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Una Sexy Descarada

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Blurb

Una mujer buena se encuentra con un hombre perverso que destruye su juventud con un falso matrimonio que se desmorona a los meses, para huir de su dolor se refugia en un estudio de cámara web con contenido para adultos. Su afición por las motos de alta cilindrada la lleva a conocer a un hombre con el que inicia una relación íntima y termina ivolucrándola en su banda de atracos y secuestros. Ella usa su monumental cuerpo para seducir a las víctimas y acceder a sus vidas para despojarlos de sus bienes. ¿Podrá salir librada de cada situación? ¿Pagará por sus delitos? ¿Terminará mal?

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Capítulo I
>>> Bethany Gelvez Cuando decidí casarme tenía dieciocho años, estaba enamorada, él tenía treinta y cinco años. Lo conocí por casualidad, me lo presentó una amiga y por ser mi primer novio formal me entregué de tal forma que no escuchaba lo que mi madre me decía. Ella me prohibió casarme con él, pero como yo me consideraba de carácter fuerte, nos casamos a escondidas. Solo me acompañó mi amiga de infancia, la bella Celeste. Cuando mis padres se enteraron me dejaron de hablar por un tiempo, fue el momento más oscuro de mi vida, empecé a trabajar en un cuidado diario como ayudante y con el cariño de los niños empecé a sanar y a perdonar las palabras hirientes que mi familia propiciaba para mi esposo, me alejé de ellos hasta que cambiarán su actitud, fue una lucha interna pero no estaba dispuesta a permitir que manejaran mi vida sentimental a su antojo. Mi familia es un poco racista, él es un moreno bello, bueno era un moreno bello para mí en ese momento. Querían un príncipe de cuna de oro y yo la verdad no quería un niño lindo y mimado, quería un hombre fuerte porque era una ninfómana ardiente. Con lo que yo ganaba de mis suplencias empecé a ahorrar para ir comprando las cosas de la casa: la licuadora, la cafetera, la heladera. Él también empezó a ayudarme a comprar algunas cosas, trabajaba de taxista y ganaba mucho mejor que yo. Yo había dejado la universidad en cuarto semestre de administración de empresas, me gustaba mucho pero el matrimonio exigía mucho más, los primeros meses mientras nos organizábamos debía lavar la ropa a mano, madrugando para cocinar en una hornilla eléctrica, dormir en un colchón en el piso. A los pocos meses me surgió una bronquitis aguda y estuve hospitalizada varios días. Mi padre enfermó gravemente y decidí dejar el orgullo a un lado para compartir con él esté momento tan difícil, mi madre me lanzaba miradas de odio y muy pocas palabras me dirigía. Pero yo había tomado una decisión, Alfredo "era un hombre bueno", y me había enamorado profundamente de él. Desafortunadamente mi padre murió de una cirrosis hepática. Mi madre quedó sola y un hermano con su esposa se mudaron a la casa para hacerle compañía. Yo seguí trabajando fuertemente, dando lo mejor de mí para construir un hogar, aunque los hijos jamás estuvieron en mi plan de vida a él no le importó. Pasaron algunos meses y ese hombre me tenía delgada de tanto ejercicio s****l, pero yo lo disfrutaba, a toda hora deseaba tener sexo, mi adicción era muy grande. Después de seis meses las cosas comenzaron a cambiar, inició a trabajar con otra empresa que estaba lejos de la ciudad y debía quedarse a dormir por allá y yo debía irme a dormir completamente sola, en un departamento que la suegra nos había dejado para vivir. Empezó a desaparecer gradualmente de mi vida, se iba por dos, tres y hasta cinco días, con la excusa de que la empresa le había asignado un largo viaje, esa ausencia me estaba matando, así que cuando llegaba le armaba una cantaleta, y entonces me humillaba diciendo que lo que yo ganaba era una miseria que no alcanzaba para pagar ni el papel higiénico que gastaba. El respeto se empezó a perder y la confianza había desaparecido, le pedí por favor que intentáramos arreglar las cosas, pero todo duraba unos días y luego nuevamente volvía a la misma situación. Me fuí a casa de mi madre, ella me recibió con los brazos abiertos y no me reprochó lo que con lágrimas en los ojos me había advertido. Regresé al departamento con una amiga a sacar mis cosas, pero no pude ingresar porque le había cambiado las guardas, entonces toqué la puerta y pedí me dejara entrar para sacar mis cosas, pero desde el balcón me gritó que no me iba a dejar entrar porque lo único que yo tenía en esa casa era la ropa y me la lanzó por la ventana a la calle, también arrojó una bolsa de aseo para que la guardara, porque según él ni una cuchara, ni el jabón me llevaría. Me humilló delante de los vecinos, pero no podía hacer nada así que recogí mi ropa con todo el dolor del mundo, le pedí mis documentos y me los aventó también. Me marché del lugar muy triste y lastimada. Llegué de nuevo a vivir en casa de mi madre, ya tenía una semana encerrada en el cuarto cuando llegó una amiga y me confesó que ahora mi ex esposo ya vivía con otra chica más joven que yo y la tenía embarazada de unos seis meses. Eso fue peor que la humillación que me había hecho, la depresión se apoderó de mí. Había estado jugando doble conmigo, y yo pensando que todo era mi culpa, no habíamos alcanzado a cumplir el año de casados pero ya tenía amante y para completar un bebé a punto de nacer. Empecé a culparme y a castigarme mentalmente, era mi segundo fracaso, el primero había sido abandonar la universidad y dejar todo por él. En esos momentos prefería morirme a tener que vivir y soportar lo que la gente pensara de mí. Afortunadamente tenía amigas y les conté lo que me estaba pasando. Entonces mi comadre conocía a una chica que había emigrado a Colombia y estaba trabajando en un estudio webcam. Habló con ella y le pidió me ayudara con un trabajo, yo necesitaba alejarme de ese ambiente tóxico que solo me perjudicaba, guardé mi poca ropa y cruce la frontera, mi madre estuvo pendiente en cada paso que daba, sabía en lo que iba a trabajar y me apoyó, eso me sorprendió mucho. Primero empecé como moderadora, no tenía que mostrarme en cámara, luego me ofrecieron ser imagen del estudio, debían trabajar arduamente con el maquillaje porque mis ojeras delataban la situación emocional que estaba viviendo. Fueron muy pacientes conmigo hasta que aprendí y me desenvolvía con destreza ante las cámaras. Seguidamente empecé a hacer lives y atraje muchos seguidores. La mayoría eran de México, Estados Unidos, Argentina, Chile… Eran clientes potenciales y me convertí en una de las chicas favoritas de la aplicación. El éxito no se hizo esperar, ahora tenía dinero suficiente para hacer lo que yo quisiera, pero también perdí a mi amistad de toda la vida, a la niña que yo consideraba mi hermana, ella se había ido del país, específicamente a Ecuador, supo de mi separación con Alfredo pero no sabía en qué estaba trabajando. De cualquier forma se filtró un vídeo mío íntimo y llegó a sus manos, ella me llamó molesta para decirme que su novio le había prohibido hablarse conmigo, que “”No podía ser amiga de una prostituta” eso me descompensó pero la verdad yo no le estaba haciendo daño a nadie, así que simplemente acepté su decisión y sabía que el tiempo le daría la madurez para entender que es un trabajo como cualquiera, además no es sencillo, es muy fuerte y agotador. Solicite el divorcio, pagué mi parte y de ahí no saque ni una aguja de beneficio, solo una mala experiencia. Empecé a reunir dinero y me operé los senos y el trasero, ahora era una bomba sexy. Después del sexo tenía otra adicción, las motos de alta cilindrada, me compré una Ducati Panigale roja con placa venezolana. Por el contrabando la pude encontrar a un buen precio. Me uní a un grupo de f*******: para viajeros en moto. Postee una foto con mi bebé y me empezaron a llegar solicitudes de amistad. Las acepté todas y veía los perfiles, si el tipo estaba bueno y su moto me enamoraba les respondía, así fue como conocí a Wilingtom. Un soltero y motero de corazón, conectamos y empezamos a salir, me salí del estudio webcamers e inicio mi aventura. Wilingtom no sólo era motero, dirigía una banda de atracadores de bancos, joyerías, supermercados y secuestradores. Cuando lo supe ya era muy tarde y estaba involucrada. Solo me quedaba seguir adelante con la banda, después de todo me prometían que no saldría perjudicada. No tenía nada que perder y está experiencia le inyectaba la adrenalina que le hacía falta a mi vida, me consiguieron documentación falsa, pase de vivir en un departamento estrato "1" a un departamento estrato "6". Me regalaron una nueva motocicleta que sería la de hacer los trabajos. Me entregaron una ficha con los datos de mi primer trabajo. Un prestigioso empresario, presidente de la empresa Claro: David Zenteno de los Ángeles, de 35 años de edad, mujeriego, intelectual y presumido, sería mi primera víctima. Me entregaron la ruta que hacía a diario desde su trabajo hasta su casa de habitación, debía interceptarlo y todo debería parecer un accidente porque siempre viajaba escoltado por su chófer. Me puse mi jean de cuerina, una blusa escotada en la espalda y en el pecho dejaba a la vista mis poderosas razones de 7.000 $ y unas sandalias de tacón. Me puse el casco y me encomendé a mis santos. Todo debería salir a la perfección, tenía nervios era la primera vez que timaría a una persona. Me dieron la dirección precisa donde debía esperar y conseguir que me impactara. Tengo mucha práctica con las motos porque desde que tenía doce años aprendí a conducir la moto de mi padre. Y montar una escenita en vía pública no resultaría complicado, al igual mi novio y tres amigos más irían por la misma ruta por si ocurría algo inesperado, pero yo había ideado un plan que no podría fallar. Aceleré y me ubiqué delante del auto, una moto de mi compañero se detuvo y yo frené de golpe, sin darle tiempo al auto que estaba detrás mío de frenar, gire la motocicleta y derrapó, ví por el espejo que ellos habían frenado, me dejé caer de la moto y quedé en la mitad de la vía tendida, recibí el impacto en la cabeza porque el casco se me soltó, me había raspado el hombro un pie y sangraba, el dolor que estaba sintiendo era de verdad, así que cuando él se acercó a preguntar: __¿Estas bien? ¡No pudimos frenar a tiempo! ¿Estas bien? __ Decía con voz de entrecortada y jadeante. Entonces se levantó y gritaba que pidieran una ambulancia urgente, reaccioné llorando por los nervios de la locura que había acabado de cometer y le respondí: __ ¡Mi amor volví por ti! Por favor ya no quiero que te vayas de mi lado, por favor Arturo. ¡Promételo! ¡Promételo! __ Veía su rostro consternado pero no se atrevía a decir nada. Llegó la ambulancia y él estuvo pendiente, preguntó si alguien me conocía pero nadie de los transeúntes tenía idea. Y afortunadamente no llevaba ni un papel encima que me identificara. Se subió conmigo en la ambulancia y me sostenía la mano pero era incapaz de pronunciar una palabra. Entonces lo quería atormentar más y le dije: __ Mi amor no estés preocupado, sé que fue sin querer, sé que no me harías daño, no me volveré a ir de tu lado nunca más. Arturo sé que perdimos a nuestro bebé pero podemos volver a intentarlo. __ Entonces él intento aclararme las cosas, lo tomé del cuello y lo besé, él accedió y no dijo nada. Al llegar al hospital me pasaron a sala de traumas para hacerme los estudios y verificar que no tuviese contusiones o fracturas. Me preguntaron si venía con algún familiar y les dije que sí, que con mi esposo que estaba ahí afuera y se llamaba Arturo. Pero luego la enfermera regresó y dijo que no había ningún familiar con ese nombre, entonces se lo describí: __ Si señorita, ahí está, tiene una polera blanca manga larga y un jean marrón con unas deportivas blancas. Es Arturo, avísele por favor. __ La enfermera volvió a salir y efectivamente regresó con él. Entonces le dije: __¡Te dije Amor! No fue nada, ya podemos irnos a casa. __ Él no podía con la cara de asombro y se acercó con cuidado y me dijo: __ Cariño, yo te atropellé, no soy Arturo, estás confundida, no te conozco, ni soy tu esposo ___ Puse cara triste y empecé a llorar: __ ¡Cómo es posible Arturo! ¿Qué te pasa? Cómo me vas a decir que no sabes quién soy, tenemos tres años de casados, acabamos de perder nuestro bebé… ¡Déjate de bromas y llévame a casa! __ Le dije intentando ponerme de pie, él me ayudó pero su cara era toda una estrofa de Neruda. La enfermera sin embargo necesitaba desocupar la sala de urgencias, me dió las fórmulas para comprar antiinflamatorios y analgésicos, tenía una venda en la frente en el hombro y en un pie. Estaba desnuda y con la bata del hospital, me entregaron la ropa y se la di para que me la ayudará a poner. Ese hombre sudaba a chorros intentando subirme el pantalón sin lastimarme, y yo con mis senos al aire solo me quejaba del dolor, de vez en cuando él les dirigía una mirada tímida pero yo hacía como que no le prestaba atención y le dije: __ Arturo apresúrate que todo el mundo me está viendo el culete. __ Entonces el giro su rostro alrededor y se dió cuenta que habían más pacientes y que de verdad me estaban observando, entonces intento taparme los senos con la bata, me levantó y consiguió subirme el pantalón y abrocharlo. Era el jean más ajustado de cuerina que tenía, por eso le estaba costando tanto. Luego me empezó a poner la blusa y la ajusto con las tiras en la espalda, en sus manos veía la inexperiencia con la ropa de mujer. Le hizo no se cuantos nudos a las tiras, pero yo lo estaba disfrutando mentalmente y lo dejaba. Me levanté e intenté caminar pero el dolor en el tobillo era fuerte y afianzarlo me generaba una punzada, afortunadamente no había sido complicado y con una férula se recuperaría. Entonces él optó por cargarme en sus brazos hasta la salida donde estaba su chófer. Al ver al chófer le pregunté: __¿Leo que hicieron con mi motocicleta? Él se quedó pálido al ver lo que yo le estaba preguntando. Entonces miró a su jefe y le dijo: __ ¡Jefe no comprendo nada! __ Entonces él me ayudó a montar en la puesto de atrás del coche y llamó al chófer aparte. Los veía discutir y manotear, pero no lograba entender nada de lo que estaban diciendo. Yo seguía firme con mi plan, ya había conseguido entrar al coche de ese hombre, ahora necesitaba entrar a su casa y a su vida. Por un lado me daba un poco de pesar, el tipo parecía una buena persona, pero habían intereses más grandes que me movían, además recordé que alguna vez había entregado lo mejor de mí y me habían pagado muy mal, desde ahora en adelante todo sería a mi modo, Wilingtom era mi novio pero la verdad no le amaba como ser humano, amaba lo que me hacía sentir en la cama y el vigor que me producía las locuras sobre ruedas que hacíamos. Regresaron en silencio y el chófer me dijo: __ Si, mi señora, yo guardé la moto. __ Entonces le ofrecí una sonrisa y me acerque con cuidado y le di un beso en su cabeza. Sabía que estaba mintiendo porque esa moto la debería tener Wilingtom ya en la bodega. Me llevaron a un gran departamento, el chófer se retiró y entramos entonces “Arturo” que todos sabemos que es David Zenteno, presidente de la prestigiosa empresa de telecomunicaciones Claro de este bello país, me ubicó en un cuarto y me ofreció paños limpios para ducharme. Entré y entonces le preguntaba: __ ¿Qué hiciste con mis cosas? ¿Dónde está mi ropa? ¿Mis muebles? ¿Qué hiciste? __ Me acerqué y le reclamaba con furia, él no sabía que hacer o decir entonces me tomó de las manos y me llevó hasta la cama, me pidió que tomara asiento y con voz suave dijo: __ Hermosa, no sé ¿De dónde saliste? O ¿Cómo por qué te tengo en mi casa en este momento? Pero lo que sí estoy seguro es que no sé quién eres. Yo no soy la persona que tú dices que soy. __ Me levanté y no lo dejé hablar más porque me le monté a horcajadas y empecé a besarlo y entonces le dije: __ Espero que esto te recuerde quién soy. Y le empecé a sacar la polera, le tocaba su pecho y lo volvía a besar apasionadamente. Era demasiado guapo y ya estaba completamente mojada. Bajé mi blusa y dejé mis pechos expuestos a su boca, él no pudo aguantar, los tomó con sus manos y los metía en su boca uno a uno. Luego de eso me levanté, le bajé su pantalón y podía sentir su m*****o erecto, bajé su boxer también, me arrodillé y ubiqué su m*****o entre mis senos, le haría una paja rusa. Y con mi lengua le daba golpecitos en la punta de su m*****o y otras veces chupaba con fuerza. Este hombre perdió su cabeza en pocos segundos y se enterraba con fuerza entre mis senos, gruñía de placer y yo me esforzaba un poco más por hacerlo conseguir su éxtasis pronto, con sus ojos cerrados pronunciaba un nombre: Laura, Laura, Laura. Apenas sentí sus fluidos en mi rostro, paré y busqué su mirada, quería ver esas pupilas dilatadas y satisfechas. Tomó el paño y limpió mi rostro, me levantó del piso y me besó en los labios. Era un beso dulce y apasionado. Acto seguido me ayudó a quitar el pantalón y con mucho cuidado retiró mi ropa interior y la aspiró fuertemente, soltó la blusa en mi espalda, la sacó y me llevó hasta la ducha, se metió conmigo bajo el agua y no dejaba de besarme, estaba realmente excitada y entonces le pedí que me aliviará esa sensación que me estaba corroyendo el cuerpo. Se arrodilló y allí junto a el chorro del agua cayendo en mi espalda se hundió entre mis piernas y su lengua estimulaba esa necesidad que invadía cada centímetro de mi ser.

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