Jairo en su desesperación por los recuerdos se levanta del escritorio y se toma un vaso lleno de whisky para tratar de calmar sus emociones. —Dios, aún me duele— exclama con dolor en su pecho— ¡Malditas mujeres solo destruyeron mi vida! Con la botella en la mano y el vaso regresa al escritorio y se vuelve a sumergir en aquellos malditos recuerdos que con sus imágenes lo atormenta duramente. Aún recuerda como toma la mano de Madeleine para huir aquel día de ese lugar. El infierno se ha desatado y ellos están en medio de todo. —Vámonos— le dijo con la voz gruesa por el dolor— tenemos que sacar a esa chica de ahí – él no podía comprender ni tampoco quería aceptar que su abuela fuera una mujer tan cruel y desalmada como para secuestrar y maltratar a una joven que no les había h