Carolina
Mis ojos están fijos en la escena que se desarrolla ante mí, como espectadora de un espectáculo íntimo y apasionado.
El ardor en mis mejillas no puede compararse con el calor que emana de la escena frente a mis ojos. Gustavo y Nicolás se entregan a un beso apasionado, lleno de deseo, y sus manos tocan sus musculados cuerpos con una intensidad que resuena en lo más profundo de mi ser.
Es como si se hubiera creado un espacio mágico; una dimensión en la que los deseos y las sensaciones se amplifican. Cada caricia, cada roce, es como un eco de la pasión que siento latir en mi interior. La tensión s*xual entre Gus y Nico es palpable, como una corriente eléctrica que fluye entre ellos y se expande en el aire que nos rodea.
Mi corazón —y mi clítoris— late con fuerza, y siento un
