Brigith
Me estiró en la cama para destensar los músculos de mi cuerpo, anoche me quedé dormida esperando a Helios, pero recuerdo que yo no estaba en la cama anoche me incorporo rápidamente y me doy cuenta de un bulto cerca de mi, salgo rápidamente de la cama muerta del miedo hasta que veo que mi amado levanta su cabeza para obsequiarme una de sus encantadoras sonrisas.
— Buenos dias mi dulce flor — dice extendiendo su mano hacia mi para que vuelva a la cama con el, no me resisto y me lanzó a sus brazos que me reciben cálidamente.
— Buenos días amor mío — digo a la vez que beso sus ardientes labios, no sabía que un beso podría ser tan placentero hasta que el llegó a mi vida, el beso se hace más intenso cuando su lengua pide permiso para entrar a mi boca y enredarse con la mía, sus manos acarician mi piel de una forma distinta a la habitual y despierta en mi la humedad, siento el palpitar en mi intimidad, no se cómo logro colocarme a horcajadas sobre el y hago el beso mas salvaje,as demandante, no se lo que estoy haciendo pero en este momento lo que menos quiero es analizar lo que ocurre.
Helios me toma fuerte de las caderas y restriega su masculinidad en mi centro lo que me hace gemir levemente dentro de su boca, como un rayo pasa por mi me mente el recuerdo de la mujer que estuvo ayer en la isla, separó mis labios de los suyos y me incorporo sentándome en la orilla de la cama, Helios queda confundido por mi repentino actuar tan distinto al de hace solo unos segundos, si no fuese porque realmente me preocupa nuestra situación seguiría envuelta en la pasión que desbordan sus labios.
— ¿Sucede algo mi dulce flor? — dice haciendo que vuelva a la realidad.
— Es solo que ayer alguien estuvo en la isla, una mujer solo fue un instante y me ha preocupado mucho que pueda ser esa Diosa con la que debes unirte. — digo con un hilo de voz, me duele tanto tener que aceptar está realidad.
— Si fue una diosa, pero es amiga con ella no debes temer — lo miro sin poder comprender del todo, muchas veces el dolor que podamos sentir sea físico o emocional bloquea nuestra capacidad de comprensión haciendo que reaccionemos o entendamos más lentamente de lo normal.
— Era Selene, la Diosa de la Luna, ella nos ayudará para que podamos estár algunos días juntos, por mis deberes no puedo brindarte todo el tiempo que necesitas pero tú eres tan buena que te conformas con lo poco que te ofrezco, no merezco tu amor ni tu paciencia pero soy tan egoísta que no puedo imaginar estár sin ti.
— ¿La diosa de la Luna y porque ella vino hasta este lugar? — realmente estoy confundida no entiendo que pueda querer la luna conmigo.
— Ella solo quería verte, saber quién eras y así estar segura de que eres digna de estar a mi lado, sabes que somos deidades y como tal es nuestro deber tener a nuestro lado a alguien con las mismas cualidades, a mí eso no me importa sería feliz de entregar la inmortalidad solo por vivir una vida a tú lado.
— Te amo Helios, te amo como nunca imaginé que sería amar a alguien — digo tomándolo del rostro para que me mire fijamente a los ojos, lo amo tanto, beso dulcemente sus labios dejándole toda mi vida y todo lo que soy en ese solo beso.
Mi amado corresponde tiernamente a mi toque, siento sus manos repartir caricias por mi espalda y siento como mi piel se electrifica al instante, el beso poco a poco sube de intensidad al igual que las caricias me duelen los pulmones por falta de oxigeno pero el deseo es tanto que tengo que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para separarnos y así poder respirar, un calor demandante recorre cada uno de mis poros haciéndose imposible de soportar el dulce cosquilleo en mi centro me hace desear más de él, necesito todo de él, nos observamos fijamente en un duelo de miradas en las que no hacen falta las palabras para entender el remolino de sensaciones que nos embargan en este momento.
Esta vez es Helios quien me besa desaforadamente como si no existiera un mañana y tal vez sea así para nosotros, de pronto algo sucede su tacto cambia siento la resistencia a dejarme pero a la final separa sus labios de los míos y une nuestras frentes en una suplica silenciosa, nos quedamos algunos segundos en esa posición en los que trato de calmar los salvajes latidos de mi corazón que parece querer salirse de mi pecho.
— Lo siento Brigith, perdoname por no poder continuar en este momento, juro que te recompensare, me necesitan en el Olimpo. — asiento en silencio luchando por contener las lágrimas que pugnan por salir, no puedo demostrar cuanto me duele que las cosas tengan que ser así, lo amo tanto que estoy dispuesta a todo hasta a morir en manos de ella solo por ser feliz un instante junto a él.
—Te amo mi dulce flor. — dice y se marcha.
De nuevo me encuentro sola en este inmenso castillo, solo que esta vez me ha quedado un sin sabor de boca ha causa de sus besos y de esta sensación de insatisfacción que recorre mis terminaciones nerviosas, decido nadar en la playa hasta cansarme haber si así logro calmar las palpitaciones descontroladas de mi intimidad, pronto todo terminará para nosotros puedo ver que cada día el final esta más y más cerca.
Pérdida en mis pensamientos me encuentro hasta que siento unos pasos acercándose volteo en dirección al castillo de Helios, mi hogar desde hace seis largos meses y la veo a nuevamente a ella, Selene.
Esta vez no sólo desaparece como la vez anterior si no que me hace señas para que salga del agua y la siga, que querrá la Diosa luna conmigo, espero que no le haya ocurrido nada a Helios.