Repetir

1098 Words
Toda la mañana durante las clases, Daniel no pudo concentrarse, luciendo extremadamente distraído; lo cual no era extraño, solo que el motivo había cambiado. Y aunque nadie se percató de su estado de ánimo; si acaso su único amigo lo pudo notar, no mencionó nada, después de todo Daniel era un introvertido en toda la extensión de la palabra. Llegó a casa, nervioso y con ansia, abrió con suma rapidez la puerta principal, corrió por las escaleras a la segunda planta y se paró justo afuera de la habitación de Aranza. Se quedó ahí, pensando. Estaba excitado, su cuerpo lo delataba, y en realidad quería abrir la puerta, al menos tocar; pero ¿ya habría llegado? ¿Sería muy osado si irrumpiera en la habitación? ¿O debía esperar a que ella lo buscara? Sí, debía esperar. Lentamente se dio la vuelta hacia su habitación, avanzó los escasos pasos que lo separaban y cerró la puerta. Lanzó su mochila al suelo, se tiró sobre la cama, boca arriba, aun pensativo respecto a lo sucedido el día anterior, y lo que estaba próximo a acontecer. De repente, la puerta de su recámara se abrió, se levantó sobre sus codos, observando a Aranza sonreír y cerrar la puerta una vez que entró. Ella no dijo nada, simplemente se sentó en la silla que se usaba para la computadora, la giró para quedar frente a Daniel, y flexionó las piernas poniendo los pies sobre el asiento, levantando la falda que llevaba puesta en el proceso. Daniel se levantó de inmediato, cuando se percató que Aranza no llevaba puesta ropa interior, y podía ver en vivo su intimidad. -No me puedes tocar –Aranza se apresuró a decirle. -No pensaba hacerlo –Respondió con tono ofendido, mientras había comenzado a despojarse de su pantalón con rapidez. Una vez semi desnudo, se sentó a la orilla de la cama, frente a ella. Observando con detenimiento esa parte que sin explicación alguna le llenaba la mente de excitación. Su mano hacía movimientos rítmicos sobre su falo tenso ante la escena, brindándose el placer que ansiaba. Repentinamente, se percató del líquido viscoso saliendo y escurriendo por entre las piernas de Aranza, eso lo hizo explotar en satisfacción. Cuando Aranza se percató que el espectáculo había terminado, se puso de pie, para salir de nuevo sin decir nada, dejándolo con la respiración agitada y la mente liberada. Ella se encerró en su recámara, se tocó para percatarse que lo que sentía entre las piernas era su propia excitación, y gastó mucho tiempo masturbándose, hasta sentirse saciada al hacerlo. Cuando Daniel salió de la casa la mañana posterior, Aranza tenía la puerta abierta del auto, con una sonrisa de burla. Solo entrecerró los ojos, y sin decir nada entró al auto, para que ella lo llevara a la escuela. El viaje de nuevo fue silencioso, solo que sin los nervios que había sentido Daniel la primera vez, incluso había volteado a verla en un par de ocasiones. Llegó a la esquina, y para sorpresa de Daniel le abrió los seguros de la puerta, para que pudiera salir –Te veo en la tarde bicho raro –Esa simple frase significaba dos cosas: una era la promesa de que ella buscaba repetir la experiencia; y dos, nada cambiaría entre ellos, lo supo cuando escuchó su apodo siendo pronunciado por ella, con aquella risa malévola. -Muy graciosa, deberían contratarte en un circo –Respondió con sarcasmo. Justo antes de cerrar la puerta del auto, miró a la trigueña, que tenía su dedo medio levantado, y aún la sonrisa malévola dibujada en su rostro. Pasó la mañana igual de distraído que el día anterior, solo que esta vez las ansias no eran tan intensas, hasta se le escaparon un par de sonrisas al recordar lo que había vivido una cuantas horas atrás. Llegó a casa un poco más tranquilo, pero el nerviosismo se disparó de nuevo cuando entró a su habitación, a la espera de que Aranza atravesara la puerta en cualquier momento. Encendió la computadora y se sentó frente a ella, viendo los íconos de los videos de la trigueña, debatiéndose si debía guardarlos o borrarlos, ahora que podía tener a la chica en vivo. En medio de aquel debate interno, Aranza abrió y cerró la puerta tras de sí; de inmediato se giró en la silla, para observarla quitándose la ropa por completo. Si el corazón ya le latía acelerado, con la escena que se estaba desarrollando frente a sus ojos, sentía que se le iba a salir del pecho. La chica se recostó completamente desnuda sobre su cama, abrió las piernas y comenzó a masturbarse frente a él. Abrió su pantalón para sacar su pene como fuera posible, porque le estaba exigiendo atención inmediata, que cuando lo tocó con sus manos, se apresuró en obtener la liberación que necesitaba. Los siguientes días, Aranza siguió visitando la habitación de Daniel después de las clases. Aunque habían existido ciertas variantes, los dos ya se habían desnudado completamente para el otro. Al principio estaban ansiosos por esos encuentros, tal vez porque pensaban que ese día que vivían sería el último que estarían juntos, pero conforme se fueron repitiendo comenzaron a relajarse y su relación cambió. Daniel ya no la buscaba con la misma obstinación de su infancia, también había dejado de huirle; mientras que Aranza se hizo más sincera con él. -¿Qué crees que dirán nuestros padres si se enteran de esto? -Daniel tenía la respiración agitada, acababa de tener un orgasmo. -No lo sé, pero recuerda que no somos hermanos -Aranza se escuchó tan seria y firme, que reconfortó y tranquilizó la conciencia del castaño. Terminó tomando una decisión, Daniel vio todas las grabaciones, descubriendo otros tres eventos de su agrado. Editó los videos, en su computadora había hecho pequeños cortometrajes y los había catalogado de acuerdo a sus preferencias. Jamás le confesó a Aranza que las tenía y cuando quiso recuperar la cámara, se percató que había agotado su batería, así que simplemente la removió del oso de peluche. Aquellos encuentros lo hacían tener dudas, las cuales comenzó a despejar con pequeñas investigaciones en internet. Aranza llevaba años investigando temas relacionados a la anotomía humana. Después de Benji buscó tipos de sexo, orgasmos, zonas erógenas, métodos anticonceptivos, y más; incluso se había auto-explorado de manera s****l. Pero cuando Daniel apareció, comenzó a buscar pornografía. Aun con su amplio conocimiento en el tema, no había experimentado un orgasmo; por ese motivo, ver la explosión de placer que Daniel alcanzaba le causaba intriga, y deseo por experimentarlo también.
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