En el majestuoso reino de Aldoria, la reina Seraphina, acompañada de su leal condesa Bertilia, se adentró en la alcoba real de Eleonora para recoger sus pertenencias. Mientras seleccionaban cuidadosamente cada objeto, un rasgo de culpabilidad cubría el rostro de Seraphina. La reina reflexionaba sobre la precipitada decisión de adelantar la boda, una elección impulsiva dictada por el rey Leónidas sin consultar a Eleonora. La pesada responsabilidad de esa elección se reflejaba en los ojos de la reina, quien anhelaba redimirse ante la joven doncella que había visto partir hacia una nueva residencia, quizás sin comprender completamente el motivo de tan abrupto cambio en su destino. —Bertilia, esta carga de culpa me pesa el corazón. ¿Cómo pudimos permitir que Eleonora partiera tan precipi