Bertilia, consciente de la necesidad de silenciar a la reina Seraphina de inmediato, decidió hablar con el rey Leónidas. Con tono preocupado, le explicó que su esposa necesitaba tratamiento psiquiátrico, ya que estaba llevando a cabo acciones ilógicas y peligrosas. Instó al rey a tomar medidas cuanto antes para proteger la estabilidad de la familia real. Al escuchar estas palabras, Leónidas frunció el ceño, sintiendo el peso de la responsabilidad adicional. —Ya tengo suficiente con lidiar con César enfermo —murmuró—. No puedo permitirme también lidiar con una reina que ha perdido la razón. Su preocupación por el bienestar de su esposa se mezclaba con el peso de sus deberes como monarca. —Su Majestad, comprendo que esta situación es difícil para usted. Permítame encargarme de la situ