Capítulo 11. Viento a favor

2157 Words
Cuando Ellina y Alyssa abrieron los ojos, no estaban en pueblo del norte. Rascacielos enormes que parecían llegar al cielo estaban frente a ellas. —¡Esto no es Pueblo del norte!, ¿Acaso te confundiste Ellina? —dijo Alyssa mortificada porque era la segunda vez que a Ellina le pasaba lo mismo. Ellina sintió mucha frustración era la segunda equivocación y le avergonzaba que en momentos tan críticos ocurriera eso. —Juro que hice todo de forma correcta, no puedo comprender cuál es la falla —dijo Ellina. Pero después recordó que aquel cronómetro no era suyo, meditó con claridad la posibilidad de que Iker hubiese modificado algo en él que provocará aquellos desvíos «¿Pero por qué?» se preguntó Ellina así misma y a su mente vinieron las palabras de Iker sobre la negativa de la casualidad y que todo ocurría por voluntad de la energía creadora, ¿Si fuera así, entonces era decisión de la gran energía que estuvieran en la ciudad de Nueva York? Era una ciudad hermosa, pero sumergida en el caos. Aún había c*******s de personas en las aceras que habían dejado de causar conmoción, ante lo común que se volvía en esos momentos la muerte. Todos corrían de un lado a otro, se escondían, la mayoría estaba cubierto con polvo y suciedad, sin haber tomado ducha desde hace dos días, sin comer y buscando un refugio donde protegerse. Ellina y Alyssa caminaron por las calles tomadas de la mano. A veces se veían sombras que volaban con gran rapidez en el cielo, como enormes aves, entonces la gente se tiraba al suelo y se escondía como podían, Ellina y Alyssa hicieron lo mismo y se escondieron tras un carro color azul donde también una chica se escondió junto a ellas. No debía tener más de veinticinco años. A pesar de que todos estaban muy asustados, Alyssa le sonrió dulcemente a la chica, porque le pareció que estaba muy asustada, aquella chica le correspondió el gesto. Pronto escucharon el grito de la gente aterrorizada, unos lactinos estaban volando muy cerca de ellos y llevándose a todas las personas que podían. Ellina detectó el peligro e hizo que Alyssa y ella se metieran debajo de un carro. La otra chica intentó hacer lo mismo, pero era demasiado tarde, aquella hada tomó sus piernas con fuerza, Alyssa intentó tomar sus manos para rescatarla, pero le fue imposible, Ellina la tomaba de la cintura con una mano y con la otra cubría su boca para que no gritara. Alyssa nunca olvidaría ni los gritos, ni los enormes ojos cafés horrorizados de aquella chica. Estuvieron escondidas ahí por más de quince minutos. Alyssa había llorado y temblaba del miedo, Ellina estuvo consolándola hasta que fue calmándose, entonces Ellina salió a echar un vistazo y cuando vio todo seguro hizo que Alyssa saliera del escondite. Caminaron varias cuadras hasta que llegaron a un enorme parque que debía ser Central Park, sin embargo, ahora estaba reducido a escombros y sobre él había muros de alambre que cubrían casi todo el lugar, dentro había tiendas de lona. Ellina y Alyssa miraron confundidas aquel lugar, una mujer de algunos cincuenta años se acercó a ellas —¿Alyssa?, ¿Alyssa Gante? —dijo la mujer, Alyssa la miró un momento y la reconoció después —¡Doña Lourdes! —gritó Alyssa emocionada de por fin ver un rostro tan familiar y le abrazó—. ¿Qué hace aquí? —preguntó —¡Todo pueblo del Norte está aquí, todos fuimos atrapados! —dijo la mujer llorando. Alyssa la miró incrédula —¡Mis padres!, ¿Están aquí? —preguntó la niña llorando —Todos están aquí. Mis hijos, mi esposo y tu familia —dijo la mujer llorando —¿Dónde están? —preguntó Alyssa muy desesperada —Están ahí —dijo la mujer apuntando con su mano derecha aquel lugar cercado, Ellina y Alyssa miraron aquel lugar siniestro. Luego la mujer se fue corriendo. —¡Ellina, mis padres, mi hermana están aquí! —dijo Alyssa llorando—. Tengo que rescatarlos. Ellina la miró triste, temía lo peor, pero no podía rendirse. Si era un hecho que sería el fin del mundo, ella la ayudaría a salvar a sus padres, incluso si después debía verlos morir. —Vamos a entrar a ese lugar —dijo Ellina Alyssa ni siquiera lo dudó y la siguió. Cuando estuvieron frente a la cerca se miraron a los ojos, convencidas de que era la mejor opción. Pronto vieron llegar a tres lactinas que descendían desde el cielo y llevaban consigo humanos, a los que dejaban sobre el suelo de forma salvaje y después eran apresados por lactinos de figura masculina y vestidos de n***o, llevaban a los humanos a las tiendas de lona. Ellina cortó el alambrado con su Hoz, y una vez que ingresaron con mucha cautela, escucharon un terrible estruendo. Los Kygos habían arribado hasta el lugar y peleaban contra las hadas de la Vía Láctea. Ellina y Alyssa aprovecharon la distracción para ingresar y una vez dentro se escondieron tras una de las tiendas, una muchachita de poco más de quince años estaba ahí, desnuda y llorando. —¡Ellos te hacen beber un líquido que te mata, te quema por dentro, revienta tus entrañas, prefieren a las niñas y a los hombres adultos, somos cerdos al matadero! —dijo llorando y martirizada Alyssa la miró entre lágrimas y asustada. Cuando se escucharon unos ruidos la chica se fue corriendo lejos de ahí. Había dos enormes tiendas, una era exclusiva de niñas y adolescentes, y otra estaba repleta de hombres adultos, había otras tiendas para ancianos y mujeres adultas. —¡Ve a buscar a mi hermana a ese lugar, Ellina!, yo buscaré a mi padre y después iremos por mi madre —Ellina la miró preocupada sin obedecer —¿Acaso enloqueciste? —dijo Ellina—. No podemos separarnos, es muy peligroso. —¡Están matando primero a adolescentes y hombres adultos!, ¡Mi padre y mi hermana pueden ahora estar muertos! —dijo Alyssa y se limpió las lágrimas con su mano—. No me digas sobre el peligro, porque lo único que quiero es verlos, aunque sea solo una vez. Ellina no tuvo valor para negarse —Escucha, yo iré a donde están los adolescentes, y tú ve a ese lugar, pero debes tener mucho cuidado —dijo y le dio la Hoz a Alyssa, ella la tomó—. No confíes en nadie, no hagas ruido. Recuerda todo lo que te he aconsejado y si te atrapan grita con fuerza, yo te escucharé. Alyssa asintió y dio vuelta para irse. —¡Alyssa! —gritó Ellina y Alyssa se giró hacia ella, Ellina la abrazó con fuerza y cerró sus ojos, no quería soltarla quería que aquel abrazo fuera eterno, pero cuando lo hizo se encontró con los ojos castaños de Alyssa —Aly, cuídate mucho, prometo que estaremos bien. Alyssa le sonrió y después se fue corriendo hasta la otra tienda que estaba a medio kilómetro de ellas. Cuando Alyssa iba a entrar a la tienda, escuchó unas voces y se escondió detrás con mucho miedo, se puso la mano en la boca evitando que la impresión la hiciera gritar por impulso. Tuvo una vista privilegiada para observar a aquellas extrañas criaturas. Viéndolas tan cerca confirmó que no eran tan raras como imaginaba. Había una entre ellos que parecía ser muy importante, pudo intuir por su vestimenta, tono de voz y belleza; era alta y delgada, con un cabello lacio y oscuro, grandes ojos color verde esmeralda y piel blanca, llevaba un vestido de color menta. Alyssa escuchó la conversación que en un principio pensó no entender debido a que tenían un inusitado acento que hacía que remarcarán la "R" al hablar —¡No puede ser posible que ninguna niña del campamento del bosque fuera Celestial! —dijo el hada furiosa —Todas murieron tras beber la pócima ninguna la soportó—dijo uno de los lactinos. Alyssa lloró en silencio pensando en que su hermana pudiera haber tenido aquel destino. Los lactinos se alejaron de aquel lugar y Alyssa aprovechó para entrar. Descubrió que dentro había celdas improvisadas con barrotes de acero y alambres de púas, la mayoría de las jaulas estaban vacías, incluso algunas tenían rastros de sangre. Alyssa caminaba y miraba cada celda y viéndolas vacías pensaba lo peor, hasta que llegó a la última; había cuatro hombres, uno de ellos estaba acostado en el suelo como muerto, dos de ellos se abalanzaron sobre los barrotes pidiéndole ayuda al notar que no era una lactina, el otro hombre estaba sentado mirando al suelo. —¡Ayúdanos, niñita, van a matarnos, ten piedad! —decía uno de los hombres Alyssa miró al hombre sentado, no le tomó ni medio segundo reconocerlo, sintió su corazón apretado, entre un sentimiento parecido a la angustia y la emoción —¡Leonardo! —gritó Leonardo escuchó aquella voz y alzó la vista, se puso de pie de inmediato —¿Alyssa, eres tú? Alyssa sonrió, mientras una lágrima corrió por su mejilla, y por primera vez desde que esa historia comenzó vio un rayo de luz entre tanta oscuridad. La niña tomó su hoz y los hombres dieron un paso atrás asustados, excepto Leonardo, cortó de un golpe los barrotes y cayeron al suelo haciendo ruido, pero todos pudieron salir. Pero fueron descubiertos por los lactinos que acudieron apenas escucharon los sonidos, Alyssa los miró furiosa y cuando uno de ellos comenzó a atacarlos, ella con la hoz lo atravesó dividiendo su cuerpo en dos partes, la sangre de aquel cuerpo corrió por el suelo y aquella escena impresionó al resto de los lactinos, pronto apareció aquella hada, la que parecía ser importante y cuando vio lo que sucedía, miró a Alyssa fijamente. Leonardo tomó de los hombros a Alyssa haciéndola hacia atrás, mientras los lactinos avanzaron hacia ellos —¡Atrápenlos! —gritó el hada llamada Pandora Alyssa tomó la mano de Leonardo, la tienda estaba cerrada no había más salida que pasar sobre los Lactinos, lo cual era imposible, estaban atrapados, Alyssa y Leonardo se miraron por un instante, la suerte estaba lanzada. Alyssa miró a los lactinos que se acercaban de prisa ¡Estaban por atraparlos! Por instinto Alyssa cerró con fuerza sus ojos, enloqueciendo del miedo y sosteniendo con fuerza la mano de Leonardo, como una soga para no caer al vacío. Una luz brillante emergió en la tienda, cuando la conmoción pasó y los ojos de los lactinos y humanos que estaban ahí se recuperaron del resplandor, vieron que aquel par había desaparecido. Los ojos de Pandora se volvieron enormes ante la sorpresa, aquellos humanos habían desaparecido frente a sus ojos, sin que nadie lo hubiera evitado. Pandora estaba furiosa, pero después sonrió, ¡Por fin los había encontrado! Cuando Alyssa abrió los ojos estaba sobre el suelo y cuando se puso de pie estaba tan mareada que no podía sostener su equilibrio, hasta que consiguió levantarse, miró aquel lugar, era un puente muy largo con algunas bancas y piso de madera. Alyssa no entendió que hacía ahí, pero al recordar a Leonardo se sintió desesperada, cuando lo encontró a lo lejos tendido sobre el piso, gritó su nombre y corrió hacia él, se arrodilló y comenzó a mover su cuerpo para qué despertará. Creía que estaba muerto y tenía miedo, deseaba que Ellina estuviera ahí y la salvara de todo esto. —¡Ellina! —gritó con fuerza. A unos kilómetros de distancia y fuera de la tienda de lonas Ellina escuchó ese grito porque sus oídos tenían el poder de escuchar a distancia. Reconoció la voz de Alyssa, y asustada tomó el cronómetro para detectar en dónde estaba, cuando lo supo corrió lejos de aquel lugar, matando sin tener piedad a cada lactino que le impedía avanzar. Luego uso el cronómetro para teletransportarse. En el puente de Brooklyn, aquel grito también había despertado a Leonardo, que tenía los ojos abiertos, cuando Alyssa lo vio sonrió feliz entre el llanto —¡Leonardo, estás vivo! —Nos salvaste, ¿Cómo lo hiciste? —dijo el hombre —Yo no hice nada —dijo Alyssa confundida —No lo recuerdas —dijo el hombre enderezándose y mirándola—. ¡De pronto todo se volvió luz, y comenzamos a flotar, pero solo un segundo o mucho menos, como si un viento nos hiciera volar hasta aquí, era como descender de la montaña rusa más rápida del mundo! —dijo el hombre emocionado. Alyssa lo miró con muchas dudas, ¿Cómo podía ella haber hecho algo así? Leonardo se puso de pie asustado y Alyssa hizo lo mismo mirando donde él veía, Ellina apareció ante ellos. —¿Ellina? —preguntó Leonardo temeroso—. ¿Entonces eres un hada? —Ellina afirmó moviendo su cabeza.
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