La actitud de los soldados me resulta familiar, cuando el Marqués Oslo intentó entrar al campamento hicieron que dejara sus armas en el suelo, en cuanto a su guardaespaldas Víctor Feral, recuerdo que casi muere. Escucho gritos. – ¡Marqués! – me apresuro a la entrada. – Señorita Sheridan, no puede pasar – me detiene un soldado con la mano en la empuñadura de su espada y sir Evans lo bloquea, el soldado me mira y se humedece los labios – señorita, fueron ordenes de su majestad. ¡Alexis ordenó esto! – Baronesa Sigfred – grita el Marqués – necesito entregarle una carta, es de la señorita Silas. ¡Elizabeth! – necesito ver esa carta – de nuevo me detienen. Uno de los soldados golpea al Marqués y Víctor se interpone, a mi alrededor de pronto hay más soldados, sir Evans me defiende, pero, n