Incomodidades

1308 Words
**Aranza -Mamá, ¿por qué yo no tengo un papá? –Aranza se atrevió a cuestionar después de mucho deliberar consigo misma. Aquella tarde de sábado en el restaurante, mientras comían, Soraya casi se atraganta con el bocado, después de escuchar la pregunta. La persistente tos, la hizo levantar su mano en señal de que tenía que esperar por la respuesta, eso le daba tiempo para pensar en una. Evitaba hablar de él a toda costa, solamente una vez había hecho referencia a su carácter, pero en ninguna otra ocasión hizo algún comentario; sin embargo, consideró que el momento había llegado y debía hablarle con la verdad –Sí tienes un padre Aranza – La niña, la miró con el ceño fruncido -¿Y dónde está? –Lanzó otra interrogante. Soraya suspiró con pesadez –En donde lo dejé, en Ciudad Kappa – -¿Ciudad Kappa? –Aranza nunca había escuchado hablar de esa Ciudad, y es que estaba en el extranjero. Vio a su hija pensativa, lo que la hizo suspirar pesadamente una vez más –Yo… No le avisé que estaba embarazada –Esquivó la mirada de incertidumbre de Aranza –Habíamos discutido y terminamos nuestra relación, así que… Yo decidí que lo mejor era que él no lo supiera… -Volvió a suspirar, y entonces fijó su mirada en los ojos grises, que la veían indecisos –Sé que éste es un tema muy importante para ti y que éste día llegaría. Yo puedo contactarlo y hacerle saber que… -Volvió a apartar su mirada –Bueno, que tiene una hija y… que quieres conocerlo y… que pase tiempo contigo y… -Estaba nerviosa, algo que Aranza notó al instante. -No es necesario –Soraya de inmediato posó sus ojos en su hija, quien se había encogido de hombros, cambiando totalmente su actitud, comenzó a comer de nuevo. -¿No es necesario? –Su tono fue de perplejidad, y realmente le preocupó. Aranza levantó la vista de nuevo, sonriéndole –No, no es necesario –Cuando detectó que su madre se puso nerviosa, supo que aún existían sentimientos hacia aquel hombre, y no podría enfrentarlo, después de todo había huido de él, ¿cierto? –Solo… -Agregó entrecerrando los ojos. -¿Qué? –Soraya preguntó con rapidez, sin contener su desesperación por saber. -¿Cómo se llama? –Al menos pensó, que eso podría ayudarle en el futuro. -Marcos… Marcos Albarrani –Decírselo la puso intranquila, poco sabía ella, que Aranza había decidido no volver a tocar el tema, nunca más. ** El tiempo seguía su curso y solamente faltaba una semana para el cumpleaños número 12 de Aranza. Sí, ella había mejorado su actitud en la escuela, inclusive sus notas se elevaron y sus maestros ahora la elogiaban. -Creo que estás cambiando tú estilo -Soraya le dijo a Aranza mientras caminaban con las bolsas llenas de ropa que habían comprado algunos minutos antes. Solía pasar tiempo con ella, aquellas “tardes de chicas,” como usualmente las llamaba, las aprovechaba para conversar libre del estrés suscitado por la rutina semanal. -Mamá, lamento desilusionarte, pero los colores pastel siempre fueron tú gusto –Le confesó Aranza. -Creo que tienes razón, es solo que los colores pastel son más propios para los niños pequeños -Soraya imaginó a Aranza a los 4 años con un vestido totalmente n***o. La imagen fue tan nítida, que sacudió su cabeza y frunció el ceño ante la idea. Cuando la niña la vio haciendo el gesto, solo sonrió negando con la cabeza. Entraron a una nevería, traían demasiadas bolsas, por lo que decidieron ocupar una mesa dentro del local. Buscaron un lugar desocupado para sentarse con sus vasos de nieve, dejando algunas de las bolsas de ropa en una silla y el resto en el piso sin orden alguno. -Aranza, tengo algo que decirte -Soraya se sentía inquieta, tal vez un poco culpable. -¿Te vas a casar con Dante? -Aranza preguntó despreocupada y directamente, mientras le daba un bocado a su nieve de mango. Sabía que pasaban demasiado tiempo con los Olivier, incluso había visto cómo coqueteaba con Dante, así que no le parecía mala idea; además, le gustaba jugar con Daniel. Soraya abrió ampliamente sus ojos ante la sorpresa, no vio venir la sagacidad de Aranza, y derramó un poco de su nieve de fresa -Bueno, no... No lo sé -Dijo mientras limpiaba la nieve derramada en su blusa -Nos mudaremos a su casa la siguiente semana -Una vez que lo confesó, se mordió el labio inferior e hizo una mueca ante la ironía. Mientras que Aranza solo se encogió de hombros. **Daniel Una mañana de otoño Dante hizo panqueques de desayuno, pensó que ese sería un buen medio para preparar el terreno, ya que estaba a punto de revelarle algo a Daniel. -Daniel, la próxima semana es el cumpleaños de Aranza -Dante mencionó un poco nervioso. -¡Lo sé, puedes creerlo, cumplirá 12! -Daniel ingenuamente y sin sospechas, le respondió a su padre con emoción. -¡Eh! Sí... La fiesta de hecho será aquí -Dante se sentó frente a él, siguiendo con esa conversación. -¡¿De verdad?! ¡Eso es Genial! –El pequeño llenó su boca de comida con entusiasmo, mientras Dante movía su cuello de un lado al otro, tratando de quitar el estrés de su cuerpo. -Daniel, ¿qué pensarías si invitará a vivir con nosotros a Soraya y Aranza? -Se quedó viendo fijo a su hijo, quien frunció un poco el ceño y terminó de comer lo que tenía en la boca. Daniel se quedó pensando un poco más, puso su mano izquierda en su mentón y sus ojos viajaron hacia el techo, en señal de concentración. Esos segundos de silencio, hicieron que Dante estuviera a punto de entrar en pánico. -Creo que sería una buena idea -Dante soltó el aire, que no se había dado cuenta que estaba conteniendo -Nos llevamos muy bien con ambas, pasó todas las tardes jugando con Aranza y tú platicas mucho con Soraya, creo que los dos tendríamos compañía -Dante sonrió ante la respuesta, pero la siguiente pregunta lo tomó por sorpresa -¿Crees que Aranza acepte ser mi hermana mayor? - -No lo sé, tendrías que preguntárselo tú –De cualquier manera la pregunta le agrado, significaba que podría intentar formar una familia con las chicas Misko –Ahora date prisa, ya nos tenemos que ir- La fiesta de cumpleaños de Aranza sobrepasó las expectativas, ella y Daniel se divirtieron a lo grande. Aunque hubo un momento incómodo para ellos… -Papá me dijo que vendrán a vivir con nosotros –Daniel comentó con alegría en el rostro. -Sí, también me dijo mi mamá –Aranza se llevó un gran pedazo de pastel a su boca. -Eso significa que seremos una familia – La trigueña guardó silencio, no solo porque tenía su cavidad oral ocupada, sino porque no había considerado la idea de una familia -¿A ti te gustaría ser mi hermana mayor? –Daniel preguntó con total esperanza e ingenuidad. -¡No! –Le respondió tan rápido y honestamente, que en cámara lenta vio que los ojos de Daniel comenzaron a cristalizársele y de manera instintiva su rostro comenzó a hacer un puchero -¡Oye! Pero no tiene nada que ver contigo –El pobre niño prestó atención –Es que si te conviertes en mi hermano, mi mamá me obligará a cuidarte, y no quiero cuidarte; además, tú papá no es el mío… -Aranza tenía muchas ideas en su cabeza en ese momento acerca de su verdadero padre, pero no podía hacer nada al respecto porque aún era pequeña –Mejor seamos amigos –Propuso, haciendo que la expresión de entusiasmo y felicidad de Daniel regresara al instante. -¡Sí! Está bien –
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