Capítulo 10. Ciudad de estrellas

3525 Words
Había polvo por todos lados, solo podían sentarse en silencio en unas rocas y andar con cuidado, evitando crear otro derrumbe. Tenían hambre y estaban cansados. Del otro lado no estaban mejor, Carmen estaba enloqueciendo por la preocupación y al mismo tiempo tenía que cuidar a su nieta. Ellina estaba desesperada, sabía que salvarla sería fácil, tan solo tenía que empujar aquellas piedras y liberarles, pero sería descubierta, y decidió esperar. Leonardo y Alyssa estaban sentados, comenzaba a hacer frío. Un ataque de desesperación invadió a Alyssa, se levantó y pataleó el suelo —¡Ellina! —gritó con fuerza Leonardo se puso de pie, siseó —Guarda silencio o provocarás un derrumbe. —Ella puede salvarnos, solo tiene que mover esas rocas, ¿Acaso espera a que llegue el fin de los tiempos para hacerlo? Leonardo la miró incrédulo —Siéntate. Alyssa obedeció, Leonardo caminó al final de la cueva intentando mover una enorme roca que bloqueaba la otra salida, pero era inútil. Alyssa se unió con él, pero aquella enorme roca era tan pesada que no pudieron mover ni un milímetro de ella, y decidieron volver a sentarse. Los ojos de Alyssa se nublaron por lágrimas, tenía miedo. —Quiero ver a mis padres, los extraño. No quiero morir, quiero hacer aún tantas cosas —dijo Alyssa —Nadie quiere morir, pero todos lo haremos algún día. Tranquila —dijo Leonardo tocando su hombro con suavidad —¿En qué novela actuabas? —preguntó Alyssa limpiando sus lágrimas y cambiando el tema —En Estrella de amor—dijo Leonardo, Alyssa miró impresionada —¡Es mi novela favorita! —exclamó sonriente—. ¿Qué personaje hacías? Mi favorito es Martín Douglas, sé toda la historia de ese personaje —Pues, ese personaje hacía —dijo Leonardo asintiendo, Alyssa sonrió —¡Es maravilloso!, por lo menos conseguí conocer a mi personaje favorito antes de morir —después de decirlo se quedó en silencio reflexionando en lo triste que sonaba. Ambos deseaban hacer muchas cosas, él, por ejemplo, quería llegar a ser un artista reconocido y su carrera había quedado en el despegue, ahora se preguntaba si hubiese podido hacer algo diferente para no sentirse tan frustrado. —No pierdo la esperanza, Ellina nos salvará —dijo Alyssa, Leonardo titubeó un momento —¿Por qué dices eso? Alyssa decidió decirle la verdad —¡Ellina no es humana! —Leonardo estuvo incrédulo—. Es del planeta Hansti, es un hada o algo así. Tiene poderes, puede ir de un lugar a otro, leer tu mente, es muy fuerte y controla el tiempo. Créeme yo lo he visto—dijo Alyssa cuando sospechó que Leonardo no le creía. Leonardo suspiró, no creía nada. Eran los momentos más críticos de cualquier persona y quizás el refugio de Alyssa en la fantasía era un mecanismo de defensa para soportar aquel caos que estaban viviendo, Leonardo prefirió ser condescendiente y hacer como si le creyera para no lastimarla. —Ella nos salvará. Leonardo, no debes tener miedo —dijo mirándolo—. Se que tienes dudas, porque no parece que tenga pruebas. Seguro piensas que si fuera cierto Ellina ya nos hubiese rescatado, ni yo misma entiendo por qué actúa así. Quizás me traicionó, quizás me dejo aquí para que muriera—lágrimas escaparon del rostro de Alyssa. Del otro lado Carmen buscaba una forma de poder comunicarse con su hijo buscando entre las paredes de la cueva alguna fisura, pero no tenía buena suerte. Ellina estaba cuidando a Fanny quien estaba desconsolada extrañando a su padre —Mi papi ya no volverá y mi mamá tampoco —decía la niña mientras lloraba —Tranquila —Ellina sentía tanto dolor ante las lágrimas de la niña. Entonces Fanny la abrazó con intensidad. Ellina recibió aquel abrazo y no pudo más que corresponder cuando lo hizo vino a su mente el recuerdo de Alyssa. «Aly» pensó y recordó cada momento que había vivido con ella, también recordó aquellos abrazos que le había dado y ella había rechazado, imaginando que Alyssa podía estar ahora en sus brazos, abrazó con fuerza a Fanny. Entonces a Ellina se le ocurrió que aquello era sentir amor, ella un hada de Hansti a la cual jamás se le enseñó a sentir, y que solo vivía para servir a la gran energía, ahora estaba aprendido a amar, y creía que esa era la forma de correcta: «Quizás es algo universal y natural para cualquier ser viviente. Quizás amar es esto que siento, el deseo obsesivo de verle siempre feliz, y la frustración cruel al verle afligida que me impulsa a actuar borrando su dolor, para verle sonreír otra vez» pensó Ellina, descubriendo dentro de sí la fuerza del sentimiento más grande que nunca había conocido; el amor. Cuando Carmen regresó con su nieta, Fanny rompió el abrazo y fue con ella. Pero apareció ante ellas un Lactino, entonces Carmen y Fanny se escondieron tras unas rocas, Ellina también estaba escondida esperando la distracción de aquel ser para atacar. Aquel lactino, parecía estar mirando algo en una pulsera que se asemejaba a un reloj dorado, tal como si le estuviese arrojando una ubicación, Ellina se acercó un poco más y descubrió que así era. El objeto señalaba aquel lugar. Cuando aquel extraño ser notó su presencia, Ellina sacó la Hoz y la clavó en su estómago, aquel ser cayó en el suelo, sangre color rojo brillante escurría en su cuerpo. Tendida en el suelo estaba muriendo mientras la admiraba, sus ojos color verde como una canica la observaban —Soy...Un... hada —dijo, pero la luz de sus ojos se apagó, al igual que su respiración. Ellina se arrodilló, había dicho que era un hada y eso la impactó. Era como aquellas hadas antiguas que le habían contado en Servilia. Era una teoría llamada Aurorit, que no tenía fundamentos, ni pruebas, pero decía que las hadas de Hansti eran descendientes del planeta de la vía láctea. Habían evolucionado a lo largo del tiempo y por eso habían dejado de tener alas y todos los poderes más primitivos. Se creía que el alma de la primera hada que encarnó en Hansti había muerto en la extinción del planeta Vía Láctea, pero había sido tan buena, que fue destinada a poblar Hansti con hadas buenas como ella para servir a la gran energía por siempre. Aquella hada que ahora yacía sin vida, era muy delgada y su piel era tan blanca como la nieve, tenía unas enormes alas de color piel, su cuerpo parecía tener la forma humana. Ellina cayó en cuenta de que sus orejas eran puntiagudas como las de ella misma que escondía con su cabello. El cabello del hada era hermoso de un color oscuro como el ébano que se rizaban en las puntas, sus facciones eran delicadas con pómulos sobresalientes y labios gruesos, sus mejillas y sienes estaban cubiertas con una especie de brillantina, pasó su dedo índice por aquella zona esperando encontrar rastros de maquillaje, pero notó que no se quitaba, parecía pegado a su piel. Ellina le quitó de la mano izquierda aquel reloj y abrió la tapa, descubrió que era muy parecido a su cronómetro traslador, pero en cambio solo parecía servir para encontrar algo. En la cueva, Leonardo intentaba consolar a Alyssa. —Ya no llores, vamos a estar bien. —Solo quisiera ver a mi padre, a mi madre y hermana, también a Raúl y solo decirles que los amo y que fue maravilloso haberles conocido, estaría feliz, incluso si después debo morir. Leonardo sonrió, él también quería hacer lo mismo. Pero estaba más aferrado a la esperanza de salir de ahí —¿Quién es Raúl? —preguntó para cambiar el tema —Raúl es mi alma gemela—dijo Alyssa, Leonardo la miró sorprendido —Nunca había escuchado a alguien decir eso con tanta seguridad y sin duda. ¿Cómo lo sabes? —Ellina me lo dijo. —¿Tanto vale la palabra de Ellina para ti? —preguntó Leonardo —Es un hada y no se equivocan. —Bueno, no lo sé, yo no conozco tantas hadas para saber si se equivocan o no—dijo Leonardo. —Ni yo —dijo Alyssa con duda —¿Y qué es eso de las almas gemelas? —preguntó Leonardo tratando de distraerla —Las almas gemelas están unidas por el amor desde que se creó el universo. Se buscan en cada vida como dos imanes que se unen. Irremediablemente se encontrarán alguna vez sin que puedan evitarlo, y sentirán el más profundo y fuerte amor, porque tienen una conexión inquebrantable, algunas veces tendrán un final feliz y otras veces no. Como sea, se ayudarán a crecer hasta poder evolucionar y unirse a la gran energía creadora —dijo Alyssa Leonardo la estaba mirando bastante confundido —No entiendo mucho. —No lo entiendas —dijo Alyssa con desespero—. Solo debes saber que estás destinado a una persona especial que será fundamental para tu vida. —Lamento decirte, Alyssa, que no es verdad —dijo Leonardo con una sonrisa —¿Qué dices? —Alyssa parecía impactada y molesta al mismo tiempo —Bueno, tengo treinta y cinco años, y no he conocido a eso que llamas alma gemela. Y, ¿Cuántas probabilidades puede haber de qué la encuentre en medio del apocalipsis?, ves como eso no existe —dijo Leonardo con seguridad —Veintiuno más que yo —dijo Alyssa sin enfatizar —¿Qué? —Tienes veintiún años más que yo. ¡Quizás ya la conoces! —dijo optimista—. Las almas gemelas no siempre se reconocen, a veces ambas lo ignoran. Ellina dijo que no siempre era algo romántico, incluso pueden ser un par de grandes amigos o desconocidos. Pero la conexión existe y nada puede romperla. Un silencio los invadió. Pero Alyssa lo rompió al echarse a llorar de nuevo, los nervios le estaban jugando malas pasadas y tenía miedo. Alyssa tenía las manos cubriendo su rostro enrojecido —No llores, Cálmate. Esto es difícil, pero tienes que ser fuerte —insistía Leonardo—. Porque no me cuentas más sobre lo que quieras, te escucharé, pero no ganaremos nada bueno si nos ponemos tristes. Pero Alyssa no encontraba consuelo. Leonardo tomó sus manos quitándolas de su rostro para poder mirar sus ojos. —Escucha, ¿Te gusta la música? —preguntó Leonardo y Alyssa asintió—. Bien, te cantaré una canción. ¿Te gustaría oírme cantar? Alyssa volvió a asentir. Y Leonardo comenzó a cantar, era una canción muy antigua que Alyssa a su corta edad jamás había escuchado. La voz de Leonardo era tan hermosa, como prodigiosa, Alyssa se quedó cautivada escuchándole con dulzura en sus ojos, no podía evitar derramar lágrimas. Era una canción triste, pero el tono de voz con que la interpretaba la volvía esperanzadora. Mientras cantaba, Leonardo la observaba, aquella canción le había gustado desde niño y soñaba con encontrar a una persona que amara lo suficiente para poder dedicarla, sin embargo, nunca había sido afortunado. Había buscado tanto a quien amar, pero cuando descubrió que nadie le hacía sentir completo, se decepcionó del amor y cerró su corazón, aferrándose a su familia. Una vez que Leonardo terminó de cantar, Alyssa se quedó muy callada, aquella canción le había tocado en lo más profundo, como si algo en su alma cobrará sentido con aquellas estrofas. —¿Estás bien? —preguntó Leonardo, Alyssa negó. Leonardo hizo un gesto de dolor y la abrazó. Alyssa correspondió, se sentía tan sola y tan triste como nunca en su vida. Duraron largos minutos abrazados, rompieron el abrazo y Leonardo aprovechó para limpiar las lágrimas que caían por el rostro de Alyssa con el dorso de su mano. Se miraron por un instante, Alyssa miró los ojos de Leonardo, hipnotizada por el azul profundo que tenían, en cambio, Leonardo miraba los brillantes ojos cafés de Alyssa que parecían decirle algo, un tipo de lenguaje que él desconocía, pero intentaba descifrar. Se miraron profundamente, hasta que sin un motivo aparente sus cuerpos se estremecieron al mismo tiempo, haciendo que sus pieles se erizaran, Alyssa se puso de pie, confundida por aquella sensación. Ellina intentaba entender lo que hacía aquel reloj cuando de pronto comenzó a sonar y vibrar de una forma escandalosa desprendiendo una luz roja que señalaba hacia la cueva. El sonido era ensordecedor y Ellina no sabía cómo callarlo, parecía atraer a más criaturas, esto la alertó, pronto estarían rodeados de Lactinos que iban a dañarles. Ellina fue a la parte trasera de la cueva, pero antes advirtió a Carmen que siguiera escondida con Fanny. Empujó con fuerza aquella roca que bloqueaba la entrada y la hizo a un lado, pero provocó un pequeño derrumbe en la entrada, aunque no evitó que ingresara en la cueva. —¡Alyssa! —dijo Ellina cuando se reencontró con ella Alyssa se lanzó a abrazarla, Ellina la tomó en sus brazos y besó su frente —¿Estás bien? —Sí —dijo Alyssa—. ¿Qué estaban haciendo? —preguntó inquisitivamente porque el reloj seguía sonando, pero pronto se quedó en silencio. —¿Qué es eso? —preguntó Alyssa —Se lo quité a un lactino, y de pronto comenzó a sonar y señalar la cueva como si una alarma emanará de aquí —dijo Ellina mirándolos a ambos Una vez que salieron de la cueva, Leonardo inspeccionó la roca que se había movido para liberarles —¿Cómo se movió esa roca? —preguntó intrigado —Te dije que me encontré con un ser de alas y la movió, pero antes la ataqué y le quité el reloj, y entre por ustedes—dijo Ellina Leonardo no le creyó, cuando al mirar sus ropas se dio cuenta de que estaba sucia de tierra, aquello le confundió, incluso le alarmó ¿Y si era verdad lo que decía Alyssa? Pero pronto se reencontró con su madre e hija y estuvo más tranquilo. Observaron el c*****r del ser con alas, después siguieron caminando rumbo al refugio. Encontraron el refugio en medio del valle, había un centenar de personas ahí, tenían bolsas de acampar, comida y agua. Cuando llegaron, Leonardo encontró dos amigos, eran Felipe y Jaime, Leonardo los presentó con Alyssa y Ellina. Todos fueron bien recibidos y les brindaron una deliciosa cena. Ellina y Alyssa caminaron por el valle. Mientras conversaban. —Lamento no haberte rescatado antes Aly. —No te preocupes —Alyssa quería contarle sobre la rara experiencia en la cueva, pero Ellina le cambió la conversación—. Mañana apenas amanezca nos iremos a pueblo del norte, tus padres estarán ahí —¿Y después de eso te irás? —preguntó Alyssa, Ellina no quiso mirarla —Aly, hablemos de eso después, lo importante es que veas a tu familia. Alyssa se limitó a decir que sí. Ellina y Alyssa compartieron bolsa de dormir, pero una vez que Ellina durmió, Alyssa salió de ahí, caminó por el valle, muchas personas aún no dormían y estaban sentados sobre piedras o troncos, fumando o bebiendo. Alyssa buscó a Leonardo sabiendo que no estaría durmiendo, y lo encontró sentado solo sobre un tronco, tenía un cigarrillo en su mano. Cuando notó que ella se acercaba optó por apagarlo y dejar de fumar. —Hola —dijo Alyssa —¿Cómo están? —Lo mejor que podemos, supongo —dijo Alyssa Alyssa estaba sentada a su lado, y miró al cielo que tenía una pinta muy extraña, seguían lloviendo estrellas y parecía no terminar jamás. Leonardo también observaba —Ciudad de estrellas —dijo Leonardo, Alyssa le miró confundida —¿Qué? —Parece una ciudad de estrellas brillantes —dijo Leonardo —Sí, ojalá hubieran brillado siempre así. —Cuando era un niño solía creer que la estrella de sirio brillaba solo para mí, pero mi abuelo me contó que en cualquier parte del mundo aquella estrella brilla igual, así que imaginaba que encontraría una ciudad de estrellas que brillarán solo para mí, y viviría ahí por siempre —dijo Leonardo —Pero, nunca encontraste esa ciudad, ¿Cierto? —preguntó Alyssa decepcionada —No. —No todo tiene que ser tal cual se espera —dijo Alyssa—. Hay cosas que no son lo que queremos, pero son exactamente lo que buscábamos, aunque de diferente forma. Leonardo estuvo de acuerdo con la idea —Cierto. Como una ciudad de estrellas brillantes, quizás no era en realidad una ciudad, puede ser un lugar, un refugio solo para mí. —Exacto —dijo Alyssa emocionada—. ¿Y las estrellas podrían ser...? —dijo, pero fue interrumpida —Ojos brillantes —dijo Leonardo conmovido Ambos se miraron un segundo, no parecían decir lo que estaban pensando, pero parecían entenderlo, como si un lenguaje oculto hablara por ellos mismos. Alyssa bajó la mirada —Mañana me iré muy temprano. Leonardo cambió su expresión a una de preocupación —¿A dónde? —A casa, a Pueblo del norte, buscaré a mis padres. —Alyssa, el mundo es de terror, si abandonas el refugio podrías... —Leonardo ni siquiera quiso decirlo —Tengo que ir con mis padres, moriré de todas formas, pero por lo menos quiero que me vean por última vez —dijo Alyssa con la voz apagada Leonardo suspiró. Quería gritarle que no se fuera y obligarle a quedarse, pero de pronto cayó en cuenta de que no era nadie para entrometerse en su camino, incluso si era una niña que no sabía cómo cuidarse sola. —Cuídate mucho —dijo Leonardo —Lo haré, tú también —dijo Alyssa, después se puso de pie y se retiró a dormir. Leonardo se quedó ahí por un largo rato, intentando comprender todo ese caos, aunque le pesaba más su propio caos interno. Toda su vida estaba sacudida como un temblor, y no tenía idea de cómo calmar todas las emociones que hervían como agua en fuego por todo su cuerpo. Un tonto pensamiento rondó por su mente, la idea de que Alyssa no se fuera, y si la vida continuaba se quedaría junto a ella, poco a poco encontrarían razones para vivir. El hombre siguió fumando porque sabía que aquel pensamiento era de un soñador, nadie se quedaría a su lado y tampoco sobreviviría. «Por una chiquilla casi abandono el club de los solitarios y descorazonados» pensó Leonardo, comenzó a reír de buen modo intentando ocultar su nostalgia, mientras la lluvia de estrellas iluminaba la oscura noche. Cuando Alyssa se recostó en la bolsa de dormir, Ellina la enrolló con sus brazos preguntándole a donde había ido, Alyssa no respondió, pero ambas se durmieron. Aunque Alyssa sentía una extraña tristeza, se sentía protegida por Ellina y el pensar que estaría con sus padres era lo único importante. A la mañana siguiente, Alyssa y Ellina estuvieron listas para irse. Se despidieron en secreto de Carmen y Fanny. No habían visto a Leonardo pues este se había unido a los cazadores para conseguir alimentos. Caminaron un rato por el valle y cuando estuvieron lejos de la vista de las personas Ellina sacó su cronómetro traslador lista para irse, pero una voz la hizo detenerse —¡Alyssa! —gritó Leonardo quien venía corriendo hacia ella, Ellina le miró con fastidio. —Quería despedirme —dijo Leonardo cuando estuvo frente a ellas—. Cuídense mucho. —Lo haremos, no te preocupes Leonardo —dijo Ellina sin ocultar su prisa Alyssa lo abrazó con intensidad. Pero para sorpresa de Ellina, Leonardo respondió de la misma forma —Cuídate mucho Aly, no quisiera que te fueras, pero no puedo detenerte. Solo quiero que estés bien. Te extrañaré —dijo Leonardo tomando el rostro de la chica entre sus manos y mirándola con dulzura Ellina los miraba sorprendida, quizás era por las horas de encierro que pasaron juntos. Aunque el hada no justificaba aquella efusividad. Leonardo al fin se alejó mientras les decía adiós. Cuando el hombre se dio la vuelta y caminó unos pasos, Ellina preguntó a Alyssa que había sido aquello, pero cuando se negó a hablar, frustrada tomó el cronómetro, lo activó y tomó la mano de Alyssa para desaparecer con ella. Leonardo se giró para volver a decir adiós, pero entonces no las vio más. Era extraño pues el camino era recto y no había atajos a la vista. Habían desaparecido. Y entonces Leonardo supo que Alyssa tenía razón, pero no podía hacer nada. Aunque apenas la había dejado de ver hace unos minutos, se moría de ganas de volver a estar junto a ella. Era absurdo el hecho de que algunas personas pasaban de ser simples desconocidos a grandes amigos. Solo ella le había hecho sentirse en una ciudad de estrellas. Leonardo se sentía nostálgico. Pero pronto volvió a la realidad y se puso en estado de alerta, corrió hasta el campamento en busca de su madre e hija cuando en el cielo diviso cientos de seres alados. Cayeron en cuenta que no había escapatoria y todos fueron atrapados por los lactinos.
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