Faltando dos minutos para las diez de la mañana, finalmente Zamira llega al hotel y se dirige directamente a la oficina de Derek.
Mientras caminaba hacia aquella oficina, Zamira miraba a su alrededor, Derek es un hombre muy importante, con muchas cadenas de hoteles prestigioso.
Por lo que en ese momento pensó, que podría cumplir con su palabra y hundirla sin se culpables
Toc Toc Toc
—¡Pase!— Se escucha decir.
—¡Buenos días! Estoy aquí como dijiste ayer— son sus rápidas palabras al entrar.
Derek levanta la mirada de su computadora la mira fijamente y poco segundos después, se ríe de ella.
—Ja. Sabía que tú eres culpable, por eso estás aquí, prefieres no pisar la cárcel porque sabes que tendrás que vivir allí toda tu vida— Le decide dejando a un lado la burla.
—Esto no quiere decir que yo sea culpable, simplemente sé que estás enojado u eres capaz de hacer todo lo que dices— Le responde sin temor.
De repente, la secretaria de Derek entra a la oficina, y poco detrás de ella entra un señor con un maletín en manos.
—Buenos días. Supongo que estamos listo para la boda— Decía mientras abría el maletín sin perder tiempo.
—¡Así es! Estamos listos para casarnos— Le responde Derek con seriedad.
Zamira estaba confundida, no esperaba que una boda como esa ser daría tan rápido, no se asemejaba a lo que había soñado toda su vida.
Tendría que hacerlo por amador a su libertad, además no perdía las esperanza de que Derek se diera cuenta de su grave error.
—Todo está listo, simplemente deben firmar el libro y listo más Dijo el juez civil.
Derek toma el bolígrafo sin pensarlo dos veces, seguido firma aquella hoja.
El juez civil le entrega a Zamira el bolígrafo, ella se acerca al escritorio, sus ojos se inundan de lágrimas, siente que no hay más remedios que hacerlo.
Con su mano temblorosa, logra firmar aquel documento, deja a un lado el bolígrafo y se aleja un poco del escritorio.
—Ustedes dos ahora son marido y mujer— Dijo después de todo el juez civil.
No era una boda convencional y eso lo sabía el juez civil, por lo que rápidamente se marcha de la oficina.
—Finalmente lograste lo que querías, ahora estamos casados. Mi chofer irá por ti esta noche— Decía Derek mientras volvía a su asiento.
—¿A dónde ira por mi?.
—Ahora eres mi esposa y me perteneces. No te preocupes, no te quiero ver pisar mi mansión, así que cada quien vivirá en su lado— Le deja en claro.
—Es lo más sensato que has dicho desde ayer. Me parece muy bien— responde al estar de acuerdo.
—Ahora lárgate de mi vista. El chofer irá por ti a las 8:00 en punto— Dijo al concentrarse en su computador.
Zamira sale de la oficina sin perder tiempo. No puede evitar llorar, jamás pensó que el día de su boda sería una verdadera tragedia.
Después de salir de la oficina, Zamira se dirige hacia su trabajo.
Es una vendedora en una tienda de ropa exclusivas junto a su amiga Sofía.
Tan rápido llega, se pone a trabajar, lo último desea es que su jefe le llame a la atención.
—¿Cómo te fue?— Pregunta Sofía en voz baja.
—Soy la esposa de Derek— Dijo mientras que una lágrima que corría por su mejilla.
—Era lo mejor, ese hombre se notaba que estaba dispuesto a todo, y en serio lo lamento mucho, sé que lo amas pero no esperabas casarte con alguien así.
—El amor queda a un lado en esta situación. Derek está cegado por el odio, el abandono y el rencor.
—Susan tiene la culpa de todo. Ella ahora ha dicho que eres la culpable, pero algún día Derek sabrá que ella quería dejarlo plantado en el altar y va a agradecerte que hayas intentado llevarla hasta el— Le decía con mucho enojo.
Después de un día cargado de trabajo para Zamira. Finalmente había llegado a su casa.
Estaba lista a las ocho en punto tal como había Derek.
Se sentía intrigada, si no iba a la mansión. ¿A dónde iría?.
Toc toc toc
Zamira se apresura a abrir la puerta. El chofer estaba ahí frente a ella. Sale de su casa y sube al auto, pensando en miles de razones por las que saldría esta noche.
Finalmente veinticinco minutos después, Zamira estaba de vuelta al hotel donde Derek tenía su oficina.
Confundida no sabía qué hacía allí, pero ya había una persona esperándola.
—Señora Zamira, sígame por favor— dijo una joven con educación.
Zamira la sigue, suben el ascensor hasta el sexto piso. Hay una una única habitación, es única.
La empleada toca el timbre y rápidamente la puerta corrediza se abre.
La empleada regresa al ascensor y se marcha. Zamira entra tímidamente a la habitación.
Mientras caminaba muy lentamente, Zamira observaba como esa habitación parecía ser un departamento, tenía todo, sus divisiones como una casa normal.
—¡Hola!— Dijo Derek repentinamente.
—¿Qué hago aquí?— Le pregunta sin rodeos.
—Eres mi esposa y como tal debes cumplir con tu rol marital— Le dice mientras una sonrisa maliciosa se posa en sus labios.
El corazón de Zamira empezó a latir con más intensidad, estaba atónita al escuchar aquellas palabras, sabe perfectamente a qué se refería.
Derek no espera respuesta, toma a Zamira de la mano y la lleva hasta la habitación.
Inesperadamente para Zamira, Derek la besa, no corresponde al beso en primera instancia, aún está en shock.
—No quiero hacer esto, no es justo, ya es suficiente con ser tu esposa por una tonta venganza— le decía Zamira mientras intentaba alejarse.
—Ja. Eres mi esposa y ahora eres mía. Hagas todo lo que yo quiera— Fueron sus determinadas palabras.
Derek lanza a la cama a Zamira, una vez más está sobre su boca besándola, ella sentía que eran besos de burlas.