Después de su visita al reino del príncipe José Antonio, el joven príncipe Juan regresó a su propio reino con un renovado sentido de vigor y muchas expectativas. La experiencia de intercambio de conocimientos había encendido su espíritu, llenándolo de nuevas ideas y perspectivas en el ámbito del placer. Mientras cabalgaba de regreso, prefirió viajar solo sin la compañía de sus hombres que lo seguían de lejos, en su viaje a través de los campos ondulantes y los bosques frondosos que dividían los dos reinos, su mente bullía con planes para implementar cambios en su matrimonio. Sentía una intensa urgencia por poner en práctica las lecciones aprendidas y las ideas compartidas durante su estancia en la corte del príncipe José Antonio. Con cada paso de su caballo, su determinación crecía,