El recuerdo vino rápidamente a Samanta al escuchar ese nombre y sintió un pinchazo en el corazón, tardó un momento en reaccionar, se volteó a verlo totalmente asustada, sintió que casi le daba un ataque cuando notó que Darío tenía su vieja agenda roja entre sus manos y leía con atención la nota que había dejado guardada en ella. — ¿No te han enseñado a no agarrar lo ajeno? — le dijo alarmada, se apresuró hacia él y le arrebató la nota junto con el cuaderno. — Perdona, no fue mi intención… sabes que como arquitectos somos demasiados perfeccionistas y sobresalía de entre tus libros… — le contestó y se sorprendió muchísimo al notar que estaba mintiendo. Darío observo como la chica abría una caja encima de la mesa, doblaba el trozo de papel en 4 y después lo cerraba con llave, aquell