Capítulo 5

2538 Words
Mientras aún estaba en los fuertes brazos de Joseph, una voz le obligo a soltarme de inmediato. — ¡Joseph!—Dice Alessandra aliviada de encontrarlo. El frunce el ceño cuando escucha su voz. Aun me mira fijamente esperando algo de mí. —Creí que te marcharías después de lo que paso—Alessandra se acerca y lo toma del brazo. Repentinamente él, retira su mano con brusquedad. — ¿Te importa?— replica con desdén a su prometida— ¿Qué te he dicho de interrumpirme mientras estoy ocupado? Me quedo sin habla al ver la manera en cómo trata a su prometida. Me sorprende y me asusta al mismo tiempo. Pero incapaz de moverme, me quedo parada frente a Joseph. — ¡Discúlpame!—dice encogiendo los hombros— Te esperare abajo. Estoy totalmente confundida. Me sostiene la mirada unos segundos más. Muevo mis ojos hacia abajo, no puedo seguir con esto. Se aproxima un paso a mí y toma mi barbilla con su mano derecha, hasta alzar mi rostro. Se acerca lentamente, siento el calor de su rostro en el mío. —No soy tu hermano— susurra en mi oído— Déjame ser algo más que tu hermano. Se aleja de mí velozmente, con una sonrisa leal a lo que acaba de decir. Le miro incrédula. No comprendo que sucede, me siento incapaz de hablar. Se ha marchado ¡Mierda! Camino hacia mi habitación o más bien corro hacia allá. Mi corazón late a un ritmo muy acelerado. Lo escucho en mis oídos. Abro la puerta de mi habitación y hace un clic cuando la cierro de un golpe. ¡Oh Dios mío! ¿Que acaba de suceder? Me aproximo a mi cama y colapso sobre ella. Trato de controlar mi respiración, me siento agitada. Estoy exaltada por lo que acabo de presenciar, cierro los ojos mientras me tranquilizo, pero el rostro de Joseph aparece. Hoy no podre dormir. Me incorporo y me siento en mi cama. Envuelvo mis brazos alrededor de mi misma. En mi cabeza solo rondan estupideces, y no dejo de pensar en sus palabras, repitiéndolas una y otra vez en mi cabeza. ¿Pretende que él y yo? ¡Imposible! Tocan levemente la puerta y la voz de mi padre pregunta por mí: — ¿Abi estás ahí?—Limpio mi rostro con mi antebrazo. — ¡Pasa!—grito. Trato de sonreír y fingir que no me ha afectado en nada lo ocurrido. — ¿Pequeña te encuentras bien?— pregunta avergonzado. Camina hacia mi cama y se sienta en la orilla, toma mi mano y la palma varias veces — Discúlpame hija, me altere demasiado. No quiero ver que entre ustedes dos hay tantas diferencias y contrariedades. —No te preocupes papa— fuerzo una sonrisa— No tengo ningún problema con él. Y tampoco pienso seguir sus juegos —Me parece bien hija— le satisface mi respuesta— Pero por lo que tengo entendido vino a ofrecerte una disculpa ¿Es verdad? Es una mentira pero no puedo decirle nada No puedo soportar pensar que hace años peri su cercanía y confianza. Y ahora lo perdí por completo. Está decidido a ya no verme como a su hermana. Me duele saber que jamás lo fui. Es ridículo y demasiado estúpido creer que soy más para el que solo su hermana. — ¡Así es!— Miento— Ya no te preocupes por eso. —De acuerdo, ¡Puedes pasar!— grita en dirección hacia la puerta. Ingresan dos empleados de mi padre con mis maletas. Las colocan sobre la alfombra y se retiran. —Quisiera que me hicieras un favor, pequeña— y añade— Cancela tus planes de regresar a Italia por el momento. — ¿Por qué?—Me mira melancólico y suspira. Necesito que toda la familia se reúna, tu madre, tu hermano y tu. Hay temas que debemos tratar como familia. Tu hermano ahora tiene muchas responsabilidades en la empresa y tu madre se la pasa fuera de casa, de compras o viajando. Tú vives en roma. Me siento tan lejos de mi familia, me duele pensar que al morir, se separan. Repentinamente me siento culpable. Mi corazón se llena de impotencia al saber cómo se sentía mi padre. Mi mente revive los buenos momentos que pase con él. Recuerdo que siempre venia a despertarme cada mañana con un regalo o con un dulce. Y cuando tenía asuntos de negocios fuera del país, me hablaba cada mañana para saber si ya estaba despierta, mi regalo siempre estaba en mi mesita de noche aunque él no estuviera. Tantos momentos juntos y muchas fotografías que son prueba del sincero amor entre los dos. En cuanto a Joseph no parecía importarle mucho que tuviera una buena relación con su padre. Agacho la cabeza para esconder las lágrimas que se juntan en mis ojos. Trato de reprimirlas pero mi congestión nasal delata que estoy llorando. Mi padre se aproxima y me da un cálido abrazo. — ¡Cancelare mi regreso a Roma!— le digo con un nudo en la garganta. —Gracias— dice con mucha alegría— Tengo que volver al trabajo, porque no buscas a tu madre y van juntas de compras, ella tiene un gran sentido de la moda. Te engañas a ti mismo papa. —Si— miento nuevamente. No quiero ver a mi madre. — ¡Pásenla bien!— Se levanta de mi cama y se marcha. ¡Genial! ¡Estupendo! Con lo mucho que disfrutaba pasar tiempo con mi madre. Eso ni pensarlo, preferiría salir de compras con Joseph y escuchar sus impertinencias toda la tarde que estar con mi madre. ¡Joseph! Lo había olvidado por completo pero ahora, nuevamente lo tenía en la cabeza. ¿Qué me ocurría que no dejaba de pensar en él? Anteriormente hubiera tomado esto como una broma cruel pero esta ocasión era diferente. Su mirada era tan confiada y en sus palabras no encontraba ni una solo duda. ¿Qué ganaría con hacer una broma así? Esto iba más allá de lo de los principios morales de Joseph. Algo me dice que esto es tan real como el beso que me proporciono en su fiesta de compromiso. Mi corazón me lo decía pero como creerle, mi corazón es un idiota, siempre enamorándose que quien no debe. Por fin había encontrado a alguien especial, guapo, amable, todo lo que buscaba en un hombre. Pero mi corazón se niega a sentir algo más que solo amistad. Y Joseph logro en cuestión de días acelerar mi corazón de una manera que jamás había sentido. Me agradaba la adrenalina pero estaba completamente mal. Era enfermo, no puedo sentir nada por él. ¡Nada! Mi teléfono móvil vuelve a sonar, lo cojo rápidamente. Es Ángelo, tomo la llamada. — ¿Ángelo?— pronuncio su nombre alegre. — ¿Por qué no contestas mis llamadas?— grita exaltado, obviamente enfadado. —Disculpa estaba con mi familia— expongo apenada. —Explícame a que te refieres con accidente ¿Te encuentras bien?— Dice en un tono más calmado. —Si estoy bien, no te preocupes. —Oye—hace una pausa— ¿Quieres salir conmigo? — ¡Claro!— digo entusiasmada— Pero eso tendrá que esperar, no volveré a Roma en una pequeña temporada, puedes contratar a alguien más en mi lugar. — ¿Cuánto tiempo?–pregunta seriamente. —Aun no lo sé, mi padre me pidió que me quedara, al menos hasta tener una mejor convivencia con mi familia— escucho su respiración y una pequeña risita. — ¿No me dijiste que no te llevas bien con tu hermano?— replica divertido— ¿Y que la relación entre tu madre y tu solo era sanguínea, porque no querías volver a verla? La verdad es que no entiendo porque volviste. —Creo que pretendía resolver los problemas con mi hermano, pero…. Vuelvo a pensar en la petición de Joseph. Me enfado conmigo misma por no saber que sucede conmigo. Y hago un pequeño gruñido que Ángelo logra percibir. — ¿Sucedió algo entre tu hermano y tú?— Ángelo me conoce bien, eso también me molesta. Todos parecen conocerme a la perfección, excepto yo misma. —Si— Digo sin remedio—Pero no me agrada contarte nada por teléfono, me gusta ver tu rostro cuando te cuento mis penas, tu mirada tan dulce y compasiva hace que me sienta mejor. —Bueno, preciosa estas de suerte el día de hoy— dice en tono seductor— Te espero en The Ledbury — ¿En The Ledbury?—Hago memoria de ese lugar— ¿Estas en Londres? ¿Qué haces aquí? —Adelanté mi viaje para conocer al nuevo chef que contratare— asegura con confianza— Vine a su actual trabajo aquí en The Ledbury. La degustación de los sabores es increíble, a pesar de preparar comida vegana parece ser uno de los más populares restaurantes de Londres. —Y uno de los más caro— Le confirmo recordando la reputación de aquel restaurante—Pero ¿Por qué contrataras un nuevo chef? ¿Qué paso con Ian Carlo? —Es una larga historia, te contare en cuanto llegues. Te espero no tardes La llamada termina. Salto de mi cama, abro las maletas y busco con mucha velocidad algo lindo que ponerme. ¡Nada! ¡Nada! ¡Nada! De haber sabido que Ángelo vendría, hubiera comprado algo bonito que ponerme. Toda la ropa que tengo, el ya la conoce. Es embarazoso pero no tengo el dinero suficiente para comprar ropa más elegante. Ángelo es todo un Adonis. Siempre viste elegante, es atractivo. Gracias a Dios no es un mujeriego, pero si ha rechazado a todas las chicas de media ciudad. Es increíble como lo pueden perdonar tan fácilmente y a pesar de ser rechazadas siguen tras de él. Sin remedio, tomo un vestido gris Oxford, un suéter n***o y tomo los tenis negros de la otra maleta. Arreglo un poco mi cabello con la punta de las yemas de mis manos, tomo mi cartera y salgo presurosa de la habitación. Al llegar a las escaleras, observo que mi padre ya está listo para irse. — ¡Papa!— gríto. — ¿Qué sucede?— Mi padre me mira sobresaltado. Bajo tan rápido como me lo permiten los pies y llego justo frente de él. — ¿Me llevarías a The Ledbury? — ¿Por qué quieres ir allá acabamos de comer?— pregunta confundido. —Iré a ver a un amigo—Respondo con reanimada. Mi padre parece sorprendido de cómo me recupere, de lo ocurrido en la comida. —¿Un amigo? ¿Lo conozco?— comienza un interrogatorio. —No lo creo papa, es mi amigo de Roma. Ángelo — ¡Ah! ¿Así que vino a seguirte?— dice mi padre un tanto incomodo. — ¡No!— Rio entre dientes— Es un viaje de negocios. — ¿Negocios eh?— pregunta aun mas intrigado. —Si papa— respondo con ironía— Pero antes de seguir con tu interrogatorio ¿Podemos subir al auto? —De acuerdo. En el auto, mi padre dejo de hacer preguntas para contestar llamadas importantes con sus socios sobre negocios. Eso me alegro un poco, ya no tenía que contarle nada todavía de Ángelo. Sobre todo por sus sospechas. Pronto llegamos al famoso restaurante The Ledbury, el chofer abrió la puerta del auto para que yo pudiera salir. Mi padre aun estaba al teléfono pero se asomo al notar que había llegado a mi destino. — ¡No llegues tarde!— dice tapando el micrófono de su teléfono móvil. —Ya soy adulta papa, estaré bien— trato de tranquilizar sus preocupaciones paternales. —De acuerdo— dice con una sonrisa y añade—Invita al chico a cenar, los espero a la hora de la cena ¿Está bien? —Si papa— digo sin remedio para poder entrar al restaurante. Asiente con la cabeza y el chofer cierra la puerta del auto. Observo cómo se marcha hasta que se aleja de mi vista. Miro la fachada de tan imponente lugar. Es hermosamente caro, ni en un millón de años podría pagar una cena con el salario que Ángelo me paga. Pero por lo visto a él parece irle muy bien con el restaurante. Debo recriminarle y exigir un aumento, ahora que puedo. Entro por una puerta de cristal, el ambiente incluso se siente tan fino y elegante en la recepción. Me siento incomoda, miro alrededor. El lugar se ve distinguido, incluso me siento un poco tonta con el atuendo que traigo, debí ponerme algo más formal. Hay una zona mucho más alejada de la puerta, donde reconozco a mi amigo Ángelo. Un camarero que lo está atendiendo se interpone en su ángulo de visión y no puede verme. — ¿Puedo ayudarla en algo Señorita?— pregunta una mujer estirada que me mira de arriba hacia abajo. No le agrado. —Estoy buscando a una persona— le digo amablemente. No parece creerme. — ¿Tiene una mesa reservada señorita?— La mujer duda de mi. No tengo el dinero para reservar una mesa y mucho menos para comer aquí pero Ángelo esta esperándome. —Un amigo esta esperándome en la mesa de allá— Señalo la mesa en donde está sentado Ángelo. Aun no puede verme. — ¡Disculpe señorita! Pero no puede estar aquí sin una reservación— Insiste la mujer. Está irritada conmigo aunque no le he dado motivos. Solo me quiere fuera de aquí. —Ya le dije que mi amigo me está esperando—Insisto y levantando la voz. —Señorita, esta molestando a nuestros clientes. Le ruego que se retiré— Entrecierra los ojos esperando que salga por mi voluntad. Miro de reojo a la mesa de Ángelo. Por fin se da cuenta que he llegado. —¿Puede repetir lo que dijo? — pregunto a la mujer que me mira con aire de superioridad. —Retirate—Dice enfada— ¡Ahora! —¿Hay algún problema?— al fin llega Ángelo en mi auxilio. Le muestra una sonrisa a la mujer. Esta parece derretirse en su mirada y se ruboriza. —¡Disculpenos señor! La señorita ha hecho un alboroto y se niega a irse. ¿Alboroto? Fue ella quien no me dejo pasar y encima me estaba echando del lugar. —¿Intenta correr a mi novia? — Ángelo posa su mano sobre mi cintura y me arrima hacia él. La mujer se queda atónita y vuelve a mirarme. Esta vez me mira diferente. Se ruboriza y pide disculpas a Ángelo que parece disfrutar del mal entendido. —Los problemas te persiguen — me dice mientras me guía hacia la mesa. — Es tu culpa por no verme al llegar— replico molesta. —La próxima vez, tendrás que recompensarme. —¿Que clase de recompensa? —Quiero que seas mi novia — me susurra en el oído. —¿Que?— digo casi sin voz. El muestra una blanca sonrisa. Me inspira confianza pero debe ser solo una broma.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD