IV

1533 Words
Estoy lavándome las manos una y otra vez asegurándome que queden bien limpias, el Doctor Leduc está a mi lado preguntándome todo el procedimiento, contesto todo con lujos de detalles. Los días habían pasado y ahora llego mi gran premio, seguía disfrutando de mis noches con Jack, era entretenido estar con él en la cama y sentir su cuerpo en contacto, pero ahora debía hacer bien esto.   Es jueves y como se me prometió estoy por entrar a una resección de tumor cerebral con el jefe del hospital, si bien no podré hacer mucho, porque soy una novata, podre colaborar en varios pasos del procedimiento. La operación duro cinco horas, ver la técnica del legendario Leduc fue único, él por su parte aprovecho para chusmear en mi vida, me pregunto por mi familia, con quien vivía, si estaba enamorada y como no me cuesta hablar conteste cada una de sus preguntas. Nuestro paciente participaba y respondía cuando lo requeríamos, era increíble ver el ambiente en su quirófano, tanto que cuando quise acordar nos reíamos y él me comentaba sobre su vida, resulto ser un hombre muy agradable.   La intervención fue todo un excito, el hombre seguía hablando cuando se terminó la cirugía y yo era la encargada de comentárselo a su esposa. Fui a la planta baja y Ray estaba ahí hablando con una familia. Lo observe detenidamente mientras me acercaba, sus ojos azules parecían cansados, el guardapolvo le queda suelto, pero yo sé que debajo de él hay un cuerpo increíble que mantiene seguramente a base de gimnasia. Una mujer bajita de pelo corto rubio y ojos color miel mueve nerviosa su piernas y retuerce un pañuelo en sus manos, me acerque a ella y le consulte si era familiar del señor Jonhson, la mujer dio un salto y yo le sonreí para calmarla, no tarde mucho en decirle que todo había salido perfecto y que en poco tiempo podría subir a la habitación, sus brazos rodearon mi cuerpo tomándome por sorpresa, no puedo evitar sonreír ante aquel gesto. Si bien yo no hice nada es gratificante ver la paz que le entregas a la familia. -          ¿Lucerito? – una voz reconocida sonó a mi espalda, termino de saludar a la señora y me di vuelta buscando el lugar de donde provenía - ¡Lucerito! – vuelve a gritar mi hermano mientras corro hasta sus brazos. -          Eliot – besos sus mejillas con entusiasmo - ¿Qué haces aquí? ¿Cuándo llegaste? ¿Por qué no me avisaste? -          Wow demasiadas preguntas, pequeña – sonrío mientras lo vuelvo a abrazar. Extrañaba mucho a mi hermano, desde que decidió irse de casa cada vez lo veía menos, si no era por su trabajo era a causa de mi estudio, causando que lleváramos casi un año sin vernos. Sus ojos verdes brillan de alegría cuando me miran, se ha cortado el cabello y ahora parece todo un abogado profesional. -          ¿Cómo has estado? – le acaricio la mejilla con cariño y el observa detrás de mí. -          Creo que te esperan – susurra y yo doy media vuelta. -          Doctora Sellers – Ray me mira y vuelve la vista a mi hermano – Tenemos que ir a la guardia. -          Si doc – giro a mi hermano – Lo siento, puedes quedarte en casa si quieres ya mañana salgo y nos pondremos al corriente. -          Reserve un hotel para hoy, pero mañana me quedo contigo – Eliot vuelve a ver a Ray con el entrecejo fruncido. -          A perdón… - hablo cuando la guerra de miradas se mantiene – Doctor Shields él es mi hermano Eliot, Eliot el doctor Ray Shields mi jefe. -          Mucho gusto – Ray le estira la mano ahora sonriendo – Perdón que los interrumpa, pero está viniendo la ambulancia por un choque. -          No hay problema – responde mi hermano, Ray por su parte se despide y se va - ¿Qué pasa entre ustedes? – inquiere. -          Nada, debe haber sido por cómo me colgué de ti, está lleno de pacientes y no se puede hacer eso – trato de explicar la extraña reacción de mi jefe. -          A ese tipo le interesas Paige y si te cuida así de cualquier hombre, creo que me va a caer bien – pongo los ojos en blanco y él me toca la cabeza. -          Estas hablando huevadas… -          Soy hombre hermanita, se cuándo están marcando territorio y lo que él quiso hacer fue eso – junto mi entrecejo confundida. -          No creo – miro por donde se acaba de ir Ray y vuelvo a mi hermano – Tengo que ir, pero quiero verte mañana mismo – bese su mejilla. -          Ahí estaré.   Me dirijo a la guardia pensando en todo lo que dijo mi hermano, mi jefe interesado en mí, sé que lo que paso el otro día es un gran marcador para pensar eso, pero también podría ser que se dejara llevar por la tensión del momento, estábamos en un lugar del tamaño pequeño, con escaso espacio personal y poca luz. Puede pasar que termines por besar a alguien ¿no?... No puedo seguir pensando porque entro a la guardia y es todo un caos otra vez.   Son las dos de la mañana cuando por fin todo se calma, resección de tumor, un cuchillo clavado en la espalda en un tipo luego que su mujer lo descubriera con otra, la gente está desquiciada, un hombre se sacó un dedo con el cuchillo mientras cortaba el pavo, quemaduras, lo normal… pero por fin la guardia está tranquila, busco a mi amiga y rosita me informa que Kat se encuentra en el quirófano con la doctora Robinson, al parecer una mujer llego con un disparo en el corazón, ella en plena acción y yo aquí cabeceando. Rosita me toca el brazo y me manda a dormir un rato, asegurándome que me llamara en caso de ser necesario. Estoy a punto de rechazar su oferta, pero mis ojos vuelven a cerrarse involuntariamente y me rindo, es peligroso atender pacientes cuando no estás en óptimas condiciones. Pero también es una realidad que cada caso genera una adrenalina que te despierta en dos segundos, recorro todo el piso en busca de mi jefe para avisarle, pero no lo encuentro.   Camino a una de las salas de descanso arrastrando los pies, a duras penas logro mantenerme despierta y sé que eso se debe a estar estudiando todo el miércoles para la resección, estaba nerviosa, asique no pude dormir nada. Abro la puerta sin prestar atención, la luz esta apagada pero no importa, cierro y coloco seguro, me saco las zapatillas y la parte de arriba del ambo para quedarme solo con mi musculosa y entonces la luz se prende. Parpadeo varias veces para adaptar mis ojos y descubrir quien se encuentra en la sala, cuando logro adaptar mis ojos los abro lentamente, lo primero que observo son unas medias blancas sigo subiendo mi vista por el pantalón azul oscuro hasta la entrepierna, levanto una ceja ¡Mierda! Si así es el bulto no quiero imaginarme como se ve desnudo, un carraspeo hace que siga subiendo la vista. Trago con fuerza cuando la piel bronceada y marcada en una serie de cuadrados, aparece frente a mis ojos, muerdo mi labio y sigo subiendo, mis iris se agrandan cuando ven un enorme tatuaje que va desde un pectoral hasta su brazo, es un diseño maorí, levanto mi mano para tocarlo, pero me contengo, mis ojos siguen subiendo, su mandíbula cuadrada tiene una leve sobra de la barba, sigo mi camino y sus ojos azules se encuentran con los míos. -          ¿Está interesante la vista Paige? – media mueca parecida a una sonrisa se forma en el rostro de Ray. -          Ehh… yo… - tengo la garganta seca – Perdón, no sabía que estaba acá, estoy cansada y quería dormir un poco – mis palabras salen atropelladas gracias a mis nervios. -          Podemos dormir si quieres o tal vez… - se acerca un poco más. -          Yo… esto… - balbuceo mientras se acerca a mi boca – No creo… que esto sea… - no logro terminar la frase cuando sus labios me atrapan. Me quedo por un segundo en shock, mi jefe me está besando, el adonis griego tiene su boca en la mía. Sus manos están en mi cuello y presiona más su cuerpo junto al mío, sus dientes muerden mis labios produciendo una corriente eléctrica en todo mi cuerpo, abro mi boca en un jadeo y su lengua se apodera de la mía. Estoy embelesada, jamás en mi vida me sentí así por nadie, me aferro a sus brazos cuando siento que mis piernas se ablandan, mis dedos recorren la curvatura de sus músculos mientras me dejo llevar por el fuego que genera sus labios en los míos. El aire comienza a hacerse escaso, separamos nuestros rostros, su mano descansa en mi cintura y apoya su frente en la mía, nuestras respiraciones son erráticas, ninguno habla, su boca estaba a punto de volver a la mía cuando nuestros localizadores comienzan a sonar.
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