Más problemas

1303 Words
Para su buena fortuna encontró a Nancy de inmediato. -¡Vámonos! –Su amiga se inquietó. El tono de voz agitado, verla temblando, los ríos negros surcando sus mejillas; además, del líquido viscoso rojizo saliendo de la boca, la hizo convencerse de que algo no andaba bien, así que solo asintió sin decirle nada. La tomó de la mano, y salieron a prisa de la casa, en un ligero trote. -¿Qué fue lo que pasó? –Tomó el rostro de la trigueña entre sus manos, ya solo quedaba la mitad del camino por recorrer para llegar a casa de Nancy. No sabía por qué, pero las lágrimas surcaron su rostro una vez más –Jay enloqueció –Reveló muy apenas. Nancy abrió sus ojos con sorpresa -¿Te… te pegó? –Preguntó temerosa, casi segura de la respuesta, porque la sangre en el labio, que comenzaba a hincharse, hacía obvia la situación. Vio que asintió en reiteradas ocasiones. Aranza no sabía qué hacer, nunca se había enfrentado a algo parecido. Ningún chico se había querido propasar físicamente con ella. Es decir, todos eran unas bocas flojas, pero nadie se había atrevido a tocarla. Y mucho menos sin su consentimiento. -¡Te voy a dejar a tú casa! –Nancy estaba empezando a alterarse, y retomó el camino, jalándola. -¡¿Estás loca?! –Alzó la voz, con resistencia y desconfianza ante la idea. Se detuvo frente a ella -Es lo mejor, no vas a poder ocultarle eso a tú madre –Le hizo saber con autoridad, apuntándole hacia la cara. Se tocó el perfil dónde había recibido el golpe -¡Maldito estúpido! –Fue lo primero que dijo, porque al tacto le dolió - ¿Se nota? – -Sí –Y aunque su amiga se lo había confirmado, ella también sintió el labio hinchado. Lo pensó por un momento, no quería causarle problemas a su madre, pero el reciente evento la había sobrepasado en su totalidad. Y sabía que si dejaba pasar horas, Soraya, además de histérica, la reprendería al doble por no haber ido con ella en primera instancia. Así que aceptó. Llegaron a casa de Nancy en un corto tiempo, porque solo dos pares de cuadras, las separaban de la casa donde era la fiesta. Y sitió cómo todo comenzaba a complicársele. Los padres de Nancy llamaron a los suyos, así que cuando llegaron casi al amanecer a la residencia de los Olivier, vio todas las luces encendidas. Tan pronto vieron el auto estacionarse frente a su casa, Dante y Soraya abrieron la puerta para esperarla desde el pórtico. Las pruebas del golpe ya eran visibles, el labio roto y un color rojo tornándose tenuemente al morado en la mejilla derecha. Soraya abrió los ojos con sorpresa al ver a su hija, y la hizo entrar presurosa a la casa. -¡Gracias! –Dante fue el único que se dirigió a los padres de Nancy, quería ser cordial; pero estaba desesperado por saber qué había ocurrido. -Cualquier cosa que necesiten, por favor, avísenos –Dante solo asintió, para seguir a Soraya, cerrando la puerta detrás de ellos. -¿Qué fue lo que sucedió? –Soraya cuestionó directa, mientras abría el botiquín frente a Aranza, que ya estaba sentada en la sala. Dante alcanzó a escuchar, y se acomodó en otro de los sillones, expectante. La adolescente se recargó completamente en su asiento, cerró los ojos para repasar el evento con detenimiento. Le dolió que Jay se hubiera comportado de esa manera, pero no se sintió para nada culpable. La forma en la que llevaban su relación, su vestimenta, el lugar, la nostalgia; no eran justificación para su comportamiento. Si la hubiera abordado de diferente manera, le habría permitido ser el primero en su vida; estaba siendo sincera con ella misma, Jay le gustaba, y todo pudo haber sido diferente. Suspiró profundamente, tratando de preparase psicológicamente para lo que sería una segura tormenta. Les contó todo, con detalles, no se quedaría con nada. Fue la primera vez que Dante la asustó. Golpeó la mesa con una fuerza descomunal, levantándola del lado contrario. La expresión de ira, lo hacía lucir intimidante. Ambas mujeres lo veían impactadas ante la reacción. -Escúchame bien señorita, en éste momento iremos a la policía, y llegaremos hasta las últimas consecuencias con respecto a ese rufián –La voz de autoridad, las hizo asentir a ambas –Ya después arreglaremos algunas clases de defensa personal y terapia –Se levantó de su asiento, caminando a paso firme hacia la entrada -¡Vamos! –Tomó las llaves del auto, mientas abría la puerta principal. -¿Y Daniel? –Preguntó con temor Soraya. -Voy a pedirle a Debi que venga para acá –Y las dos pasaron con rapidez frente a él. *** Las vacaciones de verano, Dante gastó tiempo y demasiado esfuerzo con la policía, que al haber sido solo un atentado, no podían hacer mucho; si acaso solo podrían proceder por los golpes, pero la condena sería mínima, comparado con el tiempo que perderían. Y el hecho de que, Jay, aún y con el daño físico que había recibido aquel día, viajara a Ciudad Sigma, lo complicaba aún más. Aranza simplemente tomó las clases y la terapia, sabía que todos estaban preocupados por ella, y todo lo que hacían era para su bienestar. Para sorpresa de Soraya, su hija no lucía cambiada, por un momento creyó que su personalidad se vería afectada, pero nada de eso ocurrió; sin embargo, ciertos cambios en sus salidas fueron implementados. El nuevo ciclo escolar comenzó. Aranza ya no asistía a todas las fiestas, y a las pocas que iba, Nancy no se separaba de ella. La trigueña siempre había sido popular por su personalidad; pero al inicio del primer semestre, le dedicaba todo su tiempo a las materias, disciplinadamente cumplía con tareas, y se sumaba su nivel de comprensión; haciéndola sobresalir en todas las formas posibles. Los maestros no dudaban en darle notas casi perfectas. Y la habían aceptado en prácticamente todas las actividades extracurriculares, superando las expectativas de casi todos. -Aranza, ya falta muy poco para que termines el bachillerato, ¿ya decidiste a qué universidad irás? -Soraya interrogó mientras revolvía con la cuchara la cacerola con la cena. -Aún no -Contestó con un tono desinteresado, mientras jugaba con los cubiertos que estaban en la barra desayunadora. -¿Al menos tienes una lista de opciones? -Con esa pregunta se giró a observarla. -Sí, no tienes por qué preocuparte -Respondió en un tono más serio y decisivo, sosteniéndole la mirada. -¿Te has dando cuenta que Daniel te está evitando? -Soraya cambió de tema, y se giró para seguir cocinando. -Sí -Aranza regresó al tono desinteresado. Sin embargo, por dentro la duda la carcomía, repasó los últimos eventos para saber si ella le había hecho algo, ya que Daniel pasó casi dos semanas con esa actitud extraña. -¿Qué le hiciste? –Se giró a verla de nuevo, apuntándola con la cuchara de manera amenazante. -¡No le hice nada! –Frunció el ceño con indignación –Siempre piensas que soy yo la que le hago algo – Soraya cambió su expresión, alzó una ceja con ironía –Te conozco Aranza, y en lo que respecta al tema de Daniel, siempre eres tú la mente maestra, ese niño no es capaz de nada –Aranza entrecerró los ojos, aun cuando sabía que la fama se la había ganado, su madre tenía razón, Daniel era introvertido y pacifista. -Intentaré hablar con él, pero de verdad no le hice nada –Le habló convencida. A la mañana siguiente, cuando vio a Daniel huyendo de nuevo, lo decidió, esa tarde regresando de la escuela, averiguaría que era lo que estaba ocurriendo.
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