- Pon al bebé en la cuna y abrocha el cinturón, - dijo Wanda. Pero seguí abrazando a mi hija de nueve meses contra mi pecho, temiendo soltarla. - Está bien, sujétala, pero abróchate el cinturón. - dijo la mujer y agregó, - dale el pecho, así las dos os calmareis más rápido. Esta vez le escuché y puse al bebé en mi pecho. Casi no tenía leche, pero Wanda tenía razón, habiendo sentido esta conexión entre nosotras, realmente nos calmamos. Lo que me pasó en las últimas doce horas estaba más allá de mi mente. Todo lo que sucedió fue más como una película llena de acción con elementos de erotismo. No podía entender lo que estaba pasando y cómo todo se conectaba conmigo. Primero apareció Herman en el umbral de mi sauna, quien de manera insidiosa me sedujo y se aprovechó de mi debilidad, luego