V

1516 Words
Esto está mal, muy mal… en los últimos 4 días me he dedicado a romper todas mis reglas, primero con Jack, con quien me sigo acostando, ahora con mi jefe, por dios es mi jefe… ¿Ahora que hago? ¿Cómo sigo? Tengo mis reglas por algo, no quiero enamorarme, el amor trae sufrimiento y yo no quiero sufrir por nadie, lo vi en mis padres, lo vi en mis amigas, hasta en las malditas novelas sufren y no jodan está no es una novela como para que todo termine color de rosa, es la maldita vida real donde te rompen el corazón en dos segundos y se marchan como si nada hubiera pasado.   Estoy en mi casa esperando a mi hermano, supuestamente vendría hoy a comer conmigo y le ruego a la vida que sea así porque necesito dejar de pensar en Ray y sus labios sobre los míos porque lo peor de todo es que me gusto, me encanto sentir su piel en mis dedos, sus brazos alrededor de mi cintura, la forma que su respiración rozaba mi piel erizando cada centímetro, sus ojos…. Sus malditos ojos azules que se calaron en mí.   -          ¡Toc! ¡Toc! – suspiro aliviado al escuchar la puerta -          Pequeña… - sus brazos me rodean – Tienes unas ojeras inmensas – se separa agarrándome los brazos. -          Hago guardias titi, es normal las ojeras – lo dejo pasar y cierro. -          ¿Hace cuánto no me decías titi? – me quedo pensando, tiene razón hace años no lo llamaba así. -          No recuerdo, pero sigues siendo mi titi – le sonrío – ¿Qué trajiste? -          Pasta y postre – saca un envase cuadrado – Es tiramisú – sonrío al ver que todavía recuerda mis gustos. -          Gracias -beso su mejilla – Me vas a decir de quien huyes… -          Uff… Creo que sigo siendo obvio – abre el vino y me mira – Volvió María... María era la única novia suya que me agrado, si bien no era del tipo de mujer con la que mi hermano salía habitualmente, era totalmente encantadora, sus ojos marrones dejaban al descubierto cada uno de sus sentimientos, tenía algunas marcas producto del acné como cualquier adolescente y un cuerpo divino o al menos a mí me parecía así. -          ¿Por qué se fue en un principio? – como sin mirarlo - ¿Qué hiciste? -          Me enamore – suspira – Me enamore de ella y me acobarde y la aleje de la manera más estúpida del mundo… -          ¿Qué quieres decir? -          Le dije que la había engañado, que lo lamentaba, pero... – no lo dejo terminar. -          ¡Eres un idiota! ¿Por qué hiciste eso? -          Por la misma razón que les huyes a las relaciones tú, no estaba preparado para aceptar lo que sentía, no podía, yo… ella… - tira su pelo y resopla. -          ¿vos? ¿ella? -          Soy su abogado, ella se está divorciando, el idiota la engaño y bueno ahora tengo que llevar su divorcio, porque el bufet me dio a mí el caso – parece perturbado – Me reconoció, esta bellísima Paige, parece un ángel, me di cuenta… - se calló. -          Que todavía la amas – termino su frase y el asiente – Y… ¿Qué te detiene? Acaso no es ella la razón de que jamás sentaras cabeza, ninguna mujer fue lo suficientemente buena para que quieras formar familia. -          Pero… - lo vuelvo a interrumpir -          Pero nada, la vida te está dando la oportunidad de hacer las cosas bien, hazlo, cuéntale la verdad, se honesto, dile que la amas y dame sobrinos – niega mientras se ríe. -          ¿Cuándo te volviste la sabia? -          Cuando tú te convertiste en un idiota – sonreímos – Mi jefe me beso y dormí con mi vecino – trato de sonar indiferente. -          ¿No tenías reglas con respecto a eso? – asiento – Creo recordar a ti diciéndome “yo no soy tan idiota para dormir con mi jefe, mi vecino o compañero de trabajo” – enfatiza todas sus palabras con voz de mujer. -          En mi defensa…tú hiciste todo eso entre amigas – Eliot se ríe. -          ¿Cuál te gusta más o mejor dicho cuál es el problema? -          Que todavía pienso en los labios de mi jefe, pero ya me olvidé de mi tarde con Jack… - dejo los cubiertos – Y si es lo que creo… estoy jodida. -          Estamos jodidos… - chocamos las copas y seguimos comiendo.   La verdad es que con Eliot era así, no necesitábamos tantas palabras para entendernos, simplemente estábamos conectados, no importa cuánto pasara nosotros sabíamos cuando el otro estaba jodido sin que hablara.   Los próximos cinco días me los pedí libre y aproveche a pasar tiempo con mi hermano, paseamos por la ciudad, comimos a fuera, conoció a Jack, algo que no me gusto mucho pero que mi hermano supo llevar con humor, él por su parte aprovecho para idear un plan para recuperar a María, porque si, ahora está dispuesto a pelear por la mujer que le robo el sueño durante 10 años.   Por otro lado, yo estoy huyendo de mi jefe, no me atrevo a enfrentarlo y mucho menos verlo a la cara. No después de lo que hice en su boca y la manera en que lo toque, porque eso les aseguro estaba completamente fuera de lugar.   Con respecto a Jack seguíamos teniendo encuentros en algunas ocasiones y luego me iba o lo echaba. Sinceramente era una buena descarga, pero ya no me llamaba la atención estar con él o al menos no de esa forma, porque como amigo era lo más y no era malo en la cama, pero creo que simplemente se me está yendo todo de las manos. Es jueves cuando vuelvo al hospital luego de tantos días de descanso, el sábado era la gala de beneficencia para el hospital y ya había conseguido el vestido. Eliot me ayudo con todo el asunto, luego de 3 largas horas y probarme unos 30 vestidos, nos decidimos por un vestido dorado largo, que se ajusta perfectamente a las curvas de mi cuerpo, un tajo deja descubierta mi pierna derecha y el escote en “v” hace que mi pecho se luzca perfectamente. -          Buenos días… - Kat me sonríe - ¿Pasa algo? -          Amiga… hasta que volviste – me abraza – Ya te extrañaba – terminamos de cambiarnos – El ogro a estado más ogro que nunca en estos días, ten cuidado. Asiento sin emitir palabras, no es nada raro que Ray este enojado, la pregunta es porque lo está ahora… -          Señor Blair neuro, Miller cardio, Rogers general y Sellers pediatría – sonrió emocionada y me mira. -          Vayan y espero no tener quejas de ustedes - todos asentimos y comienzan a caminar. -          ¡Mierda! – maldigo – Olvide mi localizador, vayan – Salgo del ascensor y voy a mi locker. -          Tenemos que hablar – su voz suena en mi espalda erizándome los vellos. -          Solo fue un beso doctor – lo miro a los ojos y levanta la ceja – No volverá a suceder, no corresponde. -          Paige – se acerca más – No hay ninguna regla que lo prohíba – su respiración se siente en mi rostro – O acaso prefieres a Charly – abro los ojos. -          No sé qué quiso decir con eso y no me importa – lo alejo – Entre nosotros no va a pasar nada, porque a mí no me interesa que pase – entre cierra los ojos. -          Sabes… - su boca termina cerca de mi oreja – Estoy seguro que a ti te pasa lo mismo que a mí, pero no quieres aceptarlo – besa el borde de mi mandíbula y aguanto la respiración – Por ejemplo, tu piel esta erizada, estas conteniendo la respiración, tu corazón esta acelerado, tus pupilas… - sus ojos se observan con los míos – Todo tu cuerpo me demuestra que me deseas igual que yo a ti… solo dime que te bese y lo hare… Sus ojos se clavan en los míos como alfileres de deseo, mi garganta se seco y trago con dificultad, él sabe lo que genera en mí y eso solo me deja expuesta, este bendito hombre tiene la llave para generar todos mis tormentos, pero yo no estoy dispuesta a permitírselo, él no será el causante de mi dolor, ningún hombre lo será y para mí Ray tiene la palabra peligro grabada en la frente. -          Eso no va a pasar ni ahora ni nunca – lo alejo – Usted es mi jefe y yo su residente, ahora si me disculpa…– habla cuando estoy a punto de salir       -          Yo no quiero que seas solo mi residente Paige – me quedo inmóvil en la puerta un momento y salgo sin siquiera responderle.
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