Al final de la noche tengo adelantado el trabajo, me faltan algunos detalles hasta que Elena ingresa con los manuscritos de las declaraciones. - ¿Necesita algo más? - Pensé que te habías ido, eres la única que podía irse. - Si usted está aquí, yo no puedo dejarlo solo. Su padre ha llamado varias veces e insiste en que es el único que falta en la mesa familiar. - ¿Mi hermana no cuenta? Dile que me perdí en el camino y no llevo rumbo. Sin excusa. -*- Qué ruido tan fastidioso, me terminó de despertar con lo que me costó conciliar el sueño. - ¡Voy! Dios no dejan dormir. Abro la puerta, es mi padre, el gran Viera. - Vaya, qué honor tener al señor tan temprano por estos bajos mundos, no puse la alfombra roja, cuidado se ensucia. - Deja de decir estupideces — entra al departamento como