Capítulo 4

2504 Words
Tía Perséfone, ¿qué te trae a estas instancias tan comunes de la humanidad? — pregunto levantándome de la cama, ella sonríe y me abraza con cariño — Gracias, por haber salvado a Anthea Eros, me has hecho un gran favor — dice mi tía con lágrimas, haciendo que un leve olor a hierba cortada me llegue a la nariz — Eh, tía, ¿por qué me agradeces? ¿acaso no es sólo una chica mortal? — pregunto intrigado — Eros querido, no sabes muchas cosas del mundo que rodea a tu familia, tú has amado a una sola persona en toda tu existencia y no has dejado que nadie más ocupe su lugar luego de su decadencia, pero Anthea es una de mis hijas, nació con un cuerpo frágil y casi moribundo, lo que hizo que me casara con tu tío Hades, aunque lo amo, no lograré amarlo de la misma forma en que he amado al padre de mis hijos semihumanos — dice resignada — Eros, sé que algo está sucediendo con ella, por favor ella piensa que morí dando a luz a su último hermano, y ella se culpa por no haber estado en ese momento, no puedo aparecerme y decirle que estoy bien, Atenea ya ha hecho bastante vigilando a mis hijos con sus sistema educativo y de seguridad, pero ya no puede hacer más — dice y arrodillándose — Por favor, sé que es mucho pedirte, pero tienes la fortaleza de tu padre Ares y el favor de tu abuelo, por favor cuida de ella — dice y al escuchar pasos fuera de la enfermería, se oculta detrás de mí. Una vez mi tía se ha escondido, la puerta de le enfermería vuelve a abrirse, el director entra seguido de su secretaria y me mira bastante avergonzado — Señor Ross, le debo una disculpa— dice haciendo una reverencia y yo solo niego restándole importancia. — Señor Callahan, no tiene que disculparse, este tipo de accidentes pueden ocurrir en cualquier momento, afortunadamente el daño no fue mayor y logramos prevenir el daño a una joven como Anthea — digo — Tiene usted la razón, pero los resultados no serían los mismo si usted no hubiera intervenido a tiempo, por ello quiero agradecerle por la amable acción que realizó el día de hoy con una de nuestras mejores estudiantes — dice como si tratara de buscar la más adecuada forma de dirigirse a mí o con qué piensa galardonarme. Por supuesto tengo en mente cambiar de compañera en el trabajo de química, pero es algo demasiado trivial para hablarlo con el director, así que pensando y meditando muy bien la propuesta que me hace el director, siento una sonrisa formarse en mi cara, la sonrisa dulce en los labios de Anthea apareciendo de repente en mi campo de visión. «Ser la hermana mayor de tres chiquitines, no es tarea fácil » sus palabras hacen eco en mi cabeza y sin darme cuenta las palabras salen a borbotones de mi boca. — Deme por favor, la dirección de Anthea — digo haciendo que las tres personas acompañándome se sorprendan — ¿Está usted seguro de ello? ¿Considera eso realmente como su recompensa? —pregunta sorprendida el director, asiento si decir una palabra más En el sistema educativo me conocen como el sobrino de Atenea Ross y para muchos podría sonar como una jodida fortuna, pero honestamente en mi lugar es bastante hacerte un nombre y una vida sin ser tachado por el precedente del nombre de tus tíos, padres y familia en general, así que es comprensible que justo ahora me esté dando esta clase de mirada como si me hubiera salido un tercer ojo en la cara y me hubiese convertido en un cuegle* o un centauro* —Sí, así es señor, tomaré esto como mi recompensa, no tiene de qué preocuparse — digo dando un paso al frente mientras me sacudo un poco para distraerlos y dejar que mi tía pueda escapar por la ventana abierta de la enfermería. — Bueno, siendo así entonces venga conmigo a la dirección, le daré los datos de la señorita — dice y haceos nuestro camino a la salida de la enfermería, echo un ultimo vistazo al interior y al ver que está todo despejado cierro la puerta y sigo los pasos del director y su secretaria. […] Sentarme en la dirección me hace sentir como si hubiese hecho algo malo cuando no es así, sólo espero la recompensa de mis buenas acciones, veo el reloj en mi mano correr llevándome a pensar en la cantidad de cosas que han pasado en menos de 12 horas, Anthea aparece adonde quiera que yo esté sin necesidad de estar ella allí, es como si mi mente fuera la que la convocara sin querer, salvo a esta chica que en menos de un día se ha vuelto en parte importante de mis pensamientos y me entero de que es mi prima o medio prima, ya que la tía Perséfone no es hermana directa de mi madre . «Menudo lio en el que me metí» pienso suspirando, haciendo que un par de risos oscuros que cubren mi frente se agiten, es una maldita perdida de tiempo, tal vez ni deba estar aquí, mi política de vida tranquila y sin problema se está yendo al caño por una CHICA, debo estar volviéndome loco, este no es mi yo real, yo soy EROS, dios del amor y el DESEO, pero ¿cómo rayos es que esta mortal debilucha me genera tantas emociones? «¿Deseos de protegerla? Mis pelotas, yo ya no estoy interesado en proteger a nadie» digo en mis pensamientos, pero, aunque mi mente se está convenciendo de que todo esto es un error y una falta a mis principios, mi cuerpo no hace ni un ápice de movimiento para salir de la sala de dirección. — Señor Ross, señor Ross — escucho a la secretaria llamarme, elevo un poco la mirada, aunque en mi mente me encuentro embotado y aturdido — Si, discúlpeme, señora Clark — digo levantándome del sofá — Ajajaja, querido seguro que has tenido mucho en lo que pensar el día de hoy, no te preocupes tanto hiciste lo correcto y bueno, aquí está la información de la señorita Roth, no te inquietes tanto — dice y dándome un a suave palmada en la espalda regresa a su asiento detrás del escritorio de madera caoba. Miro el papel en mis manos con la información de la chica, Thea, esto era todo lo que sabía de ella hasta ahora y las pocas cosas que he entendido a través de sus reacciones hacía a mi o hacía la idea del amor impuesto, sentirme frustrado es una pequeña manera en la cual puedo decir que me siento justo ahora, no sé como debo tomarme las cosas, PROTEGER, hasta ahora cada vez que protejo algo parece que no lo hago bien, pues haga lo que haga, termina por desvanecerse entre mis manos. Salgo de la sala de dirección, metiendo el papel en uno de los bolsillos de mi chaqueta, camino por los pasillos desiertos del instituto cuestionándome mientras lo hago, recuerdo repentinamente una vez que dé más joven tuve una conversación con una chica que solía ser pitonisa, hasta que el tío Apolo la desposó. — Eres un Dios joven Eros, es cierto que ya has sentido amor una vez y que no salió bien, pero no fue por tu culpa, los mortales como yo estamos destinados a ser como las flores, brillamos y decoramos el mundo hasta que nuestro ciclo se cumple — decía mirando al horizonte — Pero no quiero sentirme solo de nuevo, no quiero perderme a mí mismo en una sola persona para luego pasar por la amarga experiencia de saber que no podremos estar juntos eternamente — digo lanzando una piedra al rio — Jajajaj, parece que todos en tu familia tienen ese mismo temor, tu tío Apolo, no es el dios del amor y aún así se ha sentido atraído por una mortal, así que no sientes amor porque tu estatus lo determine Eros, solamente tienes derecho a sentir — dice — Tengo derecho a sentir, si, pero no tengo el derecho de tener por siempre las cosas que amo — digo, ella suspira y me mira — ¿Crees que los mortales no tenemos ese tipo de temores? Es peor aún, porque lidias con la idea de ¿qué pasara con los que amo una vez yo ya no esté aquí? Además, como mujer te llenas de celos al pensar en que alguien más pueda llegar a ocupar tu lugar — dice haciendo una pausa con una sonrisa tonta en el rostro — sin embargo, dejas de lado tu egoísmo porque sabes que la soledad también suele ser insoportable — dice y sacude mi cabello. Suspiro ante la rememorada conversación, pero ya no vivo en esa época, esta era es distinta, una era en la que todos viven como desean y no se aferran a nadie ni a nada, una era en la que todos hacen su propio camino sin esperar nada y sin deber nada, así que desde que estaba en esta época pretendía hacer lo que veo hacer, pero en menos de un día esos principios estaban cambiando, de pronto recuerdo que debo hablar con el profesor de química para cambiar de compañera de trabajo, así que hago mi camino hacía la sala de profesores, en mi camino alguien sale de la nada y chocamos. — Auch — escucho el quejido de la chica en el suelo y el aroma de nuevo — ¿Thea? ¿qué haces acá no estabas en clases? — pregunto y ella eleva su mirada clavándola en la mía — Ajaja, si, así era, pero pedí permiso para salir más rápido de clase de Historia para hablar con el profesor de Química, creo que ninguno de los dos se siente cómodo trabajando con el otro, así que quería cambiar de compañero y no involucrarte en nada que tenga que ver conmigo — dice levantándose a la vez que se sacude y se recompone con una sonrisa. — ¿A qué te refieres? ¿no te sientes cómoda conmigo? — pregunto inclinándome para quedar a su altura y mirarla a los ojos, nerviosa retrocede y pestañea un par de veces — Yo, si exacto no me siento cómoda, me siento nerviosa cada vez que estoy contigo y fingir que me siento cómoda no me durará mucho, siento que en cualquier momento mi acto se desmoronará así que es mejor dejarlo — dice y menea su cabello levemente del que sale un olor embriagante a flores y frutas frescas. Al recordar mi conversación con la tía Perséfone comprendo que sus aromas tan exóticos y embriagantes tienen relación con su procedencia, ella está por entrar a la sala de profesores, así que doy un par de pasos y sujeto su mano, su aroma a frambuesas frescas y cerezas en almíbar se hace más intenso y al ver que algunos profesores y profesoras sienten su poder de atracción sonrío y la atraigo a mí. — Perdonen ustedes, venimos a hacer una consulta al señor Johnson — digo sintiendo el aroma de Anthea hacerse más potente, y una alarma física de mi cuerpo haciendo que ella se ponga rígida y suspire, con delicadeza me separo de ella, pero su expresión anhelante y su aroma no desaparecen, entonces me doy cuenta de que ella no es consciente de su naturaleza y de que más que una mortal, es una semidiosa en florecimiento. — Eros, no me siento bien, tengo mucho calor, — dice sacudiendo su camisa de cuello tortuga y hombros descubiertos miro a mi alrededor notando que muchos profesores vuelven a levantarse de sus asientos y observan la escena asombrados. «Maldición, se supone que para esta era la manera en como controlamos los elementos de nuestro sistema han mejorado» pienso, pero me recuerdo que ella no ha tenido a nadie que comprenda su naturaleza y le enseñe a manejarla, sin querer mi tía Perséfone ha dejado en el mundo una poderosa arma de seducción, una semidiosa de la “Fertilidad”, humedezco mis labios intentando calmar su efecto en mi y dejo un beso húmedo en su frente, lo que hace que su efecto afrodisiaco comience a disminuir y los maestros regresen a la normalidad preguntándose por sus posiciones y su comportamiento. Si Anthea no recibía entrenamiento y aprendía a suprimir su lado divino podría convertirse en un blanco fácil, y si yo no aprendía a suprimir su efecto en mí iba a ser yo su mayor peligro, quiero decir había prometido protegerla, pero en ese momento no tenía ni idea del lío en el que estaba a punto de meter mis pies. De algún modo debía ayudarnos a ambos, pero no podía garantizar nada, su efecto hacía mí ya era claro y mi efecto en ella igual, sino ponemos en orden eso, será una gran guerra con la cual hay que aprender a ceder o vencer. […] AL final no pudimos hablar con el señor Johnson, y a lo mejor había sido mejor así, tuve que llevar a Anthea a la enfermería, le pongo unas compresas frías y la escucho susurrar. "Te amo, te amo, ¿por qué no puedo amarte?”, luego de sus ojos salen lágrimas cristalinas que se derraman por sus mejillas, su arranque de poder la había dejado agotada, por suerte las clases habían terminado, pero mi tarde de diversión se había ido al garete. «Nadie te dice que te quedes, puedes irte» pienso, me encojo de hombros y me levanto de la camilla, pero justo cuando voy a abrir la puerta. — Eros, dijiste que mientras no viera tu rostro, ibas a amarme — dice una voz conocida, no es Anthea, me giro, pero no hay nadie, es imposible que Psique estuviera aquí. — Lo sé, pero cuando ya lo habías visto no deje de amarte ni una sola vez, más tenía miedo de que una vez conocieras mi identidad corrieras de mí por miedo — digo volviendo a sentarme en la camilla. De pronto una brisa primaveral, entra por la ventana de la enfermería, y levanto la vista para ver a mi tía Perséfone de nuevo a mi lado. — Eros, esto era lo que no quería que supieras — dice — ¿Qué quieres decir? — pregunto, ella intenta decirme algo, pero cambia a otra cosa — La clase de poder que tiene Anthea, es bastante desproporcionado incluso tratándose de mi hija — dice viendo a Anthea dormir en la camilla — A veces ser un dios es frustrante — digo y mi tía ríe — Tienes razón, pero es aún más difícil ser un mortal, ellos deben preocuparse por aquello que no pueden conseguir y aquello que temen perder, quizá lo mejor es estar en medio de ambos — dice angustiada suspirando.
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