VI

2356 Words
Me observo una vez más en el espejo, luego de 3 horas estoy completamente lista, mi cabello todo recogido, mi maquillaje es en tonos tierras, mis labios hacen juego con mis uñas en un perfecto tono nube. Me coloco la gargantilla de oro que me regalo mi hermano, es fina y de ella cuelga un pequeño diamante en forma de corazón, mis pendientes son argollas de plata con lo que parecen diminutos diamantes.   Analizo que hacer con los demás aros, verán tengo 4 en una oreja y tres en otra, en mi adolescencia hice muchas cosas, entre ellas perforaciones y tatuajes, aunque este último solo fue uno, ya que me dolió tanto que no quise volver a probar, descarto la idea deliberadamente, esta soy yo y no voy a cambiar por una gala, además los aros son delicados.   Busco mi bolso de mano beige al igual que mis sandalias de tiras y salgo a mi auto. El lugar es un poco alejado de mi casa, pensaba ir en taxi, pero la verdad es que no pienso tomar mucho y tampoco quedarme demasiado, estas reuniones no me gustan, prefiero los bares, boliches, pero esto, conocer hombres babosos con intensiones dudosas que esperan que les hagas un felación u ofrezcas tus servicios a cambio de plata no es lo mío.   Llego al hotel donde se realiza la fiesta, en la entrada un muchacho de no más de 24 años espera para recibir mi coche, su pantalón es n***o y su chaleco rojo, no pude evitar compararlo con los soldaditos de juguetes, bajo del auto para entregarle las llaves y me sonríe de forma coqueta. Lo observo un momento, sus ojos y cabellos son negros, es delgado y un poco más bajo que yo. Deposito la llave en su mano y le digo mi nombre mientras camino dentro del lugar. Observo cada pequeño detalle, una gran colección de mesas se esparcen por todo el lugar, los mozos pasean con bandejas de vino y champaña, las mujeres llevan vestidos largos de todos los colores y los hombres con esmoquin. Mis ojos viajan por el lugar mientras acepto una copa del exquisito liquido burbujeante, a lo lejos una barra me llama desesperadamente y digo desesperadamente porque necesito algo más fuerte que esto. -          ¡Llegaste! – la morocha me abraza – Estás bellísima has visto cómo te miran, tus ojos resaltan increíblemente… -          Tú estás bellísima – Katy lleva un vestido n***o corte sirena sin tiras, su pelo n***o está semirrecogido y unos pendientes largos caen de sus orejas. -          Necesito un trago – mis ojos son de pura suplica. -          Vamos con el hermoso barman – muerde su labio – Te juro que, entre el personal del catering, los doctores y algunos de los millonarios… mi entrepierna está que arde – se abanica con la mano. -          Tienes dos opciones o escoges uno y te lo coges…. O te emborrachas – la codeo – Yo hare la segunda.   Kat abre la boca para hablar, pero me dirijo a la barra antes de que emita palabra, saludo amablemente al muchacho que atiende y le consulto que hay para tomar, al final me decido por un Cosmopolitan. A esta reunión de falta onda. -          ¿Por qué tienes esa cara? – Kat me mira -          Esto es super aburrido, tendría que poner cuarteto, reggaetón o cumbia -mi amiga frunce el ceño. -          Es una gala para conseguir plata para el hospital no un boliche – niega con la cabeza. -          Una bachata… algo amiga. Tenemos que hablar con muchos viejos babosos y ni siquiera son capaces de ponerte un tema de Damas Gratis para hacerlo más divertido – bebo toda la copa y le hago seña a Matt para que me haga otra.   Matt es el barman del lugar, lo se gracias al pequeño cartel en su chaleco n***o, sus ojos son de un gris humo y su cabello n***o hace contraste con su piel blanca. -          ¿Damas Gratis? – me mira confundida -          La próxima que vaya a Argentina, te vienes conmigo – recibo el trago – Los boliches de allá son geniales – le sonrió - Ahora vamos por esos billetes así puedo largarme de aquí   A cada residente le toca hablar del servicio de su tutor, como nuestro jefe es el doctor Ray nuestro objetivo es conseguir donaciones para traumatología y la sala de emergencias y eso es lo que hare, me paseo de persona en persona explicándole porque es importante su aporte para el hospital, pero sobre todo para emergencias. Ya que si en alguna ocasión necesitaran llegar al servicio sería un desastre no contar con todo lo necesario para su buena atención.   Habían pasado dos horas, 8 Cosmopolitan y una copa de champaña y yo ya tenía 250 mil dólares en cheques, no en mano obviamente, no se aceptaba plata en efectivo o cheques en el lugar, sino que las personas hacían una trasferencia bancaria y después firmaban un papel con el monto que habían donado y al servicio de correspondía. -          Pago un millón por tener esas piernas en mi cama – la voz de un hombre en mi oreja hablando español me detuvo. -          Si lo que quiere es una puta, está en el lugar incorrecto – doy media vuelta – Vaya un par de cuadras más abajo y seguro encuentra – comienzo a caminar y me toma del brazo. -          Vaya, sabes español – sonríe coqueto - No creo que quieras irte – se acerca más a mí y me tenso – Es una buena oferta, estoy seguro que te encantara tenerme entre… - se tensa y calla. -          Mi amor te he estado buscando – una mano se apoya en mi cintura y me acerca a su cuerpo – Buenas noches – saluda al tipo y me aprieta para que reacciones cuando ve que me he quedado muda. -          Lo siento cariño, estuve buscando las donaciones y me olvide de mandarte un mensaje – mis ojos se conectan con el azul de su mirada – Justo el señor… - lo miro esperando su nombre. -          Scott… Charly Scott. – responde todavía viendo nuestro agarre. -          Eso mismo, me comentaba que quería donar un millón a tu servicio – le sonrío a Ray y vuelvo mi vista al guanaco. -          Eso es muy generoso de su parte – responde Ray. -          No, vera… creo que escucho mal señorita. -          Creo que escuche bien – cruzo mis brazos – Me ofreció un millón. Usted hablo en español, lo sé, pero fue lo que dijo, vera mi madre es latina, asique el español es una de mis lenguas madres, entiendo a la perfección cada palabra – le mantengo la mirada y él no dice nada. -          ¿Estás segura que dijo eso? – Ray espera que le responda y don guanaco se tensa más. -          Sabes que cariño, voy a serte sincera, este señor de acá me ofreció un millón, pero no para ti, sino para… - espero un momento y Ray aprieta la mandíbula. -          ¿Para qué? – habla con rabia -          Para el servicio de emergencia – responde el hombre rápidamente – Solo necesito el número de cuenta. Sonrío maliciosamente mientras Ray le da el número y él hombre hace la transacción totalmente enojado y entiendo perfectamente porque acabo de hacer que pierda un millón de dólares por baboso y degenerado. Por otro lado, Ray no me suelta en ningún momento, al contrario, su mano acaricia levente el lugar donde se encuentra. Katy pasa cerca de nosotros y me mira extrañada. -          Muchas gracias por su donación – responde mi jefe con falsa simpatía – Que tenga buenas noches. -          Buenas noches – nos saluda a ambos y se marcha. -          ¿Para qué te ofreció un millón? – mira cómo se marcha con los dientes apretados. -          Para llevarme a la cama – me alejo – Muchas gracias por la ayuda, espero tenga buenas noches. – estoy por irme y me toma de la mano. -          ¿Por qué siempre huyes de mí? – sus ojos me observan. -          Nada bueno va a salir de esto Ray - resoplo - ¿Qué quieres de mí? Ya me besaste, no es suficiente – le hago señas a Matt para que me prepare otro trago. -          No, no lo es – mira la dirección de mi seña - ¿Vas a seguir bebiendo? – frunce la frente – Por dios Paige, enserio quiero hablar contigo – pongo los ojos en blanco y sigo caminando -          Yo no tengo nada que hablar Ray – recibo el trago – Nos están viendo todos ¿no te importa? -          No – me saca el trago y lo deja en la barra – Creo que ya es suficiente, llevas 10 de estos. -          ¿Me estas espiando? – cruzo los brazos por debajo de mi pecho y está por hablar, pero lo interrumpo – Sabes qué, no importa, no me interesa nada de esto… me largo.   Y acá voy golpeando los pies cual niña quinceañera, toda enojada, aunque no se bien el porqué, en teoría debería agradecerle el salvarme con el baboso aquel, pero necesito alejarme de él.     Ray puede llegar a ser un peligro para mí y no estoy dispuesta a correr el riesgo, porque lo que pase entre nosotros, puede ser muy intenso, yo sé que voy a salir lastimada y no quiero, no quiero que me dañen, no quiero llorar, pero sobre todas las cosas no quiero enamorarme y menos de alguien a quien voy a tener que ver a diario. -          Paige Sellers – digo mi nombre al chico para que me traiga el auto. -          No vas a conducir en ese estado – lo miro de forma fulminante. -          Tú también has bebido asique no me jodas – pasa la mano por su cara. -          No he bebido, yo no tomo – veo mi auto y bajo las escaleras, cuando el chico me está por dar las llaves me las quita. - ¿Qué haces? -          Yo manejo – se sube en el lugar del conductor y espera que tome asiento. -          Eres insoportable – le gruño cuando subo. -          La dirección Paige – arranca el auto y sale. -          ¿Y tú auto? – lo observo. -          No vine en mi auto, ahora dime donde tengo que ir y listo. – le paso la dirección y emprende camino. Ninguno de los dos habla, yo solo me dedico a mirar por la ventanilla mientras él se desplaza sin problema entre los autos. No sé si quiero reírme o llorar por toda esta situación y es que, es de locos que la persona que se encuentra a mi lado sea por quien se babea medio hospital y que yo lo esté rechazando una y otra vez. Le indico donde está el estacionamiento, para el auto y me bajo. -          Supongo que muchas gracias – extiendo la mano para recibir las llaves – Buenas noches. -          No me voy a ir hasta que hablemos – pongo los ojos en blanco y resoplo mientras caminamos a mi departamento. -          ¿Qué quieres hablar? – suelto una vez que cierro la puerta. -          ¿Por qué huyes de mí? – su mirada viaja por todo el comedor. -          No huyo, simplemente no me interesa – me saco los zapatos - ¿Por qué no lo dejas estar de una vez? -          Porque no me interesa hacerlo – sube los hombros – Quiero estar contigo ¿no lo deje claro? -          Ósea que lo que quieres es acostarte y listo, me dejaras en paz… - una parte de mí espera que niegue lo que acabo de decir y otra que lo afirme así acabo con todo esto de una vez. -          ¿Tienes miedo al compromiso? ¿Es eso? – se acerca a mí – Porque no entiendo como eres capaz de negar lo que nos pasa a ambos. -          Y tú – levanto la ceja – ¿Le tienes miedo? -          Sí, muchísimo. No me interesa ningún tipo de relación… – algo en mi se rompió al escuchar esas palabras – …O al menos no me interesaba hasta ahora, es que después del beso, joder... – camino de un lado al otro y volvió a ponerse frente a mí - Paige antes del beso ya pensaba en ti, pensé que me llamaba la atención lo buena que eras en tu trabajo, pero después te vi coquetear con el enfermero ese y me molesté, al principio no entendía por qué… - se vuelve a acercar - … después oí que no tenías sexo hacía mucho y fue el mejor día de mi vida, pero duro poco porque ya después te acostaste con un tipo y volví a sentir el mismo enojo – se queda callado. -          ¿Estás celoso? – es una pregunta muy tonta porque sé que lo está, todo lo que acaba de decir es la demostración perfecta de celos. -          Sí – me toma por la cintura – No quiero que nadie te toque, no quiero que te coqueteen o te miren siquiera – mi mirada se clava en la suya – Desde que nos besamos no puedo sacarte de mi mente, simplemente me parece imposible y no quiero hacerlo, por favor Paige… - apoya su frente en la mía – No huyas más de mí. Mi boca impacto con la suya apenas termino de decir esas palabras, sus manos se aferraron más a mi cintura mientras acercaba mi cuerpo al suyo, mis piernas se aflojaron y tuve que agarrarme de sus brazos para no caerme, su lengua y la mía bailaban el mismo baile mientras mis manos le sacaban su saco, Ray mordió suavemente mi labio y un gemido salió de mi boca, entre besos y jadeos lo fui llevando conmigo a mi habitación, mientras nuestras prendas caían, la estaba jodiendo, dios estaba jugando con fuego pero no pude más, no aguante las y me deje llevar.   
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