin aliento cuando vio toda su ropa y no eran más que un montón de prendas diminutas y bast