Su sonrisa se amplió. — ¿Cómo te sientes?— Hice una pausa mientras la bestia en mí avanzaba lentamente. Ella ladeó la cabeza cuando una sensación de electricidad comenzó a cantar en mí; crepitó como fuegos artificiales a través de mis venas hasta la punta de los dedos de las manos y los pies. Liam ladeó la cabeza. —Realmente eres sangre de luna, ¿no?— preguntó, mientras el pulso se le escapaba también. —¿Tu tambien?— Respondí, con el aliento atrapado en mi garganta. Él se encogió de hombros. —¿Creo que es algo familiar?— Me lamí los labios y dejé escapar un largo suspiro, tratando de calmarme. —Lo siento, es... esta vez fue mucho—. El asintió. —Sí, es realmente abrumador al principio. Estuve enfermo durante días—. —¡¿De verdad?!— —Sí—, dijo con una risa entrecortada. —Literalmente