Capítulo 1.

1934 Words
Desde que tengo memoria, Mathew ha estado conmigo. Estuvo cuando me caí esa primera vez que empecé a andar bicicleta, cuando mi madre se enojó porque estropeamos el vidrio de su auto, sosteniendo mi mano cuando mi abuela dio su último suspiro y estuvo allí protagonizando mi primer beso. Él ha estado siempre. Mathew Sanders ha sido mi mejor amigo toda la vida, dar el siguiente paso en nuestra relación se sintió natural, lo correcto por hacer. Así que, el día que me pidió ser su novia fue uno de los días más luminosos y coloridos de mi vida. A los quince años, él era todo en lo que podía pensar. Mi vida se volvió completamente perfecta en el instante en el que él se me confesó. Un año después, el sentimiento de felicidad por tenerlo conmigo no ha desaparecido. Mientras espero a que llegue por mí para ir a la escuela, la sonrisa no desaparece de mi rostro. Esa sonrisa se ensancha cuando veo su coche aparecer en mi calle. Sostengo mi mochila con fuerza mientras espero a que, como siempre, baje del auto para abrirme la puerta. Las mariposas, como es costumbre, hacen su acto de presencia en mi estómago cuando lo veo bajarse y dedicarme su hermosa sonrisa blanca. Mi sonrisa se vuelve imposiblemente más grande tan pronto él deposita un pequeño beso en mis labios a modo de saludo. — ¿Cómo estuvo tu noche? — Pregunta tan educado como siempre. — Bien — lo miro a los ojos, sin nunca cansarme de hacerlo —. ¿Y la tuya? — Igual — de repente luce incómodo —. Yo... tengo que decirte algo. Las alarmas se activan en mi cabeza. — ¿Qué pasa? — Apareció esta chica, Ariana, la hija del socio de mi padre y él quiere que la ayude a adaptarse a la escuela — sigo sin comprender, así que espero pacientemente a que continúe —. Estudiará con nosotros y mi papá dejó una carga sobre mis hombros al dejarme claro que quiere que ella se sienta cómoda, Thea. — No entiendo a dónde quieres llegar. — Viene en el auto con nosotros — dice lentamente —. Y me gustaría que te hicieras amiga de ella. Es importante para mi padre porque el padre de Ariana es su principal socio y no quiere que ella tenga alguna queja sobre mí. ¿Podrías ayudarme con esto? — Claro — acepto sin encontrar ningún problema en ello. Los ojos de Mathew brillan con evidente alivio. — Esa es mi chica — acaricia mi mejilla con su pulgar para después dejar un beso en la punta de mi nariz. A pesar de que lo ha hecho desde que somos pequeños, me sonrojo ante su tierna muestra de cariño. Caminamos tomados de la mano el poco espacio que queda para que entremos en el auto. Me detengo a mirarlo con confusión cuando me abre la puerta trasera de su coche. — ¿No voy contigo? — Le pregunto totalmente aturdida. Mathew hace una mueca de incomodidad. — Ariana va adelante. Trato de ignorar la pequeña molestia que siento en mi interior y me obligo a poner en mis labios una gran sonrisa. — Claro — susurro, entrando en el auto sin objeción alguna. Con mi sonrisa aun en mi rostro, miro hacia el asiento del copiloto para encontrarme con una chica de cabello rubio que me devuelve la mirada con una pequeña sonrisa en sus labios. — Hola, soy Thea Anderson— le digo, estirando mi mano hacia ella. — Oh, eres Thea — su sonrisa cae un poco —. Soy Ariana Rowling. Tú eres la pequeña mejor amiga de Mathew, ¿no? Me congelo por un instante, mirando con confusión a Mathew que ya está dentro del coche. Esta mañana no deja de ser más y más confusa. Es mientras el vehículo arranca que Mathew dice —: Así es, Thea es mi mejor amiga — me mira por el espejo retrovisor con una sonrisa —. Y también mi novia. Pensé que te lo había dicho, Ariana. — No, no lo mencionaste — ella parece enfadada —. Por la forma en que hablabas de ella, pensé que era sólo tu amiga. — Te equivocas — le digo elevando un poco mi tono de voz, de repente enfadada al ver su mano en el brazo de mi novio. — Mi error — Ariana me mira cortamente, sin apartar la mano del brazo de Mathew. Espero paciente a que él la aparte, pero nunca lo hace. Resoplo muy suave sin que ellos me escuchen y acomodo las gafas de montura en mi nariz porque han caído un poco. Cruzo mis brazos sobre mi pecho para evitar hacer otra cosa en contra de la atrevida chica que coquetea sin descaro alguno con mi novio frente a mí, así que me limito a apoyar mi cabeza en la ventanilla mientras la escucho hablar con Mathew de una fiesta que hará su padre a la cual él está invitado. No me pasa desapercibido que yo quedo totalmente fuera de la lista de invitados de esa fiesta. ¿Qué le pasa a esa chica? Sobra decir que es el viaje a la escuela más incómodo que he tenido en mucho tiempo. Mientras caminamos por los pasillos de la escuela, ignoro totalmente sus habladurías incesantes. Lo único que me calma es la mano de Mathew sosteniendo la mía, pero sólo me calma un poco porque el brazo de ella enroscado en el brazo de él, llevan mi irritación a su punto más alto. Siento alivio cuando entramos en el salón de clases ya que por fin ella estará lejos de nosotros —de Mathew para ser más claros—, pero mi irritación alcanza el enojo cuando la veo sentarse en mi puesto, al lado de Mathew. — Ese es mi lugar — le digo lo más educada que puedo. — Pensé que se lo habías dicho, Mat — ella le habla a mi novio y después me mira a mí con una sonrisa arrogante —. Me sentaré con él de ahora en adelante. Tiene que estar jugando. — ¿Es una broma? — Me río en voz baja, pero mi risa cesa cuando veo que Mathew no la desmiente —. ¿Mathew? — Trato de que mi voz salga firme, pero fallo en el intento. — Es sólo por unos días, Thea — él no me mira mientras habla —. Hasta que Ariana consiga alguien con quien sentarse. Y mientras tanto yo me voy al traste, completo mentalmente. Miro el asiento detrás de él en donde Diane, mi mejor amiga, mira con confusión todo el asunto. Le regalo una pequeña sonrisa para indicarle que todo está bien, aunque no lo está en absoluto. — ¿Y dónde se supone que me voy a sentar? — Le pregunto a Mathew, concentrada en que mi voz salga totalmente calmada —. No hay más puestos vacíos. Mathew gira su rostro para observar con detenimiento todo el salón de clases, entonces su mirada queda fija al final, en donde una sola persona se sienta en compañía de nadie. — No me voy a sentar con James — le digo antes de que mencione lo que sé está pasando por su cabeza —. Él me asusta y lo sabes, Mathew. —Vamos, Thea, si te dice o hace algo simplemente me avisas. No puede estar hablando enserio. No me voy a sentar al lado del chico nuevo y matón de la escuela. — Es el último puesto — añado —. Sabes que aún con los lentes no puedo ver bien. — Jesucristo, Thea — lo miro con los ojos abiertos como platos cuando me habla totalmente fastidiado —. ¿Cuándo te volviste tan exasperante? Muerdo mi labio para evitar soltar algo que empeorará la situación. La risa de Ariana a su lado sólo consigue humillarme más, así que dejando el miedo a un lado por el chico que dicen ha estado involucrado en drogas y ha sido expulsado tres veces de sus antiguas escuelas, avanzo por el salón de clases y me siento a su lado. Aquí vamos, Thea. Tú eres valiente. James sólo es un chico que se ha ganado el miedo de toda la escuela. Ha golpeado alumnos, insultado profesores y se rumorea que consume drogas. No es tan grave, ¿cierto? Con cuidado de que James no lo note, arrastro mi silla al extremo de mi lado, lo más lejos posible de él. Saco de mi mochila el libro de lenguas con mi agenda y espero pacientemente a que la profesora aparezca. Observo desde atrás, patéticamente, cómo Ariana enrosca su dedo en uno de los castaños mechones de Mathew y lo mira con evidente coquetería. Trago la bilis en mi garganta cuando él no la aparta. Cuando siento humedad en mi mejilla es que me percato de la traicionera lágrima que baja por ella. Madre mía, ¿por qué soy tan sensible? Llevo mi mano temblorosa a la humedad de mi rostro y me limpio a gran velocidad. Espero que nadie lo haya notado, pero la penetrante mirada que siento del chico a mi lado me dice que no tengo tanta suerte. Giro mi rostro para mirarlo y espero encontrarme, mínimo, con una expresión de burla en sus ojos. No es eso con lo que me encuentro. Un par de hipnóticos ojos verdes me miran con curiosidad y yo simplemente me veo atrapada allí, sin ser capaz de alejar mi mirada de él. Nunca lo había tenido tan cerca como para notar lo guapo que es. Las facciones de su rostro son tan toscas y varoniles que exponen total masculinidad, y su despeinado cabello de un rubio sucio le dan un aire despreocupado. Sin embargo, él no luce como un chico, sino como un hombre que lleva una larga lista de historias detrás de él. Historias que tal vez aterrarían. Sus ojos son una extraña mezcla de tristeza y peligro, y tal vez algo de picardía. Su mandíbula afilada, nariz recta y labios ligeramente carnosos lo hacen lucir más duro de lo que su mirada es. James es hipnotizante, realmente lo es… Entonces mis ojos bajan a sus tatuajes y un estremecimiento recorre mi piel, recordando lo que se rumorea por los pasillos; sus tatuajes los obtuvo en la pandilla de delincuentes a la que pertenece. Es peligroso, me digo mentalmente, aléjate de él. Agradezco en mi mente que la profesora haya llegado porque tengo algo más en que distraerme que no sea el chico rudo de mi clase que me pone de los nervios y me asusta a grandes niveles. Sin embargo, cualquier intento por concentrarme en la maestra es inútil. Mis curiosos ojos paran en la agenda de James cuando él la abre, dejándola ruidosamente sobre la mesa que compartimos. Mis ojos también captan sus dedos tatuados, después miro su nombre marcado en la primera página. Nathan James Harrison. Aparto mi mirada, pero vuelvo a llevarla al mismo lugar cuando lo veo garabatear algo en otra hoja limpia. ¿Qué escribe si la profesora no ha empezado la clase? Cuando leo la frase en su hoja, otro estremecimiento de miedo invade mi cuerpo. "Un curioso ratón de laboratorio está en busca de problemas". Madre santa, no tengo que preguntarle nada para saber que sus líneas son para mí. Arrastro mi silla lo más lejos posible y en toda la clase me concentro en no mirarlo. Santa Macarena, ¿en qué me he metido?
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