Alexa POV
Encontré una pequeña cafetería una vez que llegué a la ciudad. Era linda. Tenía un aspecto de tienda familiar y parecía haber estado allí desde siempre. Entré y parecía que acababan de abrir. Quiero decir, era temprano, temprano como las siete de la mañana. No había nadie más en aquel lugar, lo cual era agradable. Un anciano salió caminando y en el momento en que lo olí, supe que estaba tratando con otro hombre lobo. Agarró un menú y se acercó a mí y lo colocó en la mesa.
—¿Estás de paso por la ciudad?
—No lo sé, señor. Estoy buscando un nuevo hogar. Pero si tengo que moverme de aquí lo haré —dije, mirando hacia abajo. Era una muestra de respeto y esperaba que no lo tomara como una amenaza.
—Déjame traerte un café mientras miras el menú.
Se alejó y me dejó ver el menú. Tenía hambre. Creo que en este punto podría comer de todo en el menú de desayuno. Volvió caminando con su libreta para tomar mi pedido y un bolígrafo en la mano.
—¿Ya sabes lo que te gustaría?
—Sí, ¿puedo pedir bizcochos de maíz con salsa dulce, una guarnición de salchichas, dos huevos fritos, una guarnición de hash browns, una taza de café y agua, por favor?
—¿Ha pasado mucho tiempo desde tu última comida?
—Cené anoche, pero fue una noche larga y además, necesito mantener mi energía.
—Dame unos quince minutos y traeré tu orden.
Se alejó y rápidamente regresó con una taza de café que colocó frente a mí, para luego alejarse de nuevo.
—Jade, ¿qué piensas de esto?
—Bien, algo se siente bien aquí. Este lobo podría habernos echado, pero no lo hizo.
Estaba sentada allí perdida en mis pensamientos así que no escuché a nadie entrar, de repente dos hombres gigantes se sentaron frente a mí. Me asustaron cuando levanté la vista y al instante supe que eran hombres lobo y supongo que uno era un Alfa y el otro un Beta. Irradiaban poder.
—Hola chicos, ¿puedo ayudarlos?
Ambos se miraron y se rieron un poco. No iba a retroceder ante ellos. No iba a retroceder ante nadie nunca más.
—¿Quieres decirme qué estás haciendo aquí? —preguntó el más grande de los dos.
—No, no quiero.
—De acuerdo, bueno, ¿qué tal si simplemente me lo dices? Ya no es una opción si quieres hablar o no.
—Bueno, sí es una opción y no tengo que decírtelo.
Podía ver que el hombre que hacía las preguntas se estaba enojando porque le estaba dando un comando de Alfa y mientras yo lo ignoraba.
—Muy bien, princesa, estás en nuestra manada y tenemos el derecho de saber qué estás haciendo aquí —dijo el otro hombre.
—Mira, dejaré la ciudad si hay algún problema. Estaba buscando un nuevo lugar para establecerme. Además, no soy una princesa.
—¿De qué estás huyendo? Puedo oler que no eres una vagabunda y la mayoría de la gente no abandona su manada a menos que estén huyendo.
—No puedo discutir eso contigo. No te conozco y ciertamente no confío en ti.
—Creo que comenzamos con el pie equivocado. Empecemos de nuevo. Soy el Alfa Julian y este es mi Beta Luca, y estás en la manada Blue Lakes.
—Mi nombre es Alexa.
—¿Cuál es tu apellido, Alexa? —preguntó el Beta Luca.
—Buen intento. Pero no te lo voy a decir aún.
—Mira, podemos ayudarte si simplemente nos dices qué está pasando.
—No puedo contárselo a nadie en este momento.
—Podemos respetar eso por ahora. ¿Por qué no desayunamos y luego puedes ir a nuestra casa de la manada a descansar?
—¡Espera! Se supone que debo preguntar por ti, Alfa Julian. Mary en la estación de autobuses dijo que si necesitaba ayuda, te buscará a ti.
—Así que eres de la manada Silver Moon —dijo.
—Eso no es lo que dije. Solo dije que la conocí en la estación de autobuses, no que soy de allí.
—De acuerdo, comamos y luego podemos discutir todo esto más tarde.
No pasó mucho tiempo antes de que el anciano trajera mi comida y regresara rápidamente con otras dos bandejas. Julian levantó una ceja curiosa al ver toda la comida que había pedido para mi sola.
—Tengo hambre —les dije.
—Solo que la mayoría de las mujeres no comen tanto, princesa.
—Bueno, no soy como la mayoría de las mujeres y no soy tu princesa, Beta Luca.
Él solo se rió de mí otra vez y comenzó a comer. Yo solo mantuve la cabeza baja y comí mi desayuno.
—Lex, estoy un poco indecisa acerca de estos chicos. Debes tener cuidado.
—Lo estaré. No tengo ninguna sensación negativa, pero ahora mismo no confío en nadie.
—Bien. Voy a tomar una siesta ahora —me dijo Jade.
Ella cortó nuestra conexión, se fue y se acurrucó, estaba roncando suavemente.
Terminamos de comer todos al tiempo y ambos se levantaron para irse.
—Vamos, princesa —dijo el Beta Luca.
Solo les entrecerré los ojos y alcancé mi bolso para pagar mi comida.
—No es necesario, ya me he ocupado —dijo el Alfa Julian.
Tiré un billete de veinte en la mesa como propina. No iba a dejar que nadie, excepto yo misma, se hiciera cargo de mí. Realmente no quería ir con ellos, pero estaba segura de que no sería bueno si me negaba a ir. Los seguí hasta una camioneta SUV oscurecida.
Genial, nadie me verá aquí.
Esto es casi cómo morir, pensé.
Me deslicé hacia atrás mientras ellos subían al frente y partimos. Salimos de la ciudad y subimos una montaña. El paisaje era hermoso. Realmente podría vivir aquí. Amaba las montañas y el aire fresco. Era nítido y limpio. Condujeron durante unos treinta minutos hasta que finalmente llegamos a su entrada. Había una gran puerta de hierro y guardias junto a ella. Los dejaron entrar de inmediato y condujimos por un largo camino de entrada hasta llegar a la casa de la manada, donde se detuvieron a un costado y entraron al garaje. Él estacionó el SUV y apagó el motor, y se bajó.
Yo también bajé y los seguí al interior. El beta se alejó y el Alfa Julian me llevó hasta una habitación y abrió la puerta para mí.
—¿Por qué no te duchas y descansas un poco? Te ves exhausta. Hablaremos cuando despiertes. Colocaré a alguien afuera de tu puerta. Solo avísales cuando te despiertes.
—Gracias —dije mientras entraba, luego lo vi cerrar la puerta.
Me di la vuelta, cerré con llave la puerta y observé la habitación. No era grande, pero era agradable. Había una cama queen en una esquina y una mesa de noche junto a ella, la cama estaba cubierta con un edredón blanco limpio y varios cojines. La mesa de noche tenía una lámpara y un control remoto. Me giré y miré la pared del otro lado donde colgaba un televisor. Las paredes estaban pintadas de un color gris claro, tiré mi bolsa en el suelo y entré al baño que era bastante normal, nada especial en realidad, pero aún así agradable.
Abrí la ducha y me quité la ropa para luego entrar bajo el agua caliente. Se sintió muy agradable, pero no quería gastar mucha agua caliente, así que me lavé el pelo y el cuerpo con el jabón que había allí y luego salí. Fui y me puse unas bragas y una camiseta y me metí en la cama con la toalla aún enrollada en el pelo, estaba tan cansada que no me importó, necesitaba dormir.
No sé cuánto tiempo pasó, pero me despertaron golpeando la puerta. Salté de la cama y abrí la puerta, encontrándome de frente con el beta Luca. Sus ojos recorrieron mi cuerpo de arriba abajo, observando detenidamente. Sus ojos cambiaron de n***o a su color normal, lo que me indicaba que su lobo estaba avanzando y que le gustaba lo que veía.
Aclaré mi garganta para llamar su atención y finalmente sus ojos volvieron a encontrarse con los míos. —¿Puedes por favor ponerte algo de ropa? —susurró.
Caminé de vuelta hacia mi bolsa y la abrí, pero dejé la puerta abierta. No me avergonzaba de mi cuerpo. Trabajé duro para tener esta apariencia y lo dejé mirar porque eso es todo lo que va a hacer.
Me puse unos pantalones de yoga y luego cogí un sujetador deportivo. Me di la vuelta de espaldas a él y me quité la camiseta y me puse el sujetador.
—¿De verdad? —preguntó apretando los dientes.
Me volví a girar y pude ver que definitivamente le afectaba.
—Me dijiste que me pusiera ropa —respondí obvia.
—Ponte la camiseta y algunos zapatos, el alpha quiere hablar contigo.
—¿Qué hora es?
—Son las siete de la tarde. Dormiste todo el día.
—Bueno, estaba cansada.
Salimos por la puerta y él me llevó a la oficina del alpha, donde entró y me sostuvo la puerta, luego la cerró detrás de mí.
—Alexa, bienvenida al mundo de los vivos. Necesitamos hablar y necesito que seas honesta conmigo porque creo que estás huyendo de algo y si necesitas ayuda, debes decírmelo —el alpha Julian dijo mientras me empujaba un pedazo de papel.
Lo revisé y era una foto mía que decía: “desaparecida, si se encuentra, devolver a su manada original”.
¡Carajo!, enviaron volantes de búsqueda con fotos y todo.
—Jade, ¿qué hacemos?
—Cuenta la verdad y si eso no funciona, huimos de nuevo.
Cerré los ojos y respiré profundamente antes de comenzar.
—Mi familia, ellos no son buenas personas, mi padre me vendió a otra manada. Iba a casarme con un Alfa y él no escuchaba lo que yo quería. Esa noche decidí escapar y terminé aquí.
—¿Y tu pareja destinada, tu Mate? —No quería responder esto.
Podría meterme en más problemas, pero tampoco quería mentirle.
—Él murió —fue todo lo que dije. No mencioné que mi padre fue la razón por la que murió. Ambos me miraron fijamente cuando dije eso. Realmente esperaba que no insistieran.
—¿A quién te vendieron?
—Mira, puedo irme, lo último que quiero es causar problemas.
—Te ayudaremos, pero tenemos que saberlo todo —dijo firme el Alfa Julian.
—Jade, ¿se lo contamos?
—Es eso o vivir una vida huyendo.
—¿Cómo sé que puedo confiar en ustedes? —pregunté directamente.
—Bueno, no te matamos cuando teníamos todo el derecho a hacerlo, te alimentamos y te dimos un lugar seguro para dormir —me respondió el Alfa Julian.
—Lo sé, y lo siento. Es solo que si esto se hace público, puede tener serias implicaciones para las personas.
—Entiendo eso, pero para ayudarte, tenemos que saber con qué estamos lidiando.
—Jade, ¿lo hacemos?
—No tenemos opción. Necesitamos ayuda y siento que podemos confiar en ellos.
Cerré los ojos y respiré profundamente mientras trataba de controlar mis emociones. Solo pensar en él me hacía llorar y ahora tenía que hablar de mi Mate.
—Mi padre mató a mi pareja destinada.
Pude escuchar a ambos jadear por lo que acababa de decirles. No sabía cómo reaccionarían ellos dos y ni siquiera les había contado la peor parte.
—¿Por qué lo hizo y quién es tu padre? —preguntó el Beta Luca.
—Mi pareja era un Omega y mi padre es un Alfa, cuando descubrió quién era mi pareja, me llamó a su oficina. Lo tenía atado a una silla y me dijo que lo rechazara o lo mataría. Le supliqué que no lo hiciera, pero cuando mi pareja suplicó por su vida, cedí y lo rechacé, al principió papá aceptó, pero antes de que pudiera romper nuestro vínculo y rechazarme, mi padre simplemente lo mató —Cuando terminé de hablar, lloraba histéricamente y ni siquiera estoy segura de cómo logré terminar de articular las palabras para contar esa historia.
Me cubrí la cara con las manos y sollocé en ellas, mientras que mi lobo lloraba una vez más con aquel recuerdo. Alguien se acercó a mí, me levantó y caminó conmigo hacia el sofá y simplemente me abrazó y me dejó llorar. No estaba segura de quién era, pero tenía que liberarme de su abrazo.
No necesitaba esto. Tenía que ser fuerte.
Me levanté de su regazo y corrí hacia la puerta, pero escuché a alguien hablar.
—Princesa, espera.
Pero ya era demasiado tarde, había salido por la puerta y me dirigía a mi habitación.
Me lancé a la cama y seguí llorando. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero escuché a alguien abrir la puerta de la habitación y acercarse a mí.
Se metieron en la cama conmigo.
Levanté la vista y vi al Alfa Julian simplemente abrazándome.
—Yo también perdí a mi pareja, así que sé cómo te sientes, y desearía poder decirte que se vuelve más fácil, pero para mí no lo ha sido.
Empecé a llorar aún más fuerte mientras él me abrazaba y me frotaba la espalda, tratando de hacerme sentir mejor. Creo que esta fue la primera vez que realmente me permití lamentar su pérdida y se sentía tan crudo, tan nuevo a pesar de que han pasado dos años.