Gustavo Despierto con una sonrisa en los labios, acariciado por la suave brisa que llega desde el mar. El aroma salado y el rumor de las olas llenan la habitación, creando un ambiente de tranquilidad que parece envolvernos. Mi mirada se posa en Carolina, que duerme plácidamente a mi lado, su figura curvilínea apenas cubierta por la delgada sábana blanca. Es un cuadro de serenidad y belleza que me roba el aliento. Repaso en mi mente los últimos días que hemos compartido. Ha sido una semana de ensueño, llena de amor, pasión y descubrimientos. Cada rincón de esta cabaña en la isla de Barú se ha impregnado con nuestra complicidad, y no puedo evitar sonreír al recordar todas las travesuras y momentos íntimos que hemos compartido. Desde que llegamos a Cartagena, cada día ha sido una celebrac