La conversación fue agradable, aunque Isabella no quiso darle a Máximo muchos detalles de su vida, él entendió perfectamente que la joven había pasado por bastantes dificultades. Luego de varias horas y varias copas de vino, Isabella se quedó profundamente dormida sobre la tumbona. Máximo le miró por largo rato, pensativo y sintió pena por ella, Isabella era una chica, hermosa, dulce e inocente, una combinación que él jamás había conocido y quizás eso era lo que le atraía de ella. Justo allí, él se dio cuenta. La mente de Máximo se puso en alerta, todos sus músculos se tensaron y una pregunta ridícula abordo su mente, ¿él se sentía atraído hacia Isabella? Volvió a mirar a la joven que suspiraba dormida. «Ella me gusta» admitió finalmente en su mente, sin podérselo creer él mismo, no o