La reina Victoria se apresuró a seguir a la pareja de novios hasta el castillo, pero la carroza tuvo una falla y se tardó un rato en llegar, después de un rato en el palacio gritó: —Eleonora, ¿dónde estás? He buscado por todo el castillo y no te encuentro. Estoy preocupada por tu bienestar. Todo el castillo estaba en absoluto silencio, nadie decía nada: —Sirvientes, ¿alguno ha visto a Eleonora? —Lo siento, Su Majestad, no la hemos visto. —Esto es extraño. Príncipe, ¿sabes dónde está tu esposa? Frunció el ceño y respondió: —No insistas, madre. Eleonora ha caído en desgracia. No merece tu preocupación. —¿Qué estás diciendo? ¿Qué ha sucedido? —Ha cometido actos inmorales con otro hombre. Ahora está castigada. No deberías darle un buen recibimiento. —No puedo creer que hables así de