Capítulo 2

1998 Words
Miro a Diane mientras habla, como la propia cotorra, sentada en la mesa que compartimos James y yo. — ¡Han pasado dos semanas, Thea! ¡Dos semanas! — La miro aún más, imaginándola como una política de esas que gritan y gritan; le vendría tan bien el papel —. ¿Me estás escuchando? Sacudo la cabeza. — Lo siento, ¿qué? Diane me mira con enfado porque de nuevo no he prestado atención a sus palabras. De repente, escucho una muy baja pero ronca risa. Es James, no tengo que mirarlo para saberlo. Él finge no escuchar nada, pero estoy segura de que sí lo hace. No sé qué me sorprende más, que él preste atención y se divierta de mis conversaciones, o que Diane ignore totalmente que el chico a mi lado está al día con todo lo que ella me dice. — Thea, deja de ser tan distraída — Diane chasquea los dedos frente a mí para que me concentre en ella —. Te hablaba de la aparecida de Ariana y tu novio Mathew, ¿los recuerdas? — De hecho, ya no estoy segura de recordar el sonido de la voz de Mathew — digo, sacando mi agenda con desgano —. Ya casi ni me habla porque se lo pasa con ella. — ¡Por eso, Thea! ¡Debemos hacer algo que...! Ahora la imagino como un entrenador de equipo de soccer, en este caso yo sería la única integrante. Miro sus labios moverse y todo lo que puedo imaginar que dice es: ¡Vamos, Thea! ¡Tú puedes! ¡El equipo unido jamás será venci... — Auch — acaricio mi cabeza cuando ella me propina un golpe para que le preste atención. Y de nuevo escucho la risita de James a mi lado. No lo pienso ni por un segundo para mover mi pie y darle una dura pisada al suyo. ¡Santa acarena! ¡¿Qué he hecho?! Espero totalmente asustada a que él me devuelva el golpe o me insulte enfrente de toda la clase. Preparo mi banderita blanca para pedirle disculpas o, en caso de que las cosas se salgan de control, preparo mis puños súper fuertes. Sin embargo, no llego a necesitar ni la bandera ni los puños porque él lo único que hace es volver a reírse. Uh. — Thea, debes hablar con Mathew — vuelvo a concentrarme en Diane cuando ella continúa hablando completamente ajena a las raras interacciones entre mi compañero de clase y yo —: Se está comportando como un completo imbécil por culpa de una recién llegada. ¡Incluso ella ya parece su novia y no tú! Te lo juro que he soñado tantas veces con tener sus extensiones en mis manos. Me río suavemente al imaginar semejante cosa. Sería tan divertido ver eso. Las extensiones rubias de Ariana enredadas en los dedos de mi mejor amiga. — Diane, cálmate — sacudo la cabeza para concentrarme de nuevo en el asunto —. Hoy hablaré con Mathew, lo prometo. Si es que consigo encontrarlo a solas, me digo mentalmente, porque Ariana siempre se lo pasa junto a él. Quisiera decir que todo esto no me duele, pero mentiría. Más que mi novio, Mathew ha sido mi mejor amigo. Ver la facilidad con la que él pone a una desconocida por encima de mí, sólo logró que me decepcionara de él. Todo lo que me he cuestionado estas dos semanas es: ¿realmente vale la pena seguir con alguien así? Si no he roto con él es por respeto a los años de amistad que tenemos, porque estoy esperando a que me dé una justificación con la cual yo lo pueda perdonar y al menos podamos seguir siendo amigos… pero nada ha llegado. Y yo sólo cada día me siento más defraudada de él. — Señorita Smirk — me sobresalto cuando escucho la voz del diablo que nos enseña matemáticas llamar a Diane. ¿En qué momento ha llegado el profesor? —. Las mesas no son para sentarse. Vuelva a su puesto, por favor. Diane muerde su labio mientras se pone totalmente colorada. Yo sólo puedo suprimir mi risa cuando la veo regresar a su puesto con el rabo entre las piernas. — Así que les tengo una sorpresa que les encantará — gruño muy bajito por las palabras del profesor. Por lo general el diablo de las matemáticas —sí, el diablo, porque si las matemáticas son mi infierno personal, el maestro vendría siendo el mismísimo demonio— cuando dice que nos tiene una sorpresa es de verdad una sorpresa, pero no una sorpresa buena. Todo lo contrario, yo lo llamaría mi penitencia por robar las galleticas que mi mamá hace, así que me preparo mentalmente para perder el examen sorpresa que hoy el diablo nos hará —. Saquen una hoja y lápiz, tendremos un examen el día de hoy. Casi quiero llorar cuando el diablo escribe los ejercicios en el tablero. ¡¿Cuándo vimos esos temas?! Todo lo que veo son un montón de letras griegas, japonesas y chinas que no tienen sentido para mí. Lo único que sé con seguridad en las matemáticas es que 1x1= 1, y eso utilizando la calculadora para verificar la respuesta. Dios de todas las galleticas del mundo, ¿por qué existen los números? Muerdo la punta de mi lápiz con nada de elegancia mientras trato de que me llegue inteligencia divina para resolver estos ejercicios. Levanto mi mirada para ver hacia donde están Mathew y Ariana y, en efecto, ellos sí lucen tranquilos, como si el examen fuera muy fácil. ¡Y yo estoy a punto de hacerme pis en los calzones! Cierro mis ojos y cruzo mis dedos mientras repito en voz baja —: Dios, mándame una ayudita divina, por favor. Prometo no robarme las galleticas de mi madre y no volveré a botar la basura en el jardín del vecino, pero, por favor, mándame una ayudita divi... Mi súplica se ve interrumpida por una pequeña risa a mi lado. Abro mi ojo izquierdo y miro a James, quien me está observando con una sonrisa totalmente divertida en sus labios. Me tiento a decirle que se pudra, pero me quedo callada cuando recuerdo que el chico es peligroso. Me repito lo mismo una y otra vez, aunque estas semanas que he estado junto a él no ha hecho nada raro, salvo reírse cuando hago una de mis tonterías que nunca hacen falta. Dios de las galleticas, ¿por qué no me hiciste normal? Mi mamá es normal, mi papá es normal, mi hermana es medianamente normal. Así que, ¿por qué me hiciste un extraterrestre en mi propio planeta? — Cinco minutos y recojo — dice el diablo. Llevo mis manos a mi cabeza y miro el reloj. ¡¿En qué momento ha pasado una hora?! ¡Mi madre me lo ha dicho! Me reprendo mentalmente ¡Debo dejar de ser tan distraída, santo cielo! ¡Un día se formará una guerra galáxica frente a mí y yo ni cuenta me daré! Cierro los ojos de nuevo para pedir la última ayudita divina y, cuando los abro, Santa Macarena, ¡un milagro! ¡El examen está completamente resuelto frente a mis narices! ¡Yo sabía que los milagros existían! Dios, dejaré de robar galleticas, no tiraré la basura en el jardín del vecino y... ¿Por qué James está borrando mi nombre de su examen y está escribiendo el suyo? Mi lento cerebro trata de comprender por qué la letra del examen frente a mí no es la mía, sino la del chico rudo de al lado. Un momento... ¿Él ha cambiado los exámenes? ¡No! ¡Imposible! ¿O sí? Antes de que pueda abrir la boca y preguntarle, el diablo de las matemáticas pasa por nuestros puestos y recoge los exámenes. Miro aún con mi boca abierta a James, intentando preguntarle, pero antes de que pueda decir una sola palabra, él recoge sus cosas, se pone de pie y sale a toda prisa del salón de clases. ¿Qué acaba de pasar? *** — No te lo puedo creer — dice Diane, caminando a mi lado mientras buscamos el libro de ciencias en la biblioteca —. ¿El mismo James que golpeó a un chico el primer día de clases? ¿El mismo que mandó a comer mierda a un profesor cuando éste le regañó? ¿El mismo que dicen ha vendido drogas? ¿El mismo que... — Sí, ese mismo James — ruedo mis ojos mientras busco el libro que necesitamos para hacer la tarea. Dios, esto está lleno de polvo. Me va a dar pulmonía o neumonía o lo que sea. Tendré que traer una toallita y limpiar este desastre —. ¿De qué hablábamos? — Le pregunto a Diane cuando he olvidado cuál era el tema del que charlábamos. — Thea, eres tan distraída — Diane sacude la cabeza mientras me mira con diversión —. Estábamos hablando de que James cambió los exámenes de matemáticas... — No me parece justo para Thea lo que estás haciendo — Diane y yo nos quedamos en silencio cuando escuchamos una voz muy familiar hablando —. Es tu novia, no deberías hacer eso. — ¿Esa es la voz de Ben? — Me pregunta Diane en un susurro —. ¿Mi novio? Asiento con los ojos abiertos como platos, sorprendida de que él esté hablando de mí. — ¿Con quién está hablando? — Le pregunto, confundida. Las voces siguen sonando y parece ser que vienen del pasadizo de al lado, justo donde está la sección de ciencias sociales. — Thea no tendrá ningún problema, Ben — y ahí reconocemos la otra voz, la voz de Mathew. Diane y yo nos acercamos más para escuchar mejor —. Ella siempre hace lo que yo le pido. — Mathew — Ben suena enfadado —. Lo que vas a pedirle es totalmente estúpido. Vas a perderla por los caprichos de Ariana. — ¡Entiéndeme, Ben! — Mathew parece alterarse un poco —. Sabes que quiero a Thea, de verdad lo hago, pero no puedo arriesgarme a rechazar a Ariana porque ella probablemente después irá a quejarse con su papi y él terminará los negocios con la empresa de mi familia, ¿no lo entiendes? — ¿Entonces qué, Mathew? ¿Qué le vas a decir a Thea? — Diane sostiene mi mano con fuerza cuando siento mis ojos llenarse de lágrimas —. "Amor, Ariana me ha pedido que termine contigo y sea su novio. Le diré que sí y, mientras tanto, quiero que tú me esperes porque tan pronto Ariana deje su capricho conmigo, volveremos a estar juntos”. ¿Sí? ¿Eso le dirás, Mathew? — Ben, por favor, entiéndeme. — No te voy a entender una mierda — Ben vuelve a hablar mientras yo muerdo mi labio para retener el sollozo que lucha por escapar —. Yo nunca cambiaría a Diane por nada. Eres mi mejor amigo, Mat, pero no cuentes conmigo para esto. Me zafo del agarre de Diane y, antes de que Ben y Mathew puedan irse, doy la vuelta para llegar a donde ellos están. Mathew pierde el color de su rostro cuando me ve, de repente lo comparo con una hoja blanca de papel, pero no me dejo conmover por ello. Mi mano choca fuertemente en su mejilla. — Terminamos — le digo sin apartar la mirada de la suya —. Y no es un terminamos por un tiempo... — niego mientras limpio mis lágrimas con el dorso de mi mano —. Es un terminamos para siempre, Mathew. Y doy media vuelta para salir corriendo de la biblioteca. Escucho a Diane venir detrás de mí, pero todo lo que yo puedo hacer es llevar mi mano a mi pecho en donde duele, duele demasiado. Acaban de romper mi corazón.
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