Capitulo 3

2403 Words
Después de una hora de viaje que fue una tortura... Bueno, la verdad no lo fue, pero el tonto me saco de mi confort varias veces, ya hemos llegado a la ciudad. Bajé lo más rápido que pude hasta llegar a dónde Will. - Hola, llegas con veinte minutos de retraso, eso debió volverte loca. - Un poco, un tarado malcriado haciendo un escándalo por un puesto, nada serio. - Lista. - Podrías decirme ¿Qué hago aquí? Armando solo me dijo que fuera amable y pensara antes de hablar. - Reasonable. - Will, ¿a quién vamos a ver? - Ya lo verás, pero primero vamos al hotel para que te aliste y después a la reunión. - Tengo la impresión de que esto no me va a gustar. - Tal vez, pero saldremos rápido si haces lo que se te dice. Me quedo parada en la mitad del pasillo y lo observó — razonar antes de hablar, ser amable, aunque no quiera y hacer lo que se me diga. Son tres de las cosas que no me gusta hacer, esto definitivamente no es bueno. Llegamos al hotel, me dan mi habitación y vamos al lobby mientras Will va diciéndome que hacer, es cuando caigo en cuenta que se trata del señor Gómez. - ¿Ya te grabaste lo que debes decir? - Sabes que no voy a hacer nada de esto —hace una expresión de derrota — no voy a dar mi brazo a torcer, cuando lo que dice es mentira. - Charlotte, vamos a llegar a un acuerdo, el hombre cedió, solo discúlpate. - No lo voy a hacer, por qué no cometí ningún error, que se disculpe él. Me levanto para irme del lugar mientras Will me llama, ve que engañarme para disculparme con ese asesino de la moda, tan superficial. - ¡Aah! — lo que me faltaba. Me tropiezo con unos carteles y termino envuelta en ellos, mientras más trato de zafarme más enredada estoy. - ¿Qué hace? — me pregunta una chica ¿Qué pregunta? - Estoy jugando, ¿no ve? - Señorita, no puede estar aquí. - ¿En serio? Es que yo quiero estar aquí por qué me gusta, me queda tan lindo el vestido de la papelería — le digo con sarcasmo mientras trato de quitarme los carteles — ¡Ah! - Linda Ropa. Escucho esa voz tan particular que se está haciendo costumbre a mi lado, no puede ser, el tonto malcriado. - Tú si sabes llamar la atención. - Ya ves, soy una chica que no pasa desapercibida. - Parece que necesitas ayuda — lo veo de mala forma — solo debes pedirla. - Puedo sola — intento soltarme y termino cayendo al piso — ¡Aaaa!. Esto no puede ser, que vergüenza, esto solo me pasa a mí y al pato Donald's. Lo veo arrodillado a mi lado mientras ve mi desastre. - ¿Seguro, no necesitas ayuda? — lo miro molesta — ¿O solo te gusta que te levanté del piso cada vez que te veo? - ¿Tu trabajo es hacer preguntas estúpidas cuando me ves? - Recuerda que soy un tonto — me guiña un ojo — adiós, odiosita. Se va a ir, ¿en serio? — ¡Oye! - ¡Dime! - No seas tonto, ¿A caso eres ciego? - ¿Ahora quién hace preguntas sin sentido? —dame paciencia. - Sácame de este enredo. - ¿Yo?, mm — me ve de arriba abajo — ¿Por qué haría eso? - Dijiste que eres abogado, tu trabajo es resolver problemas, yo estoy en un problema. - Pero no has contratado mis servicios, y yo no sé si aceptar, trabajar con un cliente tan ácido puede causarme una gastritis o una úlcera. Este hombre colma mi paciencia. - Tal vez si me lo pides amablemente, después de todo creo que la chica está un poco molesta porque dañaste su material. - ¿Qué tarada pone un cartel en medio del pasillo? - Modera ese vocabulario, te puede meter en problemas. - Ja, ya estoy en problemas por eso y aquí sigo. ¿Me ayudas o no? - No me lo has pedido amablemente. - ¿Cómo es amablemente? - A ver. Puedes decirme, guapo e irresistible, abogado, ya que usted es tan amable y bueno conmigo, y admito que me tiene loca de amor, puede ayudarme y sacarme de este nido de papel en el que estoy envuelta y aceptar una cena conmigo — esa sonrisa de burla y mirada pícara. - Además de eso también ¿quiere que te haga el desayuno y te tienda la cama? - No, eso lo puede hacer el personal del hotel, pero no me molestó si quieres pasar la noche en mis aposentos — trato de moverme en este enredo de hilo y papel para sacarle los ojos y termino más enredada de lo que estaba. - Te voy a matar después de sacar tus ojos y cortarte la lengua si no me sacas de este enredo — se ríe. - Diciéndome esas cosas menos te voy a sacar de ahí, aprecio mi vida. - Eres insoportable. - ¿Charlotte? - ¿Will? Gracias, alguien con sentido común. Ayúdame a salir de este enredo. Ayuda a levantarme y salir del enredo de papel en el que estoy. - ¿Cómo terminaste metida aquí? - Iba caminando y terminé tropezando con esto — señalo el cartel, y la gente en vez de ayudar se burla. - Yo no me burlaba — termina interrumpiendo el tonto. - ¿Usted es...? — le pregunta Will. - Nadie — le respondo — un tonto con déficit de atención y problemas emocionales. - Yo no soy quien tiene problemas de ira. - Te voy… — le voy a pegar cuando da tres pasos para atrás en forma de defensa. - Un día de esto te demandaré por daños y prejuicio hacia mi persona. - Para eso tendría que pegarte y hasta ahora tú eres el que me ha agredido a mí las últimas tres veces que te he visto. - Ya va, ¿quién eres tú? ¿Y de que agresión hablas? — menciona Will. - Es que la dama está enamorada de mí y no acepta un no por respuesta. - Ya cállate — le respondí — no le hagas caso Will, él tiene problemas psicológicos. - Buenas tardes, vaya, miren a quién encontramos aquí, a mi bella Charlotte. Además de lidiar con un tonto, ahora con un egocéntrico. Volteé y mis ojos se irritan al verlo con un pantalón rosado y una blusa de cuadro de muchos colores llamativos, zapatos verdes y un gorro azul. - Señor, Gómez. - Pensé que nos veríamos en el restaurante para llegar a los términos de la demanda — menciona Will. - No hay términos porque esa demanda es una estupidez — digo y Will me pellizca. - ¿Qué te dije? - No me toques, porque te dejo calvo. - Charlotte, siempre tan dulce. - Usted siempre tan... Usted. - ¿Por qué no vamos al restaurante y hablamos sobre este tema? - No hay nada de qué hablar — le digo a todos. - Charlotte. - Esto es una estupidez, a ver — miró al tonto — tú, explícale a esta gente que es una estupidez esa demanda. - ¿Yo? Me le acerqué y le susurro — eres abogado, pues usa tus dotes de abogado a menos que me hayas mentido, se útil. - ¿Y qué se supone que diré si no sé de qué hablan? Adivino no soy. - ¿Y esté quién es para opinar? — dice de mal humor el señor Gómez. - Mi abogado. - No acabas de decir que... - Shu... — calló a Will. - A ver — ¿cómo se llama este tonto? — señor abogado, explícale a esta gente que esa demanda es una estupidez. - Nos permiten un momento. El tonto me toma del brazo y me aparta de todos y me lleva detrás de un muro. - ¿Qué crees que haces? — le digo. - ¿Qué crees que haces tú? Te puedo dejar pasar todo, pero mi trabajo no se toca. - Eres abogado, necesito un abogado, haz tu trabajo. - Y no sé nada de esa demanda ¿Estás loca? No puedes avergonzarme así — vaya, tiene carácter, ¿dónde está el gracioso hombre de hace un rato? - No te avergüenzo, a ver te explico. Ese payaso que está ahí era un cliente de la empresa, pidió un diseño y todo un proceso de marketing, se le hizo y cuando se le entregó en menos de una semana tuvo un éxito. - ¿Cuál es el problema? - El problema es que, después de una hora del lanzamiento, pidió que se le cambiará todo, eso es ilógico porque según él no fue lo que pidió, y lo quería más llamativo. - Sigo sin ver el problema. - ¿Estás viendo como está vestido? — lo ve. - Sí, claro. No pasa desapercibido, mis ojos están que lloran sangre al verlo. ¿Tendrá un asesor de imagen? - ¿A quién le importa? Concéntrate. ¿Crees que voy a aceptar sugerencias de ese tipo? No, claro que no. El caso es que cuando me dijo que quería cambiar los colores le dije que no era posible, que ya se había aprobado el proyecto y el resultado era mejor de lo esperado, así que debía pagar lo acordado y él me dijo: — Textualmente que "una chica que no sabe de moda, que solo usa traje gris y n***o, además de simple no puede decirle cómo iba a hacer su página de moda, así que él no iba a pagar nada". Y es ilógico porque se vestirme muy bien. - Y con lo poco que te conozco fuiste tan amable y le diste una respuesta muy dulce — me mira de arriba abajo — y si te sabes vestir. - Exactamente. Le dije "si tenía unos gustos tan despampanantes, y era un éxito, ¿Por qué pidió ayuda?. Que todo lo que decía eran excusas para no cancelar nuestro trabajo" así que empezó a decir un montón de estupideces y le dije que era un embaucador, reprimido y ególatra; por eso nos demanda. - Eso es estúpido y tu manera de expresarte no fue la mejor. - Es lo que estoy diciendo, ahora tú qué eres abogado vas y se lo dices — se ríe. - Sabía que esa boquita te iba a meter en problemas, ¿Qué pide a cambio? - Una disculpa de mi parte en público, cosa que no va a suceder ni en sus sueños. - Ya veo, y la pequeña odiosa sería incapaz de bajarse de los tacones y pedir disculpas. - Hace años se me olvido como se hace eso, ¿y bien? ¿Mucho trabajo para ti o debo buscar a otro abogado? - Tú tienes una manera muy rara de contratar a la gente o pedir ayuda. Pídemelo con amabilidad. - Claro — lo tomo por el cabello y se lo jalo — ¿me haces el favor de ser mi abogado o te dejo calvo? - Vaya, qué manera de pedir las cosas — lo suelto mientras se soba el cuero cabelludo — debemos mejorar nuestra comunicación, así no vamos a poder ser un ejemplo para Diego y Diana — este se volvió loco ahora. - ¿Quiénes son esos? - Nuestros futuros descendientes. - ¿Quién? Olvídalo, camina. - Qué carácter. La cena — lo observó. - ¿Qué cena? - La nuestra, si no hay cena, no hay abogado — cruza sus manos. - Eso es chantaje. - Tic Tac... Te esperan — señala el pasillo. - ¿Me dices que, si no ceno contigo, no me vas a ayudar? - Exacto, míralo como tu paga a mis servicios. - Tú eres... - Un abogado que necesitas para salir de un problema, por lo que veo y no solo con él, sino con la chica a la cual acabas de dañar su material. - Estaba en la mitad, y casi me parte un pie o la cabeza. - Cena o nada. Tic Tac — este cretino. - Bien. No puede salir peor que otro golpe en la cabeza, una intoxicación por dulce o un enredo de papelería. Lo dejo detrás de mí y camino al pasillo. - Aquí estamos. - Charlotte, ¿lista para disculparte? —menciona Gómez. - Se disculpará la mamá de usted por qué yo no. - Charlotte... — escucho a Will. - Haz silencio, y no compliques las cosas – este tonto me acaba de callar - Lo que mi cliente quiere decir es que no hay demanda sostenible en este caso, simplemente porque no hay incumplimiento de contrato — habla el tonto — usted pidió un servicio, la empresa se lo dio y hasta lo que sé con excelentes resultados, los cuales fueron aprobados por usted ¿Me equivoco? - No, pero... - Si usted decidió cambiar el proyecto en el último momento, eso no es culpa de mi cliente, sino el suyo, pero debe cancelar el producto o lo demandaremos, retiraremos el servicio y publicaremos un anuncio sobre su marca expresando lo tramposo y aprovechado que resulto ser el dueño de la marca de moda más famosa del momento, según usted y por ayuda de los servicios de mi clienta. Por lo tanto, su demanda no tiene fundamento alguno. El tonto no es tan malo como creía — es más, háblele a su abogado y nos vemos en dos horas en el restaurante. Con permiso. Me toma de la mano y seguimos nuestro camino, me ha dejado sin decir una palabra. - ¿Sorprendida, mi odiosa? - No mucho, pero él si lo está. - Soy un gran abogado. Al salir está lloviendo... Y se queda bajo la lluvia y trato de soltarme. - Oye, suéltame, está lloviendo. - ¿Y qué? ¿Eres frágil que no puedes mojarte? - Me han dicho muchas cosas menos, frágil. - Pues entonces disfruta de la lluvia, dice que limpia el alma. - O te provoca una neumonía. - Descuida, yo te cuido — me guiña un ojo — y empieza a dar vuelta conmigo bajo la lluvia. Este hombre está loco.
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