Las lágrimas en sus ojos revelaban la carga emocional que llevaba, mientras su fragilidad quedaba expuesta en aquel instante de terror.
—Levántenla del suelo y pónganla en la cama, cuando despierte que se asee y denle ropas limpias —ordenó el príncipe aireado.
Eleonora, afortunadamente, logró evitar la salvajada que el príncipe tenía en mente, encontrando un respiro temporal.
Sin embargo, sabía en lo más profundo de su ser que este alivio era solo momentáneo. Era evidente que el príncipe persistiría en su capricho, su insistencia iría hasta conseguir su propósito.
Eleonora, recién liberada de la oscura habitación, experimentaba un alivio al recibir más atenciones.
Además, su resistencia persistía. Al sentarse a la mesa, las delicias frente a ella no lograban despertar su apetito.
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