Levi se apoyó perezosamente en la puerta para mirar. Empecé a temblar. Derek se sentó en el borde de la cama. Sus ojos suaves le hacían parecer seguro, pero los colmillos de su boca decían lo contrario. —Lo siento, no pretendía... no pretendíamos asustarte—. —¡¿Quién coño son?!— —Mi nombre es Derek. Ese encantador imbécil detrás de mí es Levi. Nosotros, um, te encontramos la otra noche.— —Te salvamos el culo la otra noche—, corrigió Levi. —¿Qué?— —¿Recuerdas lo que te pasó?— preguntó Derek. Asentí lentamente. Como si pudiera olvidarlo. —Te mordieron. No sólo un perro. Sino por un...— Hizo una pausa, girándose para mirar a Levi detrás de él. —¿Por un qué?— Mi voz era estridente. —¡Jesús, dilo!— —Por un hombre lobo—, espetó Levi. Me eché a reír. No pude evitarlo. Los dos me miraro