Capítulo 12. La canción de los niños

4704 Words
Ellina, Alyssa y Leonardo caminaban sobre el puente de Brooklyn, estaba sostenido en pie sin ningún daño aparente, como si no hubiera un apocalipsis a unos pasos de él. —¿Cómo es que llegaron hasta aquí desde Central Park? —preguntó Ellina deteniendo su paso lo que provocó que todos se detuvieran. Alyssa y Leonardo se vieron de forma cómplice, pero ninguno abrió la boca para decir nada. —¡Tenemos que volver para salvar a mi familia! —dijo Alyssa desesperada —¡No volveremos! —gritó Ellina furiosa y frustrada—. ¿Acaso enloqueciste?, ¡Apenas escapamos, van a matarnos! —¡No abandonaré a mi familia! —gritó Alyssa —¡Tranquilas! —gritó Leonardo interrumpiéndolas—. Necesitamos estar tranquilos todos, pero antes necesito saber toda la verdad, sé que ustedes saben más que cualquiera sobre esas horribles criaturas, así que les pido, ¡Más bien les exijo que me digan todo lo que saben! Alyssa y Ellina se miraron, Ellina hacía algunos gestos indicándole a Alyssa que no hablará. Alyssa miraba a Leonardo de reojo y él a la vez las observaba cauteloso. —¡Ellina es un hada de Hansti, tiene poderes, y el mundo se va a acabar, pero ella se niega a salvarnos! —dijo Alyssa sin medir sus palabras. Ellina la miró impactada, no podía creer que hubiese dicho todo eso delante de Leonardo, que no significaba más que un simple extraño para ella. El hada estaba furiosa —¡Cállate, estás enloqueciendo, estoy tratando de ayudarte, ahora estás hablando tonterías! —dijo Ellina —¿Ayudarme?, ¡Entonces hazlo, di la verdad, quiero escucharla porque entre tantas mentiras que has dicho no sé qué creer! Ellina tenía los ojos enrojecidos entre el enojo y el dolor —¡Estoy tratando de salvarte, niña estúpida!, ¿No te das cuenta de que estoy haciendo esto por ti? Pude irme en cuanto pisé la tierra, en cambio me quedé aquí solo por ti, para cuidarte y protegerte, ¿Por qué? —Ellina se preguntó así misma y Alyssa la miraba con frustración—. Eres la única amiga que tengo en todo el universo, incluso aunque parezca ilógico en este corto tiempo me enseñaste a amar a otra persona que no fuera yo —dijo Ellina con la voz temblorosa y lágrimas calientes recorrieron su rostro. Para decepción de Ellina, Alyssa permaneció en silencio ante aquellas palabras sin saber qué decir. Ellina limpió las lágrimas con las palmas de las manos y frustrada lanzó una gélida mirada a Leonardo —Yo no puedo salvar a nadie. Esta realidad va a extinguirse junto con toda la vida que hay. Leonardo estaba enojado —¡Mi madre y mi hija están muertas!, vi sus cuerpos apilados entre aquella montaña de c*******s, ¿Crees que me importa sobrevivir o morir?, ¡Mi mundo ya llegó a su fin!, pero solo una vez antes de morir quiero saber la verdad. Ellina escuchó aquellas palabras, a su mente vinieron los recuerdos de Fanny y Carmen quienes hasta hace unas horas habían estado junto a ella y ahora estaban muertas, el hada caminó de un lado a otro intentando respirar para tranquilizarse. En cambio, Alyssa no dejaba de llorar en silencio. Ellina se detuvo. —Está bien, contaré la verdad. Leonardo la miró expectante, mientras que Alyssa contuvo el llanto, dispuesta a escucharla. —Nací en Hansti, nosotros creemos en la gran energía creadora. A través de ella se crea todo, los planetas, las estrellas, las galaxias, cada uno de los seres vivos, creemos que todo es una extensión de esa energía que se alimenta de cada experiencia vivida. Los Hansti convivimos y compartimos esta teoría con ciento doce razas de todo el universo, existen también otras razas con las que no tenemos ningún contacto, algunas porque son muy hostiles y otras muy primitivas—Leonardo y Alyssa estaban escuchando con atención a pesar de que no comprendían lo que les decía el hada. —. La Tierra, siempre ha sido muy importante para la gran energía, los Hansti han intervenido para ayudar, generalmente con adolescentes y niños, intentamos actuar a favor de la gran energía —dijo Ellina —¿De qué manera? —preguntó Leonardo interrumpiendo a Ellina, intentó hacer más clara su pregunta—. ¿De qué manera ayudan a esa energía y que hacen con los niños? —No hacemos daño. Solo hacemos lo más conveniente, de alguna forma modificamos sus actitudes, conductas o emociones a favor de la gran energía, pero jamás hacemos daño —dijo Ellina con miedo de que no le creyeran —¿Cómo saben que realmente ayudan a esa energía? —preguntó Leonardo —Tenemos tecnología que ustedes apenas imaginan, estudios que demuestran la existencia irrefutable de la gran energía. ¡Cómo una gran fuente que se derrama! —dijo Ellina sonriendo —¿Y esa gran energía, es buena? —preguntó Alyssa. Ellina borró la sonrisa de su rostro—. No puedo entender, ¿Por qué nos hace sufrir tanto? —dijo Alyssa con voz entrecortada Leonardo no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas ante las palabras de Alyssa, Ellina no sabía cómo explicarlo. —Ustedes no pueden entender que no existe lo bueno y lo malo, son solo experiencias que deben vivir y todas tienen un propósito —dijo Ellina mientras retiraba su cabello del rostro —¡No lo entendemos!, ¿Por qué murió la familia de Leonardo?, ¿Y mis padres? ¡Jamás los veré de nuevo!, pero es una experiencia que debía vivir, ¿Para qué? —dijo Alyssa enojada y triste Ellina estaba frustrada, pero sabía que los humanos no podían comprender aquel concepto que a ella le habían enseñado desde que nació, ahora entendía, por eso los Hansti no tenían familia, ni amigos, ni amor, estaban tan desprendidos que no generaban ninguna emoción que pudiera alimentar a la gran energía, por eso ellos le servían, pero nunca la nutrían. Y en medio de esa confusión, Ellina pensó si era verdad que los Hansti eran los elegidos de la gran energía y si un día llegarían a ser parte de su gran y magnífica llama. —Para evolucionar, Alyssa —dijo con voz apagada—. Algún día las experiencias de tu alma te ayudarán a llegar hasta la gran energía, y ser una sola con ella, como en el principio. Somos la misma energía reconociéndose a sí misma. —¿Cómo encontraste a Alyssa, por qué motivo estás junto a ella? —preguntó Leonardo —Alyssa era parte de una misión que yo tenía hace catorce años —dijo Ellina, Leonardo y Alyssa se miraron incrédulos —¿Hace catorce años? —dijeron al unísono —Sí, yo tenía que ayudar a la gran energía, porque Alyssa estaba tomando decisiones que no eran adecuadas. Pero Alyssa tuvo un accidente y casi pierde la vida, asustada, hice un portal a una nueva realidad creyendo que ocultaría mi error, todo este tiempo creí que era una realidad artificial, pero no lo creo más, tratando de remediar mi error decidí que lo mejor era traer a Alyssa a la realidad correcta, pero cuando lo hice no tenía idea que había creado un vínculo tan poderoso que alimentaba a la gran energía y al cortarlo hice que todos en Hansti descubrieran la verdad y lo demás ya lo saben —dijo Ellina agotada de tanto explicar. —¿Entonces yo estuve en otra realidad y después volví a mi realidad?, ¿Entonces hay otras realidades? —dijo Alyssa Ellina asintió, deseando no haber dicho todo eso. —. ¡Entonces llévanos a otra realidad y sálvanos! —dijo Alyssa, Leonardo estaba pensativo ante lo que Alyssa decía. —¡Es imposible! —gritó Ellina—. En cada realidad hay uno como ustedes, aunque con diferencias, si hago eso alteraríamos a la gran energía, creando daños irreversibles. —Y esas criaturas, ¿Quiénes son? —preguntó Leonardo desesperado por conocer el resto de la verdad —Son Kygos del planeta Kraal, son seres primitivos, buscan llevarse cualquier tipo de riqueza que tenga la tierra para llevarlo a su planeta, reaccionan solo por puro instinto —dijo Ellina —¿Y los otros, los voladores?, ¿Quiénes son? —preguntó Leonardo —Son Lactinos —dijo Ellina pensativa, pero después regresó al tema—. Lo poco que sé, es que los lactinos piensan que son los habitantes originales de un planeta que se extinguió hace millones de años. Estaba en un sistema binario y su planeta Vía Láctea giraba alrededor de una estrella a la que llamaban Galante, pero para su desgracia era una estrella vieja y ante su cercana muerte provocó la extinción del planeta y sus habitantes. Los lactinos eran muy primitivos, la leyenda cuenta que en su apocalipsis crearon hechizos energéticos tan poderosos, que cuando sus almas reencarnaron surgió una relación karmatica entre ellos, Pandora es la líder, busca restablecer su población y por eso ha ido de mundo en mundo dándoles de beber esa pócima, que provoca en los auténticos lactinos los recuerdos de su vida en la vía láctea y entonces recuperan su forma física original —dijo Ellina —¡Pero eso está matando a todos! —dijo Leonardo asustado, no olvidaba que por esa pócima su hija y su madre habían muerto —Sí, porque es una pócima dañina —dijo Ellina, había contado todo y de algún modo se sentía liberada. Se quedó en silencio, por primera vez podía comprender por qué existían los desalmados, tratar de entender todo eso podía enloquecer la mente hasta perder la razón por completo. A escasos kilómetros de distancia, el hada Pandora sobrevolaba en búsqueda de los fugitivos, acompañada de su escuadrón de lactinos más leales. Creía haber encontrado lo que con tanto ahínco buscaba, cada pérdida y dolor por fin valían la pena, y pese a todo lo vivido aquella hada seguía pensando que el fin justificaba los medios. —¡Pandora, hemos encontrado por fin a Aura, Zoú y Affyre, están en un lugar llamado Long Island, están escondiendo a humanos de nosotros!, debemos acusarlos de alta traición, quizás deberíamos dejarlos morir aquí mismo —dijo un lactino Pandora caminaba sobre las calles de Nueva York, todos los humanos corrían entre gritos de pánico al ver a aquellos seres cruzarse por su camino. —Reúne un escuadrón y captúrenlos, tráiganlos ante mí, pero no les hagan ningún daño —dijo Pandora, el lactino iba a interrumpirla para decir algo más, pero ella no se lo permitió—. Ellos están muy confundidos, aún no se adaptan a su vida real y tenemos que darles tiempo, todos pasamos por algo así. Su naturaleza siempre ha sido benévola no podemos pedirles que sean diferentes, por el contrario, debemos agradecer a nuestros Shadowds porque los hemos recuperado. Nadie quiere ver sufrir a los humanos, pero lo haremos, si eso nos salva a nosotros—dijo Pandora —Está bien, iremos por ellos y los traeremos enseguida. —Cuando hayas vuelto nosotros tendremos a Celestial y al príncipe Lux y entonces volveremos a nuestra vía láctea, no me falles Kurt, confío en ti —dijo Pandora Kurt sonrió y después junto a otros seis magos, se elevaron por el cielo hacia Long Island. Leonardo, Alyssa y Ellina habían descendido del puente de Brooklyn y caminaban por las calles aledañas al puente, ninguno de los tres sabía hacia donde iban, aún era de día pese a que era el fin del mundo, el sol brillaba inclemente y caluroso, la ciudad se había vuelto desértica. Ellina llevaba su Hoz en la mano y miraba a todos lados, paranoica, esperando algún ataque; la otra Hoz se había quedado en aquella cárcel de central Park y sabía que ella era la única defensa que el par de humanos tenían, sentía tanta adrenalina en su cuerpo que pensó que podía despedazar a cualquier ser que intentara atacar. Leonardo y Alyssa caminaban en silencio total, parecían como dos fantasmas deambulando por la ciudad. El rostro de Leonardo estaba desencajado y sus ojos habían perdido aquel brillo que los volvía tan azules, jamás se recuperaría de la muerte de su hija y de su madre, aquel dolor se clavaría en su alma como una daga envenenada, se lamentaba, consumido por la culpa, pensando si hubiera podido ser un mejor padre e hijo. Habían caminado por más de quince minutos y aunque no sabían a donde se dirigían tampoco querían detenerse. La última comida que habían dado había sido la cena de la noche anterior. Era increíble cómo solo habían pasado unas horas desde que se habían despedido y Leonardo había sido capturado. Cuando pasaron por un restaurante que había sido vandalizado, se escondieron tras unos contenedores de basura al escuchar ruidos provenir del interior, observaron a dos mujeres y tres hombres salir de ahí con bolsas de plástico que contenían comida. Ellina salió del escondite y caminó al restaurante, armada con su Hoz, echó un vistazo y cuando estuvo segura de que no había nadie entró deprisa. Alyssa intento ir por Ellina, y fue detenida por Leonardo —No vayas —dijo el hombre tomando su brazo—. Ella es un hada, puede defenderse. Alyssa no estuvo segura si deseaba obedecer a Leonardo, pero de todos modos se quedó junto a él hasta el regreso de Ellina. —Vamos continuemos —dijo Ellina indicándoles que siguieran caminando Los dos la obedecieron y luego Ellina abrió la bolsa de plástico que traía y sacó tres sándwiches y le dio uno a cada uno. Alyssa tomó el suyo, pero Leonardo pareció ignorarla —Por favor come, Leonardo, si no lo haces te puedes enfermar —dijo Alyssa con preocupación —No tengo hambre —respondió el hombre —Tienes que comer o no tendrás energía para seguir caminando —dijo Ellina severamente —Por favor, Leonardo, si tú no comes yo tampoco lo haré —dijo Alyssa y regresó aquel pan a la bolsa de plástico que tenía Ellina, ella la miró inconforme pues no quería que Alyssa padeciera hambre, además no entendía por qué Alyssa le seguía dando tanta importancia a ese hombre —Está bien, tienes razón, vamos a comer —dijo Leonardo, no quería que esa niña enfermara porque ahora era lo único que tenía. Los tres se detuvieron un momento, mientras comían apresurados, quizás sería la última comida que tendrían antes del fin. Al terminar siguieron caminando sin rumbo y sin hablar. Cuando Kurt llegó con su escuadrón a Long Island, le resultó muy fácil capturar a Zoú, Aura y Affyre, porque ellos jamás habían sido seres de agresión, así que al verse atrapados optaron por negociar su captura, a cambio de la libertad de los humanos que querían salvar, Kurt no tuvo mayor problema en darles lo que ellos querían, pues sabía que habían encontrado a Celestial y Luxiano. Así que sin poner resistencia los llevaban hacia Pandora. Hartos de tanto caminar, se sentaron sobre una banqueta, Alyssa observó a su alrededor, aquel lugar había sido el bello Times Square, que ella solo conocía por televisión, había mucha gente caminando de un lado a otro, asustados y desaliñados, cuando su imagen se reflejó sobre un cristal de aparador comprobó que no era muy distinta a ellos, sus ropas estaban sucias y sus jeans estaban rotos de las rodillas, su cabello estaba despeinado entre rizos y encrespado, tenía un tono pálido amarillento en su piel y parecía haber perdido peso desde la última vez que se miró en un espejo. Se talló los ojos para evitar llorar delante de los demás. Entonces unos gritos desgarradores se escucharon no muy lejos de ellos y mucha gente comenzó a correr hacia la dirección donde estaban. Aunque les tomó un segundo reaccionar, al final ellos también comenzaron a correr lejos de ahí sin saber de qué huían. —¡Qué rayos sucede ahora!, ¿Qué nos persigue? —gritó Alyssa llorando y muy asustada. Leonardo corría a la par de ellas, tratando de no crear más pánico, giraba hacia atrás, pero no podía ver nada, salvo la multitud de gente tras ellos. Pero todos se detuvieron, ante sus ojos apareció una nave espacial plateada. Tenía forma de un triángulo y en el centro tenía forma de un óvalo, en las esquinas del triángulo emergían unas especies de antenas cortas que parecían ayudar a la nave a equilibrarse, tenía luces azuladas en la parte inferior, hacia un ruido parecido a una ráfaga de viento a medida que descendía, y cuando estuvo lo suficiente cerca del suelo, comenzó a abrirse una puerta de lado derecho liberando una pequeña escalinata. Los presentes en Times Square miraban estupefactos aquella escena, todos estaban reunidos frente a esa nave. Pero antes de que descendiera cualquier criatura, una música comenzó a resonar, el ruido era tan alto que parecía escucharse en todo el mundo. Comenzó con el sonido de violines lentos y notas de piano muy suaves, pero causaba una conmoción poderosa sobre los humanos. Cuando Ellina escuchó aquello abrió los ojos, aterrorizada miró a Alyssa, pero luego al recordar a Leonardo se invadió de pánico —¡No escuches eso, tapa tus oídos!, ¡No debes escuchar ese sonido! —dijo el hada fuera de control Leonardo la miró preocupado e intentó colocar sus manos en sus oídos obedeciéndola, Alyssa también colocó sus manos en sus oídos —¡Tú no!, ¡No te dañará a ti, solo a los adultos!, ¡Ayúdalos, adviértelos! —gritó Ellina, Alyssa quitó las manos de sus oídos y miró a su alrededor, había cientos de adultos por ahí y todos estaban escuchando eso, ella no sabía qué pasaría, pero comenzó a gritarles con desesperación que no escucharan la canción, pero la mayoría la miraban como si estuviera enloqueciendo, aunque algunos la obedecieron y pusieron sus manos sobre sus oídos, temerosos. Pero la música era cada vez más fuerte y penetrante en los sensibles oídos humanos. Ellina miraba impaciente a Leonardo —¿Qué sucede? —preguntó Leonardo y destapó uno de sus oídos para escuchar la respuesta, pero fue reprendido por Ellina —¡No lo hagas, no debes escuchar! —dijo el hada desesperada y tomó las manos de Leonardo quitándoselas de los oídos y colocando sus propias manos en las orejas de él, apretó el trago del pabellón auricular con cierto grado de fuerza para evitar que escuchará cualquier sonido. Se quedaron frente a frente y Leonardo permaneció inmóvil obedeciendo al hada. Leonardo miraba inquisitivamente los enormes ojos verdes de Ellina que parecían estar por derramar lágrimas. Alyssa intentaba convencer al resto de la gente de que no escucharan la canción. —¡No lo escuchen por favor! —gritó, pero vio a un hombre con los globos oculares enrojecidos después se volvieron oscuros, no había expresión en su rostro y permanecía como un objeto inanimado. Alyssa se echó a llorar aterrorizada, entonces la canción dejó de escucharse y el sonido de algunas trompetas asustaron a todos. De la nave comenzaron a descender un centenar de aquellos seres. Eran como niños de entre cinco a doce años y de unas estaturas que no superaban el metro y medio, parecían niños humanos, pero no lo eran, tenían ojos color plata con enormes pupilas dilatadas, parecían estar extasiados de una enorme felicidad y al descender comenzaron a caminar y correr entre la multitud entre risas y gritos de algarabía. La mayoría de los humanos los veían horrorizados y curiosos, pero nadie se atrevía a correr de ellos. Rodeaban a los adultos y se reían de ellos provocándoles una gran confusión, hasta que los ojos de los humanos se volvían oscuros y entonces tomaban su mano y no lo soltaban hasta llevarlos hasta su nave. Cuando llevaron a los primeros humanos a la nave y los vieron subir a ella, la gente vio como de las antenas comenzaba a salir un humo oscuro, y gritos de terror comenzaron a escucharse. No les tomó mucho tiempo darse cuenta de que los humanos capturados iban directo a la muerte, pulverizaban sus cuerpos al llegar a aquella nave. Entonces aquellos que no estaban bajo el efecto de la maldita canción de los niños comenzaron a correr para intentar escapar, en medio de gritos y pánico. Ellina quitó sus manos de Leonardo y comenzaron a correr junto a Alyssa, pero a donde iban también venían más niños, pronto se vieron rodeados de muchos de ellos —¡Escucha, Leonardo!, no los mires, ¡cierra tus ojos y tus manos hazlas un puño! —dijo Ellina, Leonardo respiraba muy rápido, sentía llegar su final y aunque era verdad que no tenía nada más por qué vivir, justo ahora tenía mucho miedo de morir—. Ellos no te llevarán si no escuchaste la canción, y tampoco lo harán si no miras sus ojos, ni permites que tomen tu mano, ¡Tienes que ser fuerte, nosotras te cuidaremos! Leonardo cerró los ojos con fuerza y cerró sus manos en un puño. Alyssa se acercó a Leonardo provocándole un gran susto que le hizo abrir los ojos, pero cuando descubrió que era ella los cerró de nuevo, Alyssa tomó los brazos de Leonardo e hizo una equis con ellos poniéndolos contra su pecho, para que los niños no pudieran alcanzarlos. Los niños cerca de ellos los aterrorizaban, Leonardo quería abrir los ojos, pero la vocecita de Alyssa que lo abrazaba con fuerza le hacía recuperarse y ser valiente —¡Te cuidaré, nadie te llevará, yo te cuidaré! —decía Alyssa entre sollozos Ellina los miraba, sabía que los niños del planeta platinado jamás la dañarían a ella al ser una Hansti, y tampoco lastimarían a Alyssa porque los adolescentes jamás serían adultos. Pero era horrible ver a tantos humanos tomando las manos de aquellos niños y ver como los guiaban hacia la muerte. Incluso para Ellina que sabía la verdad de la muerte, mirar aquello le parecía brutal y trágico. Aquella escena continuó por más de media hora, hasta que no vieron a ningún adulto, ni ningún niño de ojos platinados. Alyssa pensando que lo peor había pasado dejó de abrazar a Leonardo, el hombre abrió los ojos y extendió los adormecidos brazos. Justo en aquel momento un montón de niños pasaron corriendo trayendo consigo las últimas víctimas. Leonardo tuvo pavor, por instinto puso sus manos en un puño, pero Alyssa sintió que su corazón iba a salir por la boca cuando miró al último adulto que aquella niña tenía tomado de la mano, sus ojos comenzaron a derramar lágrimas, pero su cerebro no podía creer que fuera cierto —¡Raúl! —gritó con fuerza y se acercó con rapidez a él. Ellina se giró cuando escuchó a Alyssa y caminó hacia ellos. Era Raúl Medellín, no la miraba, parecía que incluso ni siquiera la escuchaba. Alyssa caminó casi corriendo a su lado intentando hacerle parar, pero era inútil —¡Suéltalo! —gritó Alyssa a la niña que tomaba la mano de Raúl, pero solo obtuvo que ella soltara una carcajada —¡Por favor, Raúl, no lo hagas, no puedes irte!, yo te amo. ¡Eres mi alma gemela!, ¡Por favor! —dijo llorando y suplicando—. ¡No quiero esto!, ¡Ellina, sálvalo! —gritó la chica Ellina negó —¡No hay nada que yo pueda hacer, no tengo ese poder! Alyssa estaba furiosa, Raúl seguía avanzando. Alyssa le quitó la Hoz a Ellina y la empuñó contra la mano de aquella niña, pero la hoja se partió en dos y no cortó la piel de aquella niña, quien la miró sonriente. Alyssa no podía creerlo —¡No puede ser!, ¡Por favor, Raúl! —gritó colocándose frente a él, pero no lograba que la mirara, ni hacerlo detenerse, tomó su rostro entre sus manos, y pudo ver sus ojos ennegrecidos —Por favor, mi amor, no te vayas. Dime que seremos felices juntos como en mis sueños —dijo Alyssa llorando y lo besó El hombre pareció reaccionar: sus ojos volvieron a su color habitual, aunque dejó de besarle, la miró un momento y se detuvo —Debo irme, déjame ir. Lo he visto todo. No tengas miedo, estamos juntos, he visto nuestro amor. ¡No temas, somos tan felices! —dijo susurrando, con una paz y una sonrisa dulce, pero un segundo después su rostro se volvió serio y sus ojos se ennegrecieron para continuar su camino al lado de aquel niño platinado Alyssa intentó correr tras él, pero Ellina la detuvo tomándola de los brazos, Alyssa cayó al suelo de rodillas llorando y gritando el nombre de Raúl, al final el hombre entró a esa nave y un minuto después se elevó por los cielos lejos de ahí. Leonardo trató de tranquilizarse. Alyssa no dejaba de llorar y gritar. Ellina estaba cerca, pero no quería hablarle, ni consolarla, porque tenía miedo de que ahora la odiara. Leonardo se acercó a Alyssa intentando tocar sus hombros, pero lo esquivó con rabia —Aly, tienes que ser fuerte, tenemos que irnos y buscar un refugio —dijo Leonardo. Alyssa comenzó a reír como poseída por la furia —¿Refugio? ¡Estamos en el infierno!, ¿Acaso crees que hay un refugio en el infierno? Leonardo estaba dudoso de si era la misma niña dulce y buena que lo había abrazado para que nadie lo capturará —Sé que estás molesta, sé lo que sientes, y no tengo palabras para ayudarte, lo siento mucho. Alyssa se echó a llorar de nuevo, Leonardo la miró compasivo y se abrazaron con fuerza. Alyssa sollozaba entre sus brazos y él también lloraba en silencio por ella, por su madre y su hija. Ellina los miraba con profunda tristeza deseando haber podido ser tan fuerte para haberles evitado tanto dolor. —¡Celestial y Luxiano, al fin estamos frente a frente otra vez! —exclamó Pandora con una profunda felicidad reflejada en sus ojos verdes Alyssa y Leonardo rompieron el abrazo al escuchar esa voz. Se miraron confundidos y miraron atrás sin encontrar ninguna presencia más que la suya ¿Acaso les estaba hablando a ellos? Cuando el Hada caminó hacia ellos los hizo retroceder unos pasos por miedo. —No tengan miedo, ya están a salvo. —Nos confunde, nosotros no somos... —dijo Leonardo, pero fue interrumpido —¡Príncipe Lux y Celestial! —dijo Kurt quien descendía de su vuelo junto a Aura, Zoú y Affyre. Affyre se acercó a ellos observándoles —¿De verdad son ellos? —preguntó atónita Pandora afirmó con su cabeza —Pero antes lo probaremos —dijo sacando un frasco que contenía la pócima Ellina abrió bien los ojos, aterrada —¡Corran! —gritó Entonces Ellina, Leonardo y Alyssa comenzaron a correr rápidamente. Pero fueron perseguidos por Aura y Zoú, fueron alcanzados y les cerraron el camino poniéndose frente a ellos El resto de los Lactinos intentó ir tras ellos, pero fueron detenidos por Pandora quien decidió probar la lealtad de su hermana Aura y Zoú —¡No somos quienes buscan! —dijo Leonardo —Por favor, soy un hada de Hansti, estoy en una misión, aléjense de ellos, ¡No permitiré que los lastimen! —dijo Ellina El hada que tenía un cabello rubio y brillante miró a Ellina sorprendida —¿Tú eres de Hansti? Ellina asintió. —Soy Aura. Yo poblé Hansti —dijo. Ellina estaba impresionada. —¡Son ellos! —dijo Aura afirmando al resto de los lactinos para que la oyeran, después miró a Alyssa y a Leonardo y dijo en voz baja—. Pero eso no cambiará nada, el daño está hecho. Aura tomó las manos de Alyssa y Leonardo quienes estaban asustados, cerró sus ojos y desaparecieron. Zoú tomó la mano de Ellina y la hizo volar junto a él lejos de ahí. —¡Aura!, ¡traidora! —gritó Pandora El hada enfurecida al verlos escapar elevó sus alas y llamó a todo su ejército para buscarlos en los confines de ese planeta.
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