Capítulo 9. El fin de los tiempos

2862 Words
Cuando llegaron a la Tierra, Alyssa estaba arrodillada sobre el pavimento de la calle vomitando de nuevo, Ellina tomó un cubo de azúcar de su bolsillo y se lo dio. Alyssa lo masticó. Un olor a putrefacción y azufre invadía el aire. Apenas Alyssa se repuso y se levantó miró a su alrededor con los ojos enormes, se quedó turbada ante la terrible escena. Luego lanzó un grito grave de horror. Ellina tapó su boca con la mano izquierda, la empujó para avanzar a un edificio frente a ellas. Había cuerpos de personas tirados sobre las calles; heridos, cubiertos con sangre, algunos muertos y otros por morir, como si hubiesen caído de las azoteas de los edificios, estaban por todas partes, algunas personas intentaban auxiliarles, pero la mayoría de la gente corría enloquecidos de pánico. —Pero, ¿Qué es esto?, ¿Qué está pasando? —preguntó Alyssa en voz alta y angustiada —No sé —respondió Ellina, aunque una vaga idea cruzó por su mente. Pronto se dieron cuenta de que la gente estaba siendo perseguida por humanoides voladores, algunos tenían alas gigantes y otros tenían armaduras de hierro y median más de dos metros de altura, se llevaban a la mayoría de la gente y nadie sabía a dónde, incluso si se resistían los asesinaban. —¡Vamos, entra al edificio! —dijo Ellina apresurada Ambas entraron al edificio, sin embargo, dentro también había un caos. Se escuchaban gritos en cada departamento, como si dentro estuvieran lastimándoles. Ellina llevó a Alyssa por las puertas de emergencia y fueron cuesta arriba a toda prisa. Cuando abrieron la puerta tuvieron mucho cuidado, pues unos humanoides con armadura llevaban personas arrastrando por el suelo. Ellina tapó la boca de Alyssa para que no les descubrieran, estaban en el pasillo, cuando escucharon venir de nuevo a esos humanoides. Ellina vio un departamento entre abierto y empujó dentro a Alyssa. Ellina miraba por encima de la puerta, para ver si aquellas criaturas se habían ido. Entonces escucharon unas voces suplicantes. Alyssa se giró y caminó hacia aquel rumbo, Ellina la maldecía entre susurros pidiendo que volviera. Alyssa caminó hasta la cocina, donde provenían ruidos, había un enorme humanoide con armadura de hierro dándole la espalda. Frente a él, había un hombre arrodillado y detrás estaba una anciana abrazando a una niña pequeña, ambas lloraban. El humanoide sacó una espada resplandeciente y tomándola con toda su fuerza en la mano derecha, la empuñó contra el hombre que tenía los ojos cerrados esperando su muerte. Sin pensarlo Alyssa tomó la hoz, liberó la filosa hoja, y justo antes de que aquel hombre recibiera una herida mortal, le cercenó de un golpe el brazo al humanoide, cayó sobre el suelo y comenzó a brotar desde el desmembramiento un líquido color mora azul, que desprendía un terrible olor. Aquella horrorosa criatura se volteó e intento perseguirla, ella atinó a correr. Ellina escuchó el grito de Alyssa, fue corriendo a ayudarla. Cuando se topó con la criatura, sacó su hoz y le cortó de un tajo la cabeza y cayó al suelo. Alyssa respiró aliviada. Ellina miró con frialdad a aquellas personas. El hombre se había puesto de pie y estaba abrazando a la anciana y a la niña con gran vehemencia. —¿Están todos bien? —preguntó Alyssa acercándose a ellos —Sí, gracias —dijo el hombre—. ¿Qué son esas cosas? —dijo señalando la Hoz —Son Hoz —dijo Alyssa sacando la suya y mostrando la filosa navaja Ellina apuntó a dar un codazo para que no hiciera aquello, pero Alyssa no parecía entender El hombre dio algunos pasos hasta ellas y miró la Hoz —¿Y de dónde las han sacado? Alyssa estaba por responder, pero Ellina la interrumpió —Las hemos tomado de la calle, quizás se le cayeron a alguno de esos monstruos —Alyssa la miró confundida, pues estaba mintiendo, pero Ellina le lanzó unos ojos de furia que le hicieron entender que debía guardar silencio. El hombre asintió. Y después le dio la mano a la anciana que a la vez sujetaba a la niña, para que se acercaran. —Me llamo Alyssa y ella es mi amiga Ellina —dijo con una voz gentil —Mucho gusto, yo soy Leonardo Montiel, y ella es mi madre Carmen y mi hija Fanny. Gracias por salvarnos la vida, si no hubieran llegado... —el hombre iba a decir algo más, pero unos gritos desgarradores los alarmaron. —¡Hay que salir de aquí! —dijo Ellina y sujetó la mano de Alyssa para comenzar a correr, el resto hizo lo mismo. Con gran esfuerzo pudieron abandonar el edificio y una vez fuera al encontrarse con los c*******s en el suelo y esa visión de la ciudad apocalíptica no pudieron evitar el shock. —Calma, señora, no es momento para ponerse así, tenemos que sobrevivir —dijo Ellina a Carmen, quien tuvo un ataque de pánico y estaba en el suelo —Vamos levántese —dijo Ellina ayudándola La mujer se levantó provocando el alivio de su hijo y comenzaron de nuevo a andar muy aprisa por las calles, intentando ignorar las muertes y el caos. Alyssa llevaba tomada la mano de la pequeña Fanny, que no tendría más de cinco años; tenía el cabello castaño claro y una altura de un metro, la niña no miraba el suelo para no espantarse y corría lo mejor posible sin quejarse, su padre venía detrás, pero no dejaba de observar que nadie les siguiera. Pronto escucharon un sonido zumbante por los cielos. —¡Todos detrás de ese carro! —dijo Ellina. Todos obedecieron. Un ser alado apareció. Cuando estuvo más cerca pudieron observarlo bien. Tenía forma femenina, una delgadez extrema y un cabello largo de color oscuro, el rostro era delgado, con pómulos muy sobresalientes y orejas puntiagudas, los ojos eran brillantes de un color azul porcelana y su rostro estaba lleno de una especie de brillo que resplandecía. Se mantuvieron en silencio y escondidos hasta que aquel raro ser se fue. Ellina sabía que eran: aquellos con armadura de hierro y ojos muy oscuros eran Kygos, del planeta Kraal. Pero aquel ser alado eran Lactinos, creían ser descendientes del planeta del centro de la Vía Láctea que llevaba el mismo nombre, y buscaban establecer el orden principal que tenían en la antigüedad. —Pero, ¿Qué son esas cosas?, ¿Por qué están aquí? —preguntó Carmen —Tranquila. No se preocupe no nos harán daño —dijo Alyssa, la anciana la miró con ternura, sabía que había mucho peligro, pero lo sentía más por ella y su nieta que parecían ser las más jóvenes entre ellos. —¿Qué pueblo es este? —preguntó Ellina cuando descubrió que había muchos más edificios de los que recordaba en Pueblo del norte —¿Pueblo? —cuestionó Leonardo mirándolo—. Estás en la capital de México Ellina abrió sus ojos, asombrada, estaba muy lejos de la casa de Alyssa, tocó con sus manos su cronómetro; ¿Se había equivocado? «No puede ser, hice el procedimiento» pensaba mortificada. —Pero... íbamos a mi pueblo, ¿Qué sucedió? —preguntó Alyssa —Debemos irnos —dijo Ellina —¡No!, si se van puede pasarles algo malo, son solo unas niñas —dijo Carmen suplicante De pronto comenzó a sonar la alarma sísmica. Mucha gente apareció corriendo, y tras de ellos aparecieron Kygos que les perseguían disparándoles con armas letales. Todos comenzaron a correr, Leonardo tenía cargada a Fanny y aunque a Carmen se le dificultaba corría tanto como podía. Alyssa se paró sobre un carro Ford que tenía la puerta abierta. Se asomó y descubrió que las llaves estaban sobre el asiento. —¡Alyssa! —gritó Ellina cuando vio que la dejarían atrás —Vamos en el auto—dijo Alyssa Carmen y Leonardo se miraron entre sí, tras titubear unos segundos todos subieron al auto. Alyssa iba de copiloto. Leonardo iba manejando, Ellina, Carmen y Fanny iban en el asiento detrás. Leonardo manejaba muy rápido porque venían tras de ellos un gran número de kygos. Siguieron hasta que tomaron una carretera que poco a poco les alejó de la ciudad y del peligro, parecían estar acercándose a alguno de los pueblos. —¿Será pueblo del centro?, tengo un amigo ahí —preguntó Alyssa a Leonardo —No es pueblo del centro, es pueblo Grande. Alyssa pareció decepcionada y el hombre la miró un segundo —Tu amigo va a estar bien, pronto lo volverás a ver —dijo con un tono cálido. Alyssa sonrió tibiamente —Ojalá que si—dijo pensando en Raúl. Leonardo hizo una cara de fastidio que Ellina detectó con rapidez —¿Qué sucede? —preguntó —Hay un... —el hombre estaba por soltar una mala palabra de arrebato y tuvo que contenerse—. El tanque de gasolina tiene un escape y estoy a punto de quedarme sin combustible. Todos se miraron angustiados, se iban a quedar varados sobre la carretera. Y así fue. El carro se quedó parado en el kilómetro veintiuno, y todos descendieron. Era de tarde, pero pronto comenzaría a oscurecer. Alrededor había montañas, a lo lejos árboles y el valle. —¡Miren lo que dice ahí! —dijo Alyssa señalando sobre un árbol una hoja de papel clavada que tenía escrito: "Refugio a veinte kilómetros, siga sobre el valle, hacia el norte". Ellina y Leonardo se miraron —Hay que llegar ahí. Deben ser por lo menos tres horas, debemos evitar dormir en medio del valle —dijo Leonardo —Sí, debemos hacerlo —dijo Ellina. Todos comenzaron a caminar rumbo al refugio. Después de caminar tanto, todos estaban muy cansados y aún faltaban diez kilómetros para llegar. Leonardo pidió un descanso sobre todo por su madre que padecía de fuertes vértigos. Se sentaron en unas enormes rocas que estaban cerca del río. Ellina tomó algunas botellas vacías y se encargó de limpiarlas muy bien, y después llevó agua limpia para beber. —¿Ustedes son de un pueblo de México? —preguntó Leonardo a Alyssa quien estaba frente a él —Soy del pueblo del Norte, y Ellina es de Hansti. —¿Hansti?, nunca había escuchado esa ciudad —dijo Carmen —Es un planeta —dijo Alyssa con naturalidad Leonardo la miró turbado, después pensó que no era más que una chiquilla que se inventaba cosas, y pensó que al igual que todos los adolescentes quería hacerse la importante —¿Y en dónde está ese planeta? —preguntó Leonardo, Alyssa pensó, pero en realidad no lo sabía —No lo sé, pero tiene un mar de metano y una luna, bueno ahí la llaman Nardia. Leonardo sintió que iba a echarse a reír, pero Ellina llegó y les ofreció agua. Alyssa aceptó y bebía. —¿Tú eres de Hansti? —preguntó Leonardo Ellina le miró preocupada —No —respondió el hada —Claro que sí —dijo Alyssa —Ven conmigo, Aly —dijo sujetándola del brazo y la apartó a un lado. Leonardo las miró, pero le pareció que era un juego de niñas y después se unió a su madre y su hija. Todos tenían demasiada hambre y no había nada que comer. —¿Qué haces? —preguntó Ellina molesta —¿Qué? —Nadie debe saber nada de mí, ni que soy de Hansti, ni que soy un hada. ¿Has enloquecido?, si ellos saben la verdad podrían dañarnos, así que te prohíbo que digas nada. —Pero... —No dirás nada Aly, no discutamos —dijo el hada Al final Alyssa no tuvo más que aceptar y pronto se unieron a los demás. Estaban sentados sobre una pequeña fogata, no hacía frío, pero al menos tenían un poco de calor. —¿Ustedes son de la capital? —preguntó Ellina para romper el incómodo silencio de todos. —Somos del Mediterráneo —respondió Carmen —¡Wow!, yo nunca conocí a nadie del mediterráneo, sí, tienen el acento —dijo Alyssa al reconocer el seseo de su hablar —Nos mudamos a México porque mi hijo consiguió un trabajo maravilloso aquí —dijo Carmen —Que bien, a mí me encantaría vivir en México cuando sea mayor y poder trabajar aquí también —dijo Alyssa con entusiasmo —¿Y a qué te dedicas? —preguntó Ellina a Leonardo —Soy actor. —¿Actor? —preguntó Alyssa—. ¡Eres un artista!, debes darnos tu autógrafo o nadie nos creerá que hablamos con un actor—dijo sonriente —Bueno mi carrera aún está en ascenso —dijo Leonardo con humildad —Debíamos saber que eras un artista. ¡Mírate, eres tan guapo! —dijo Alyssa, Ellina estaba abochornada, a veces Alyssa hablaba sin pensar y aquello la avergonzaba. —¿Dónde están sus padres? —preguntó Carmen Alyssa se quedó en silencio. Por un segundo pensó en ellos a quienes tenía olvidados y miró al suelo que se desdibujó por sus lágrimas. —Iremos a pueblo del norte a buscarlos y estarán sanos y salvos —dijo Ellina, Alyssa secó sus lágrimas y Carmen se paró y se sentó al lado —Tranquila, pequeña, estará todo bien—dijo acariciando su pelo. Mientras Alyssa se dejó hacer. No habían conseguido comida y todo lo que les quedaba era ir hacía el refugio. Pero era de noche, así que optaron por pasar la noche justo donde estaban. Todos se recostaron sobre el césped del valle, algunos usaban chaquetas para no tocar el suelo como Carmen y Fanny. Ellina apenas toco el suelo cayó dormida. Cuando pasaba la media noche Alyssa despertó, no podía dormir. Caminó por el valle cerca del río y se sorprendió de no tener miedo. Se sentó en la roca más cercana al río. Escuchaba el suave ruido del agua. Era increíble que hace menos de cuarenta y ocho horas ella solo había estado en casa y ahora estaba ahí, en el fin de los tiempos. Escuchó el crujir de unas hojas al ser pisadas y volvió rápidamente la vista a esa dirección, justo ahí estaba Leonardo, quien se había preocupado al ver que faltaba alguien y pensó que podría estar en peligro —¿Qué haces aquí? —preguntó —Hola, no podía dormir, así que estaba observando —dijo Alyssa, miraba al cielo, pronto lo encontró lleno de estrellas hermosas tan cercanas y brillantes —No debes alejarte —dijo Leonardo quien miró al cielo cuando notó que Alyssa lo hacía —¡Es la lluvia de estrellas más hermosa que jamás vi en la vida! —exclamó Alyssa con anhelo Leonardo miraba el cielo cautivado, pequeñas luces fugaces encendían el cielo y eran preciosas —Jamás había visto una lluvia de estrellas. —¿Te parece maravillosa la lluvia de estrellas? —preguntó Alyssa, Leonardo la miró un segundo. Los ojos de Alyssa estaban tan brillantes, como las estrellas, ¡Nunca había visto unos ojos tan fulgurantes, no podía dejar de mirarlos!, se sentía como preso de una extraña hipnosis que le obligaba a mirarlos. —Sí —respondió casi como un susurro —Y ahora el mundo terminará y tengo miedo —dijo Alyssa hundiendo el rostro y su voz en un hilo Leonardo la observó, estaba a su lado, se conmovió ante sus palabras, ella tenía razón, el mundo iba a terminar, no podían negar la verdad. Leonardo acarició el cabello rizado de Alyssa y se estremeció. Aquello le pareció extraño y se alejó un poco. De pronto en el cielo observaron a un humanoide volando. —¡Corre! —dijo Leonardo tomando su mano y después ambos comenzaron a correr lejos de ahí. Cuando llegaron a la zona donde estaban durmiendo Ellina, Carmen y Fanny, Alyssa comenzó a gritarles para que despertaran, despertaron asustadas y al ver que venían tras ellos, comenzaron a huir. Se escondieron detrás de unas enormes rocas —¡Tenemos que ocultarnos! —dijo Ellina —Sí, esperen aquí —dijo Leonardo y salió del escondite para buscar un lugar donde ocultarse. Encontró una cueva a unos pasos. Caminaron hasta ella, pero al hacerlo descubrieron que había pequeñas rocas en la entrada —Hay que tener cuidado, ese lugar está derrumbándose —dijo Ellina —Hay que entrar, quizás solo sea por fuera y dentro no haya derrumbe —dijo Leonardo—. Entraré yo y veré que todo esté bien. Leonardo caminó rumbo a la cueva y Alyssa fue tras de él, —¡Alyssa, ven aquí! —gritó Ellina, pero su voz fue callada por Carmen ante el miedo de que los descubrieran. Leonardo se giró y encontró a Alyssa tras él. Entonces hubo un derrumbe en la entrada, una nube de polvo cubrió todo y rocas apiladas de muchos tamaños cubrieron la entrada. De un lado de la pila de rocas quedaron Carmen, su nieta y Ellina, mientras del otro dentro de la cueva, solos e iluminados por un pequeño hueco por donde se colaba la luz de luna estaban Alyssa y Leonardo, atrapados.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD