Brigith
Han pasado seis meses desde mi llegada a esta isla, extraño tanto el bosque su olor, sus colores, la playa es hermosa no lo puedo negar, pero no se compara ni un poco a mi antiguo hogar, lo único que hacer realmente especial este lugar es Helios, es tan imponente y tierno al mismo tiempo, siento que me he enamorado perdidamente de él.
Viene a verme cada día como lo prometió, cuando el alba se asoma en mi ventana siempre lo consigo a el regalándome sus mas resplandecientes sonrisas, quisiera pasar el día entero a su lado pero el tiene un deber que cumplir, los días se me hacen eternos en este lugar donde espero ansiosa la llegada del atardecer ya que es cuando volveré a verlo, de a poco se me ha metido hasta los huesos esto que siento, ya no soy capaz de pasar la vida sin el, como quisiera que las cosas fueran diferentes, se cual es nuestro destino lo he visto, si no fuera por esta maldición que persigue a las mujeres de mi familia, mi madre estaría viva y yo podría ser feliz con el, como me gustaría encontrar la forma de deshacerme de ella, pero el destino está escrito y nada ni nadie lo puede cambiar, nacerá la que lleve la marca y solo ella podrá arrancar de raíz este hechizo que nos persigue.
Mientras camino por la playa no puedo evitar pensar en la prometida de Helios, es una diosa al igual que él, ella también es obligada a seguir las tradiciones jamás conocerá el amor verdadero, yo no soportaría estar unida a alguien que no ame y menos ahora que lo he conocido a él, el único hombre al que podré amar por toda la eternidad, el sol se empieza a ocultar, mientras se hunde en el océano, así que decido regresar a la casa para esperar ansiosa la llegada de mi amado.
Mientras camino siento una mirada sobre mí levanto la vista creyendo que a lo mejor Helios llegó antes, pero quedó estática en mi lugar cuando me doy cuenta de que es una mujer y por sus vestimentas estoy segura que es una diosa, es alta con el cabello blanco como el algodón sus ojos son los más azules que haya visto en mi vida, ni el cielo tiene ese azul tan limpio, me sonríe cómplice y luego se desvanece ante mis ojos, en mi mente solo tengo un pensamiento, que no sea la prometida de Helios por favor.
Llegó hasta la habítacion que comparto con Helios en este enorme castillo, el corazón aún me late acelerado por el encuentro de hace rato con esa mujer, su actuar me intriga necesito más tiempo para estar con el único hombre al que he amado, necesito hablar con el contarle lo que pasó, hablarle de esa mujer, necesito saber si es ella la diosa con la que debe unirse, pensé que tendríamos más tiempo para estar juntos, quizás tal vez está vez no haya una descendencia que herede este castigo, que extraño Helios aún no ha llegado siempre ha sido muy puntual tal vez mis sospechas son ciertas y esa mujer sea su prometida.
Rompo a llorar amargamente por mi suerte, todo se termina antes de empezar madre porque tuve que tener un destino tan distinto y a la vez tan parecido a todas, ustedes por lo menos tuvieron una razón por la cuál mantenerse fuerte en cambio yo moriré de amor estando tan sola como me has dejado, me desplomó en el suelo sin poder contener la desesperación que siento en el pecho, quisiera arrancarme el corazón para que no duela tanto, me parecen que son horas las que pasó tirada en el piso ahogándome en mi pena tal vez solo hayan pasado unos pocos minutos y eso lo hace aún más doloroso, el tiempo pasa tan lento cuando se sufre y cuando se es feliz es como si pasara tan rápido que apenas te das cuenta de lo que has vivido, todo pierde sentido, no se cuanto tiempo pasa antes de quedarme dormida en medio de mis sollozos.
Selene
Camino tranquila a través de los inmensos árboles que rodean la laguna de plata, este lugar es tan tranquilo me transmite muchísima paz, aquí puedo escapar de las estúpidas tradiciones, sentirme yo misma, veo en lo alto del cielo que el disco plateado empieza su recorrido nocturno, debería estar allí en este momento vigilando que todo en la tierra se encuentre bien durante la noche y no estar precisamente aquí, que ironía es que prefiera estar en un lugar habitado por mortales que estar en los jardines de los Dioses, en el Olimpo.
La ninfa que Helios tiene en su isla es muy hermosa y parece amarlo de verdad, su cara de sorpresa al verme fue epica quizás piense que soy Nantosuelta la prometida de Helios. Cómo habrá conocido Helios a la última ninfa celta que existe, se que ella se encontraba escondida tal vez me equivoqué pero estoy segura de que es ella, salgo de mis pensamientos cuando escucho la voz de quién precisamente los ocupa en este momento.
— Sabia que te encontraría aún aquí — no necesitó voltearme para saber quien es.
— ¿Que quieres Helios? se que algo necesitas lo puedo sentir. — el al igual que yo se encuentra comprometido pero ninguno de los dos estamos satisfecho con las decisiones que se tomaron cuando ni siquiera habíamos nacido.
— Selene amo desesperadamente a una mujer que no es mi prometida. — sabia que se trataba de sus amoríos, lo he visto algunas noches en las que he tenido que cumplir con mi trabajo de Diosa Luna, y precisamente esta tarde fui a comprobar que tan importante era esta mujer para él.
— A una ninfa celta, por lo que se es la única que queda, ¿sabes que ella tiene poderes que asemejan a los de un dios, cierto? — le digo mientras me doy la vuelta para encararlo finalmente.
— No me importa lo que ella es. — me asombra su declaración y me da algo de envidia, el si ha conocido el amor antes de concretar su compromiso. — Necesito que me ayudes durante el día para poder escapar de mis obligaciones por unas cuantas horas — dice sacándome de mis pensamientos, lo observó sin decir nada durante unos segundos.
— Selene, por favor te lo pido — detengo su suplica con un elegante movimiento de mi mano.
— Me alegra que tu si hayas conocido el amor, te ayudaré. — los Dioses tenemos prohibido sentir amor y es por eso que se nos designa una pareja desde antes de nacer, pero yo que he crecido en todas las fases lunares he visto como los mortales se profesan eso que nosotros tenemos prohibido y deseo tanto conocerlo, sentirlo, supongo que a él le pasa igual.
— Gracias. — dice y se dispone a retirarse en su hermoso carruaje, pero se detiene cuando hablo.
— Es muy hermosa por cierto, espero que te ame tanto como tú a ella. — veo que se gira hacia esperando una respuesta.
— Está tarde antes de venir a este lugar pase por tu isla para conocer a la afortunada de tener tu corazón. — digo con una dulce sonrisa en mis labios.
— Si me ama, me lo ha demostrado hasta el cansancio. — dice y está vez si se marcha.
Si nunca llegó a conocer el amor por lo menos tendré la dicha de haber ayudado en uno, sigo caminando mientras pienso en lo injusto que es la vida de un dios, cambiaría mi inmortalidad por la libertad de unirme a alguien que yo ame de verdad, deseo tanto sentir esa pasión, la entrega total del ser a una sola persona que se entrega de igual forma y solo por amor. De pronto siento una presencia oscura muy cerca de mi, miro a todas partes pero no logro ver a nadie, será mejor que marche, siento demasiado temor no entiendo porque si se supone que los Dioses somos seres supremos, nada debería de atemorizarnos, pero esto es una energía tan despiadada tan oscura siento el miedo correr por mi espina dorsal, no pierdo mas tiempo y me marcho por el lado contrario al que se ha ido Helios.
Casi acaba la noche y sigo pensando en el favor que me ha pedido Helios, se que podría tener consecuencias muy graves si los ayudo, nosostros debemos cumplir nuestros propósitos odio ser quién soy, odio esas estúpidas tradiciones, los ayudaré a qué sean plenamente felices por lo menos un día en su vida, no me importa si todo se complica luego, el amor merece una oportunidad y se las daré, si logro ser ágil nadie me podría involucrar si lo de ellos se llega a descubrir.