Eleonora experimentó días de inusual tranquilidad mientras el príncipe dedicaba su atención constante a la reina, quien se encontraba ingresada en el hospital.
Su corazón se aliviaba al sentir la soledad del castillo, la idea que tenía de escapar para unirse al lado del conde Sebastián se empezaba a desvanecer, era de las que piensan que un hijo debe estar al lado de sus padres y ella no tenía corazón para interponer su amor, ante un pequeño e indefenso bebé que aún no nacía.
Una de las empleadas se acercó con sus acostumbrados brebajes y la ánimo a beberlo todo:
—Pequeña chica, toda la presión del príncipe bajará cuando le des un heredero. Vas a ver qué todo va a cambiar entre ustedes —aseguraba la empleada que a veces intentaba ser cariñosa con Eleonora y ella no sabía si lo hacía mo
