―Entonces, con tu ex novia cogían mucho… ―me generó una extraña sensación escuchar esa palabra de la boca de ella, pero la psicóloga seguía mostrándose natural y conservaba su sonrisa.
―Sí, el aspecto s****l era el mejor de nuestra vida como pareja, siempre nos poníamos de acuerdo y bastaba una mínima provocación para que termináramos haciéndolo. Bueno, imagino que eso deberá pasarle a todas las parejas que comienzan a convivir juntos.
―No exactamente.
―¿Lo decís por experiencia personal o porque lo que te cuentan tus pacientes? ―me tomé el atrevimiento de preguntar.
―Por experiencia personal. Hace varios años conviví con un novio que tuve, pensé que la relación sería más o menos como la que vos describiste con tu novia, pero nada más lejos de la realidad. Él nunca me buscaba para coger ―una vez más esa palabra me produjo un extraño cosquilleo, me costaba creer que estuviera saliendo de la boca de mi psicóloga. Además esta vez hacía referencia a que ella era la persona que estaba cogiendo. A mi cerebro le costaba mucho procesar la imagen de una psicóloga teniendo relaciones sexuales. Especialmente una que no se parecía a las típicas actrices porno que solían interpretar estas fantasías.―. Era muy frustrante, siempre tenía que ser yo la que lo buscaba. Incluso a veces hasta se enojaba conmigo porque decía que yo era muy “calenturienta” ―frunció el ceño―, yo a él le decía que, por el contrario, era demasiado frío. Terminamos separándonos poco tiempo después.
Tenía ganas de decirle que si yo conviviera con una mujer como ella, nunca dejaría de buscarla para tener sexo; pero mi sensatez me llevó a guardar silencio. Eso de que mi psicóloga fuera “calenturienta” me afectó considerablemente, otra tarea más para la lista de procesamiento de mi cerebro. Me costaba mucho imaginarla en un contexto s****l, ya que tenía cara de “buena”, o de “chica pura”. Decidí no pensar demasiado en ese asunto.
―Con Kylie nunca me pasó eso ―dije luego de una pausa―. Nuestro deseo s****l era bastante equitativo, cualquiera de los dos podía iniciar una provocación. Además, otro factor importante, es que andábamos desnudos prácticamente todo el día, sólo nos vestíamos si teníamos que salir o si recibíamos visitas. ―Me sentí raro, nunca le había contado ese aspecto de mi vida a nadie, y ahora se lo estaba contando a una persona que conocí hace apenas unos días.
―Eso es muy bueno, porque ayuda mucho a cada uno a sentirse cómodos con su propio cuerpo, y con el cuerpo del otro.
―Sí, especialmente a mí; porque ella tiene un cuerpo muy lindo, aunque… a ella no le parecía tan lindo como a mí. Nunca entendí por qué, para mi ella es una mujer muy hermosa y sensual. Es exactamente el tipo de mujeres que me gustan a mí: bajita, rellenita, caderona, con piernas anchas y bastante culona… ―de pronto me percaté de que la descripción encajaba perfectamente con Sabrina. Creo que ella también lo notó, porque me miró avergonzada, y sus mejillas enrojecieron. Para evitar un silencio incómodo, dije lo primero que se me ocurrió―. Hay gente que piensa que el único estándar de belleza para la mujer es aquella que tiene las tetas grandes, el culo bien redondo y macizo, la cintura como de avispa… etc.; ya te imaginarás a qué me refiero.
―Sí, comprendo perfectamente.
―Pero a mí eso me parece absurdo. No discuto que una chica con esas características pueda ser linda; pero no es el único modelo de belleza posible, es tan solo uno más entre varios. Mi preferido es el que te mencioné.
―Está bueno que veas a las mujeres de esa forma… es decir, que no te quedes con un solo modelo de belleza.
―Creo que lo hago porque me molestan las “modas” impuestas por la sociedad, y me molesta la gente a la que le gusta todo lo que la sociedad le dice que debe gustarle. Me molesta la gente sin criterio propio. A mí me pueden gustar mil cosas que le gustan a medio mundo, pero no lo hago por dejar conforme a nadie, solamente a mí ―ella sonrió―. Al principio Kylie no estaba conforme con su propio cuerpo, pero con el tiempo empezó a sentirse más sexy; creo que fue al ver lo mucho que podía calentarme.
―Tenés mucha razón… y yo también atravesé por las mismas dudas que tu ex novia. Como te habrás dado cuenta, tengo un cuerpo similar al que describiste ―me puso incómodo que dijera eso, no esperaba que volviera sobre ese tema; sin embargo evitarlo sólo me haría quedar como un idiota, debía seguir hablando.
―Sí. Tanto vos como Kylie entrarían en la categoría “chubby”.
―¿Yo también? ¿Y eso qué es? ―noté genuino interés.
―Así es como se le llama a las personas con ese estilo de cuerpo, es un término en inglés. Hay mucha gente a la que le encantan las chicas “chubby”. Como te dije, es un estándar de belleza más, de hecho es uno que durante mucho tiempo se lo tomó como EL modelo de belleza. ¿Viste las pinturas del renacimiento?
―Sí, es cierto. En esas pinturas todas las mujeres eran regordetas.
―Porque eso era lo que se consideraba bello, y no a la chica anoréxica con cuerpo de alambre. No tengo nada en contra de las flacas, pero una cosa es ser flaca por naturaleza, y otra por imposición social y por trastornos alimenticios.
―Sí, he tenido que tratar con personas con ese tipo de trastornos alimenticios, y es muy difícil hacerlas salir; porque pierden el criterio y el estar delgadas se vuelve una obsesión. Aunque sean piel y hueso, se siguen viendo gordas. No es de extrañar que le ocurra más a las mujeres que a los hombres, porque al fin y al cabo somos las mujeres quienes más sufrimos la presión social de ser bellas y tener cuerpos deslumbrantes.
―E irreales. ¿Alguna vez viste a las modelos profesionales? Cada día se parecen más a los extraterrestres que yo podría usar en una de mis novelas. De mujeres reales tienen poco ―una vez más Sabrina sonrío.
―Eso es muy cierto, la ropa que muestran sólo la pueden usar ellas, no hay mujeres comunes y corrientes con esas siluetas. Teniendo en cuenta la forma en que ves a las mujeres, la cual me agrada mucho ―me resultó raro que ella dijera eso, no estaba seguro de si ella, como psicóloga, podía decir si algo le agradaba o no de un paciente. Pero bueno, yo no soy el experto―, me imagino que habrás estado muy contento con tu novia.
―Sí, desde el primer día. No podía creer que ella, siendo tan linda, se fijara en mí. Siempre creí que, gracias a su atractivo físico, podía conseguir un hombre mucho mejor.
―¿Mejor en qué sentido?
―Con un mejor estado físico, por ejemplo.
―¿A ella le molestaba tu sobrepeso?
―No, al contrario, se enojaba si yo me quejaba, porque ella igual me consideraba atractivo. Pero, siendo totalmente sincero: ella tiene un culo muy bueno. Hay muchos hombres que se vuelven locos por un buen culo, por eso no entendí nunca por qué ella me eligió a mí, cuando tenía mucho para elegir.
―¿Por qué no iba a estar conforme con vos? ¿Acaso tu forma de ver el atractivo físico sólo sirve para mujeres? ―me quedé pasmado, había usado mi propio argumento en mi contra.
―Tenés razón… son solo boludeces mías.
―No son boludeces, Tyson, existen razones por las que vos no te sentís conforme con tu propio cuerpo.
―Sí, pero no te creas que es algo tan grave, porque ya las tengo asumidas, y no tengo tan baja la autoestima. Prefiero tener una mente aguda antes que un cuerpo escultural ―la sonrisa de Sabrina fue radiante.
―Eso es muy cierto, coincido totalmente… aunque a mí no me molestaría tener las tetas un poco más grandes.
Solté una risa, ella tenía una blusa sin escote, por lo que no podía ver si sus pechos eran grandes o pequeños, pero por lo abultado que estaba, parecían ser de tamaño normal.
―Nunca me imaginé que me reiría haciendo terapia ―le dije―. Tenía la idea de que acá todo serían penas y tristezas.
―Como te dije antes, no todo tiene que ser hablar de cuestiones negativas, a veces ayuda mucho al estado de ánimo enfocarse en los aspectos positivos o divertidos de la vida; siempre y cuando no se ignoren los problemas, pero ya vamos a llegar a eso, así que no te preocupes. ¿Algo más que me quieras contar de tu ex novia? ―Sabrina miró la hora en el celular, imaginé que la sesión estaba a punto de concluir.
―No sé qué más podría decirte… ¿qué pensás que pueda ser relevante?
―Todo puede ser relevante, o no. Depende de la importancia que vos le des a cada asunto.
―Bueno, ya te dije que lo más importante de la relación era el sexo. Si lo digo de esta forma quedo como un boludo que sólo le interesaba coger; pero ella misma opinaba igual que yo. Considero que en toda relación amorosa el sexo juega un rol muy importante, y en mi relación con Kylie, ese era el eje. Éramos buenos amigos y compartíamos un montón de cosas juntos, pero lo que más disfrutábamos era el sexo.
―Comprendo. Es cierto que la sexualidad en la pareja es un tema fundamental, aunque muchos se empecinen en negarlo y en decir que estar en pareja consiste en tomarse de las manos, darse besitos y salir a pasear. Si después de todo eso el sexo no funciona, la pareja se deteriora mucho; y una vez más te lo digo desde la experiencia. Me llevaba bien con mi pareja y compartíamos muchos buenos momentos juntos; pero al momento del sexo todo era tan soso y aburrido que yo terminaba insatisfecha y enojada. Por eso vivíamos discutiendo. Ante su rechazo yo acumulaba frustración, y esa frustración la convertía en bronca… hacia él, porque desde mi punto de vista el culpable de ese malestar era él.
―Sin duda. ¿Cómo no te iba a molestar si él nunca te buscaba? Cualquiera se sentiría mal en esa situación, ya sea hombre o mujer. Además ustedes estaban conviviendo como pareja, eso lo hace mucho peor. Porque en esas situaciones de entrada pensás que cada vez que tengas ganas de coger, o al menos en la mayoría de esas ocasiones, vas a tener con quién hacerlo. Pero si eso no se da nunca o casi nunca, entonces te quedás con las ganas, y con la bronca.
―Y es muy feo quedarse con las ganas, y sentir que la otra persona no te aprecia. Pero bueno, no hablemos tanto de mis desventuras amorosas…
―A mí me gusta escucharlas, me hace sentir que puedo hablar de forma más sincera con vos ―Sabrina sonrió.
―Sí, lo sé, por eso mismo te lo cuento; pero ahora preferiría que volvamos al tema que realmente importa: vos. ¿Qué podés decirme de tu vida s****l con Kylie? ¿Por qué creés que se llevaban tan bien en ese aspecto? Hace un rato mencionaste que juntos probaron muchas cosas, ¿a qué cosas te referías?
―Me da un poquito de vergüenza hablar sobre esas cosas.
―Me imaginé, pero sólo te pregunto porque todo esto me ayudaría a conocerte mejor. Dijiste que en la vida de pareja la sexualidad es muy importante, bueno, en terapia ocurre lo mismo; es uno de los temas fundamentales a tratar. Muchas veces el sexo puede ser el eje de los impulsos humanos.
―Sí, lo entiendo, además ese asunto del cual no me animo a hablarte… la razón por la que vine a hacer terapia, tiene que ver con el sexo.
―Lo sé.
―¿Cómo lo sabés? Si yo no te dije nada.
―Porque puedo leer la mente de mis pacientes ―me contagió con su sonrisa―. Una vez una señora se tomó en serio ese chiste, me pasé una hora explicándole que no era cierto.... pero igual lo siguió pensando. Hasta el día de hoy cree que soy bruja.
―Bueno, de bruja ya tenés el nombre.
―Sí, ese es un punto en mi contra. En fin, los psicólogos no leemos la mente, incluso pueden mentirnos y tal vez no nos demos cuenta; porque no somos detectores de mentiras, como mucha gente cree. Lo que hacemos es interpretar lo que el paciente nos cuenta, con el respaldo que nos da nuestra formación como profesionales, y la experiencia laboral.
―Sigo sin entender cómo supiste que el problema tenía que ver con el sexo.
―No era una certeza absoluta, pero sí una gran sospecha. Cuando mencionaste tu familia, hablaste de ella con mucha tranquilidad, con alegría; por lo que descarté que el problema fuera un asunto familiar. Algo similar pasó cuando hablaste de tu trabajo como escritor. Después mencionaste tu infancia y adolescencia, a tus amigos e incluso me hablaste de tu ex pareja, con la que aún te llevás bien e incluso dijiste que estás bien viviendo solo, sin tener pareja. Al final de nuestra primera sesión mencionaste estudios médicos, y dijiste que te dejaron muy tranquilo; así que eso descarta algún problema de salud. Si todo eso es tan cierto como decís, por descarte, el tema que te trajo hasta acá debe estar relacionado con el sexo. Dijiste el sexo con tu ex novia era bueno; pero no mencionaste a nadie más.
Me quedé mudo durante unos segundos, mirándolo a los ojos, sin poder pestañear.
―Eso fue como en las novelas de Sherlock Holmes. La respuesta es tan evidente que hasta me siento idiota por no haberlo visto antes.
―Bueno, después de unos años trabajando en esto se desarrolla un poquito de poder deductivo. Ahora que no tengo dudas de que el problema tiene que ver con el sexo, con más razón quiero que hables sobre ese tema; para poder entender un poquito mejor cómo es que lo ves y lo vivís. Bueno, ahora te escucho… ¿hay algo que me puedas contar? ¿Te acordás de las preguntas?
―Sí… veré qué te puedo ir contando ―si bien me sentía mucho más confiado al conversar con Sabrina, aún me daba un poco de vergüenza tener que contarle sobre mis prácticas sexuales, por lo que decidí empezar por algo más mundano―. Conocí a Kylie a través de unos amigos, en el cumpleaños de uno de ellos. Esa noche charlamos durante varias horas y al día siguiente me enteré que ella le había pedido mi número de teléfono a un amigo. Esa fue la primera sorpresa que me dio, la segunda fue llamarme, para invitarme a tomar algo. Nunca antes una mujer me había invitado a salir, de hecho creía que eso era algo que nunca podría pasarme; pero pasó, contra todo pronóstico. Antes de esa vez, si tenía una cita con una mujer, era porque yo lo proponía, mientras me moría de la vergüenza. Pero Kylie me demostró que no cree en ese absurdo concepto de que es la mujer la que debe esperar a que el hombre la invite. Ella tomó la iniciativa, y a mí me encantó. Poco tiempo después de esa salida, decidimos ponernos de novios.
―Marchó todo bastante rápido.
―Sí, pero fue porque congeniamos desde el primer momento, nos divertíamos mucho juntos. La siguiente sorpresa que me dio Kylie fue con respecto al sexo.
―¿Por qué?
―Porque yo creí que luego del inicio de nuestra relación, pasarían unas cuantas semanas hasta que termináramos en la cama; pero pasó un día después de nuestra primera cita. Me invitó a la casa, sus padres no estaban y me dijo que me quería mostrar su cuarto. En realidad quería mostrarme algo más… ―noté que Sabrina sonreía, eso me incentivó a seguir con mi relato, y a subirle un poquito el tono―. Me hizo sentar sobre la cama y sin previo aviso, se puso de rodillas en el suelo; me desprendió el pantalón y bueno… ya te imaginarás lo que pasó después.
―Sí, y por la sonrisa que tenés al contarlo, me imagino que lo habrás disfrutado mucho.
―Muchísimo, principalmente porque no me lo esperaba. Justamente ella me conquistó por la forma en la que tomaba la iniciativa. Fue toda una sorpresa, ni siquiera me la imaginaba como una mujer con mucha energía s****l. La veía como una de esas chicas que son prácticamente unas santas, que son bonitas, sonríen todo el tiempo; pero no les hables de sexo porque se avergüenzan. Además nunca habíamos hablado sobre sexo, ni siquiera sabía si ella era virgen o no; o sea, por la edad que tenía, lo más probable era que no lo fuera, pero como no sabía nada de su vida s****l…
―Claro, entiendo, para vos ella podía ser la Virgen María.
―O la más puta de todas… pero no era ni una cosa ni la otra. Digamos que era una chica normal que sabía disfrutar de su sexualidad.
―¿Ese día pasó algo más, o fue sólo sexo oral? ―una vez más una corriente eléctrica me recorrió el cuerpo.
―Emmm, no… después de eso, ella comenzó a quitarse la ropa, pude verla desnuda por primera vez y realmente me quedé fascinado. Todo en ella me gustó, cada rincón de su cuerpo. Como yo ya la tenía… este… yo tenía una… bueno… se entiende…
―No, no se entiende ―por la forma de sonreír me di cuenta de que se estaba burlando de mí―, y si entendí no voy a decir nada hasta escucharte decirlo a vos, de lo contrario no te vas a quitar la vergüenza.
―Sos cruel…
―Un poquito, a veces. ¿Vos tenías qué cosa?
―Yo tenía una erección, es decir, la tenía dura ―el corazón me comenzó a latir de prisa, por alguna razón encontré estimulante decirle eso a Sabrina.
―Ajá, ¿entonces qué pasó?
―Kylie se puso sobre mí, por un momento creí que iniciaría algún tipo de juego previo; pero no lo hizo, fue directamente al grano. Se sentó arriba y…
―¿Y?
―Y bueno… ya sabés…
―No, no sé… nunca hice esas cosas.
―¿De verdad?
―No, sonso, es broma. ¡Claro que las hice! Si ya te conté de mi ex… además él no fue el único ―se me estaba despertando la v***a al escucharla hablando de esa forma―. Pero estamos en lo mismo, si vos no te soltás un poquito al contar estas experiencias que sí te gustaron, mucho menos te vas a soltar al momento de contarme cuál es el problema que te trajo hasta acá.
―Tenés mucha razón, cuando usás la lógica sos infalible.
―De eso se trata la lógica… un profesor que tuve en la universidad me dijo que cuando la lógica está bien empleada, es irrefutable; si se puede refutar, entonces no es un argumento lógico, sino una conjetura.
―Este caso sí es un argumento lógico. Me cuesta contar esto, que lo considero algo mucho más inocente que el problema que me preocupa, y ambas cosas están relacionadas con el sexo… perdón, estoy recitando en voz alta el proceso mental que seguiste…
―Está bien, eso te sirve para entenderlo mejor.
Tomé aire lentamente, y luego exhalé. Me tomé unos pocos segundos para prepararme mentalmente, recordé que ella al ser psicóloga no podía contarle a nadie nada de lo que yo le dijera, eso me tranquilizaba un poco.
―Entonces Kylie se puso encima de mí, y la penetré por completo casi de inmediato, ella estaba muy excitada ―así mismo me estaba sintiendo yo al narrarle los hechos―. Me di cuenta de que ella sería una excelente compañera s****l en el preciso instante en que comenzó a moverse; lo hizo con tanta soltura que me quedé maravillado. Incluso recuerdo que en ese momento pensé que a esa chica ni siquiera la conocía hacía unas semanas, y ya estábamos teniendo relaciones sexuales. Ese día lo hicimos dos veces, y nos ayudó mucho a romper el hielo. Justamente de eso se trataba, según lo que ella me contó después.
―Ah, comprendo… ella quería quitar la tensión s****l, para que pudieran avanzar con la relación. A veces puede ser una buena idea, es un salto de fe, pero puede dar buenos resultados.
―No comprendo…
―A ver… digo que es un salto de fe porque podría haber pasado que vos en realidad no querías una relación seria y sólo querías ponerla. Luego del sexo ya te hartabas de ella y la dejabas. No digo que sea tu caso, hablo en términos generales.
―Sí, es cierto.
―Sin embargo ella confió en vos y al decidir tener relaciones sexuales tan rápido, cortaba con esa tensión s****l… de lo contrario ustedes hubieran pasado muchos momentos muy incómodos, especialmente si se besaban y comenzaban a acariciarse, yo sé muy bien qué tan tensos pueden ser esos momentos. No sabés si tocar más o tocar menos… no sabés si dejarte tocar o no… no sabés hasta dónde se puede llegar, y no sabés cómo puede reaccionar ante una negativa. En cambio, una vez que se concretó el acto, ya es mucho más sencillo. Me imagino que poco después habrán repetido todo el asunto.
―Así es, pero la siguiente vez fue en mi casa, pocos días después. Tenés mucha razón con eso de romper la tensión s****l, porque tal vez yo no me hubiera animado a encararla, por más que ya fuéramos oficialmente una pareja; sin embargo ese día en mi casa fui directamente a besarla y comencé a quitarle la ropa. Ella no se opuso en ningún momento, incluso me agarró…
―¿Si?
―No sé cómo decirle…
―Decile como le digas normalmente. Sé que hay muchos adjetivos para denominarlo, y ninguno me molesta, así que hablá tranquilo.
―Está bien, me agarró la v***a.
―Ajá… ¿y qué más?
―Y los huevos.
Sabrina soltó una carcajada.
―No, tarado, te preguntaba qué más pasó, no qué más agarró.
―No sabía que las psicólogas podían decirle tarados a sus pacientes ―dije, poniéndome serio.
―En eso tenés mucha razón, perdón, se me escapó… es que estábamos hablando tan amistosamente que se me fueron un poquito los papeles.
―Te estaba jodiendo, che. A mí no me molesta para nada que me digas tarado, sé que muchas veces me lo merezco… eso sí, no te quejes si después te digo tarada a vos ―volvió a reírse.
―Está bien, lo voy a tomar en cuenta, al menos me lo podés decir una vez, en devolución de la que te dije yo.
―La voy a guardar para cuando la necesite. ¿Sigo contándote o ya se terminó el tiempo? Miré el reloj y habían pasado casi dos horas desde que ingresé al consultorio.
―Podés seguir un poquito más, yo me puedo quedar hasta las ocho.
―Creí que las sesiones eran de una hora.
―No siempre, yo tengo la costumbre de hacerlas de una hora y media, o dos. Por eso doy turnos cada dos horas. Ganaría más plata si las hiciera de una hora, pero sería amontonar pacientes y me explotaría la cabeza, además no me daría tiempo a tratar los temas en profundidad. Me di cuenta de que a algunos pacientes les lleva casi media hora empezar a hablar de temas importantes, si yo en media hora los tengo que escuchar y después responderles, me quedo corta de tiempo.
―Entiendo, tiene mucho sentido.
―Así que por el tiempo no te hagas drama, cuando yo me tenga que ir, te aviso.
―Bien. ¿Por dónde iba? Ah, sí… estaba en mi casa con Kylie… nuestra segunda vez fue incluso más intensa que la primera.
―¿En qué sentido?
―Es que cuando fuimos a mi pieza, ella se puso en cuatro sobre la cama… esa posición me gusta mucho, y después me enteré que a ella también.
―Permite un movimiento mucho más fluido ―dijo Sabrina, levantando una ceja. De pronto me vino a la cabeza una imagen de ella en cuatro patas sobre una cama, sin embargo no pude visualizarla sin ropa.
―Así es. Lo curioso fue que la noté mucho más suelta… digamos que expresó más la sensación de placer… con gemidos. Eso me llevó a pensar que ella estaba confiando más en mí… o que no le avergonzaba gemir frente a otra persona. Sin embargo prefiero creer que su forma de expresarse sexualmente fue el cimiento de nuestra relación de confianza. Así como también creo que el poder hablar libremente sobre temas sexuales, me lleva a confiar un poco más en vos, y a sentirme menos juzgado. También ayuda mucho que participes activamente de la charla, no sólo como psicoterapeuta, sino como persona real; como una persona que también atravesó situaciones similares y experimentó el sexo. Si esa es tu intención, entonces te aseguro que funciona de maravilla.
Sabrina sonrió cálidamente.
―Sí, como te había dicho, mi intención es solidificar los cimientos de una relación de confianza. Si vos no confías en que yo pueda ayudarte, entonces no se puede hacer terapia. Una vez más me da pena tener que interrumpir la charla, pero considero que podríamos dejar hasta acá la sesión de hoy.
―Sí, yo también, hay mucho más para contar, pero si empiezo ahora, no termino más… mejor lo reanudamos en la próxima.
Me fui del consultorio muy emocionado por el avance que había logrado. Además me di cuenta de que me entretenía mucho hablar con Sabrina. Podría haber dicho que me fui con la frente en alto, pero en lugar de eso tuve que caminar encorvado algunas cuadras, ya que la charla me había producido una fuerte erección. Me fui con la duda de que Sabrina pudo haberla notado.
Estaba sorprendido. Esta chica había cambiado por completo mi percepción sobre los psicólogos, en tan solo dos sesiones. Estaba ansioso por asistir a la tercera.